La cantante y compositora lanzó Track, un nuevo álbum compuesto por versiones propias de canciones que la influenciaron en su adolescencia; la relación con sus padres, el vínculo con Charly García y el acoso que sufrió de parte de un conductor de TV fueron algunos de los temas que abordó con LA NACION
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Rosario Ortega no sólo tiene nombre propio, sino que ha logrado instalar un sonido muy personal, una forma de entender la música que le da identidad. Track, su nuevo álbum, es una osadía que bucea en sus influencias de fin de la infancia y comienzo de la adolescencia. Sorprende. No sólo por su madurez, sino por un repertorio que hasta se atreve a hacer convivir a Leo Dan con Andrés Calamaro, a Fito Páez con Shakira y a Illya Kuryaki con Gustavo Cerati, en versiones tan respetuosas como irreverentes y que serán presentadas en vivo el próximo 16 de junio en La Tangente, reducto ubicado en el barrio de Palermo.
“Cuando comencé a pensar este trabajo imaginaba hacerlo con varios productores, pero conecté muy bien con Mariano Otero y, además, a pesar de haber elegido temas de artistas muy diferentes, él le dio una unidad a todo, más allá de la voz que también es un conductor”, cuenta la cantante, instalada en una gran sala de reuniones de Sony Music Argentina y con una ración de ñoquis empaquetada en una vianda que la esperará hasta que termine la entrevista con LA NACION y la correspondiente sesión de fotos. “Después los caliento”, dice. Tiene ganas de hablar de su nuevo niño mimado, este disco que atraviesa algunas de las influencias que la llevaron a su ser artístico. En este flamante trabajo, Rosario se asoció con Sergio Verdinelli, Leo Genovese y Benja López Barros.
-Rasgo familiar mediante, toda tu vida estuvo influida por la música, ¿fue compleja la curaduría para poder decantar en los seis temas que conforman el álbum?
-Sí, en mi infancia y adolescencia escuchaba desde música en inglés hasta Bandana, así que focalicé en un concepto pop y rock. Me centré más en la influencia de MTV, donde aparecían desde Café Tacuba hasta los videos de Andrés (Calamaro), que los pasaban sin parar. Creo que el disco tiene algo de sus unplugged.
Nombra a Café Tacuba y la versión que la banda hizo de “Como te extraño mi amor” es uno de los pilares del material. “Estoy cercana a esa versión; luego escuché la de Leo Dan”.
-Era competencia de tu padre.
-Puede ser, pero es muy lindo tema.
Hija de Ramón Palito Ortega y Evangelina Salazar -imposible no mencionarlos- es una Ortega de pura cepa, con el arte en la sangre, pero se desmarca sola, aunque su voz sea idéntica a la de Julieta, su hermana mayor. “En el disco está Shakira, porque no he parado de escucharla”. Aunque las referencias aparecieron rápidamente, el cambio de statu quo temporal implicó ir en busca de aquello que no la dejó de representar: “Hay letras que me parecieron que estaban un poco corridas de lo que yo cantaría hoy. En aquel momento en el que las escuchaba, estaban perfectas y no las cuestionaba”.
-Ese trabajo implica pensarte a vos misma.
-Fue muy difícil encontrar mujeres que me representaban en los noventa y que, ahora, pudiera seguir empatizando con ellas.
Las 6 canciones que componen este proyecto son éxitos de su época y clásicos que han trascendido el momento. El álbum abre con una versión de “Track Track” de Fito Páez y sigue con “Cómo te extraño mi amor”, interpretada junto a Goyo Degano, integrante de Bandalos Chinos. Tras ellas, el disco continúa con “Todo lo demás también”, de Andrés Calamaro, quien canta junto a Rosario. Le siguen “Abismo”, de Illya Kuryaki & The Valderramas; “Tu”, de Shakira, acompañada por Juan Ingaram, y “Engaña”, de Gustavo Cerati.
Se siente orgullosa de la aceptación a formar parte del disco de Andrés Calamaro, a quien admira y conoce de los tiempos en los que su padre colaboró con el músico en “Elvis está vivo”. “No paraba de escuchar Honestidad brutal y Alta suciedad, así que le mandé, a través de su manager, la versión del tema que quería hacer y luego él me llamó; no lo podía creer”, reconoce la cantante y compositora. A Fito Páez lo escuchaba menos, “fue una búsqueda ver qué canción podía hacer de él y que no fuera de las más conocidas. ´Track Track´ tiene una gran versión de Paralamas”, reconoce sobre el tema que inspiró el nombre del material.
Ortega debutó como solista en 2012 con Viento y sombra, producido por Jesse Harris, que le valió una nominación al Latin Grammy como Mejor Nueva Artista y un Premio Gardel como Mejor Nueva Artista Pop.
En 2011, su carrera cosechó un hito del que pocos pueden vanagloriarse, al sumarse a la banda de Charly García, con quien grabó, cinco años después, Random. Con García compartió numerosas giras. Además, compuso música para cine y puso su voz en canciones de la banda Meteoros.
Método
“Me gusta que el material se edite en plataformas, aunque lo lindo del disco es el arte tangible”, sostiene en relación a ese objeto llamado vinilo, hoy de culto y resucitado. A pesar del reciente lanzamiento, ya se encuentra componiendo para un nuevo álbum. “Me gusta tener muchas canciones para poder elegir, pero nunca me pasó de contar con cincuenta temas para elegir quince, no tengo esa ventana. Lo que me termina pasando es que compongo a lo largo de dos años, pero siempre hay algo que me falta”.
-¿Cuándo componés?
-Cuando va apareciendo algo, me voy grabando notas de audio y el encuentro con músicos es muy piola.
-¿En qué consiste?
-Es un ping-pong para tirar ideas y, de lo que sale de ahí, luego le doy un desarrollo. Soy de descartar mucho, pero creo que le tengo que dar más tiempo a lo que va surgiendo, porque, si se deja decantar, puede surgir algo interesante o ser un escalón para otra cosa.
-Más allá de tu equipo de trabajo y del productor con quien estés haciendo tándem, ¿a quién le mostrás lo que vas componiendo?
-No muestro.
-¿No?
-No, soy bastante canuta. A veces, muestro algo en redes.
-¿No compartís tu proceso creativo con tu papá?
-No.
-Él, en cambio, ¿te hace escuchar lo que compone?
-Sí, incluso opino sobre lo que me muestra, ojalá a mí me salga poder mostrar más lo que voy haciendo.
Rosario Ortega grabó con su padre, con un bellísimo resultado, “Something Stupid”, aquel tema que inmortalizaran Frank Sinatra y su hija Nancy. “Hizo una gran versión y me hizo caso en las sugerencias que le propuse, aunque no siempre escucha”.
Si su padre es un ídolo popular que ha arrastrado masas de público, ella transita otro camino de repercusión. “No me gustan las pendientes muy pronunciadas, no he tenido picos, me muevo en lugares más estables. Ahora hay mucha inmediatez, aparecen artistas que tienen un éxito enorme y, un año después, nadie se acuerda de ellos. Lo mío es una búsqueda, eso me sale naturalmente”.
-¿Te interesa el vivo?
-Sí, pero me siento más cómoda en el estudio.
-¿Podemos definir tu música?
-Es una mezcla de lo que escuché y de lo que soy, para mí todo es pop. Creo que hago un pop soul alternativo.
En familia
-Sos una mujer independiente, con una buena dosis de rebeldía. Entiendo que, para vos, la música no fue un mandato familiar, sino una decisión. ¿Alguna vez transitaste una crisis vocacional?
-Quizás cuando estaba en el secundario. Imaginaba estudiar Psicología, pero creo que era una fantasía. Sí me veo haciendo cosas por fuera de la música.
-¿Por ejemplo?
-Me interesa mucho el mundo de los podcasts y desarrollar ideas para plataformas, pero también con vínculo con la música.
-Entonces, no hubo crisis vocacional.
-No, quizás la traba estuvo en cómo hacer lo que quería hacer, al venir de una familia tan expuesta, a veces, complica. La crisis vocacional es dentro de la profesión, creo que a todos les pasa, aparecen los cuestionamientos y las piedras en el camino, pero, más allá de mi apellido, la música es mi hábitat.
-Sos de lo menos expuesto de esa familia tan pública en la que creciste.
-De todos modos, creo que, aunque algunos integrantes de mi familia estén más expuestos, no dejan de tener un perfil bajo. Nunca disfrutamos contando detalles de nuestra intimidad, nadie es así, aunque haya cosas que se vayan de las manos y se hagan públicas, como puede ser una separación, pero no hicimos un reality de la vida de la familia, fuimos siempre de puertas para adentro. Seguramente es algo que nos inculcaron o vimos en mis padres. A pesar de lo público de mi papá, él tiene un perfil muy introvertido.
-Evangelina Salazar, tu madre, es la matriarca del bajo perfil.
-Totalmente, creo que si se mostrara en las redes sería un boom.
-¿Por qué?
-Es una Susanita perfecta, me la imagino dando tips sobre la vida; en algún momento fantaseamos esto con mis hermanos.
-¿Cómo es tu vínculo con ella?
-Mucho mejor que antes. Creo que siempre hay un momento de rebeldía, donde uno trata de hacer lo contrario a lo que hacen sus padres. Fui caótica y desordenada y creo que fue una forma de rechazar todo lo que ella es. Ahora me doy cuenta de eso. Con los años, me reconcilié con muchos aspectos de la perfección, al punto tal de decir: “esto me gusta”.
-Terminaste encontrando aspectos de ella en vos.
-No sé si tanto, porque yo soy un quilombo.
-¿Es tan perfecta como se la percibe?
-Es tan perfecta como se la ve, tiene un orden increíble, no quiere que nadie la encuentre sin maquillarse, la ropa le tiene que combinar. Es una tarea difícil, pero admirable. Tarda horas en prepararse para salir y, si está en bata y llega alguien que no es de la familia, corre a producirse.
-Se la ve muy al tanto de la vida de sus hijos y nietos.
-Es una madraza, cultiva la unión.
Rosario tiene cinco hermanos: Martín y Sebastián son productores exitosos, Julieta es una reconocida actriz, Emanuel es músico y Luis se consagró como director de cine. “Lo que hacemos puede gustar más o menos, pero todos nos tomamos en serio lo que hacemos. Creo que mis hermanos tienen criterio y respeto por sus profesiones”.
Uno más en la familia
Durante un buen tiempo, Palito Ortega y Evangelina Salazar cobijaron a Charly García. Vivió con ellos en un campo que habitaban en Luján y donde el músico pudo superar algunas dolencias, integrándose a esa familia con alma de clan. “Hace un tiempo que no lo veo, pero, cada tanto, tocamos en el estudio. Sé que hay un disco terminado que espero que vea la luz, pero con él nunca hay un plan ni fechas. Ojalá se pueda ver, porque todo lo que hace Charly es noble artísticamente, muy real y siempre vale la pena que salga. Nunca hay nada para cajonear, no hay rellenos”.
-Los Ortega lo salvaron.
-Sí, en una época donde tenía un entorno feo y pudo salir de ahí.
-¿Cómo son tus charlas con él?
-Siempre me ha respetado mucho, es único.
Hace poco, Rosario grabó con David Lebón, confirmando su camino y aceptando aquello que la motiva: “Le digo no a cosas que no me representan. Antes me hacían propuestas muy comerciales, pero, ahora, las colaboraciones que hago me interesan mucho”.
En pareja desde hace un tiempo “con idas y venidas”, a los 37 años forma parte de una generación de mujeres que considera “bisagra”. Ha participado en las marchas en favor de la interrupción voluntaria del embarazo y se manifiesta en torno a aquello que cree que hay que hacer notar socialmente. “Soy parte de esa generación de mujeres que vio el cambio. He pasado situaciones en las que no me sentía cómoda, pero lo naturalizaba porque pensaba que eso estaba bien. Vi cómo fue evolucionando la sociedad. Apareció el cuestionamiento y la no aceptación de muchas cosas”.
-Hablás de situaciones en las que no te sentías cómoda. ¿A qué te referís?
-A encares, chistes, frases, o incluso algún acoso, que alguien te de un beso a la fuerza.
-¿Te pasó?
-Sí. Incluso me sucedió en la televisión, con conductores. No sabés cómo reaccionar, hay que tener mucha rapidez y valentía para contestar rápido.
-¿Lo pudiste resolver en el aire?
-Fue afuera del aire. Hoy, ese tipo de personas no tiene el lugar que tenían antes, todo cae por su peso. No estoy a favor de la cancelación, pero me parece que hay un tipo de humor que ya no está vigente. Hay cosas que son incómodas y que a nadie le parecen un chiste.
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