Rosario Flores: por qué termina “destrozada” sus shows, el premio del Latin Grammy y el recuerdo de esa “bomba explosiva” que eran sus padres
A tres décadas de su primer álbum, la cantante española recibirá el Premio a la Excelencia, en los Latin Grammy; habla de sus comienzos y de su último disco, donde hay un tema dedicado al Ketama Antonio Carmona
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Los premios Grammy, tanto en su edición tradicional como en la Latin, además de abrir cada año el voto por ternas selecciona a artistas que son condecorados con un premio a la excelencia musical. Dentro de ese grupo este año destaca Rosario Flores, artista española que viene de una casta musical, con dos figuras imponentes: su madre Lola Flores, “La Faraona” y su padre Antonio González Batista, “El Pescaílla”. Pero si en pocos días estará recibiendo un premio a su trayectoria es porque más allá de haber nacido en una familia de artistas famosos, Rosario ha sabido hacerse camino de manera independiente.
Su vida en la pantalla grande comenzó cuanto era una niña y se extendió durante décadas, incluso con títulos como Hable con ella, de Pedro Almodóvar. En el mundo de la música, si bien comenzó en su adolescencia, Rosario toma como punto de partida su disco De ley, que grabó en 1992 y del que se cumple su 30° aniversario. En los noventa, tuvo varios golpes como la muerte de su madre y la de su hermano Antonio, un par de semanas después. Pero siguió adelante. Forjó una carrera de cantante y, como le gusta decir, se convirtió en una rockera y creó un estilo con la base de la rumba catalana. Tiene un nuevo disco, publicado el último año, y ahora, un premio que está por recibir.
“Y no me lo esperaba -dice al otro lado del teléfono y del Atlántico, mientras realiza una gira por España. “Es un honor recibir este premio. Me emocionó. Llevo 30 años en la música. Me siento querida. La vida me ha dado muchos regalos. He trabajado muchísimo también. He estado mucho tiempo fuera de mi casa. He dejado a mis hijos, pero he hecho lo que me gustaba, cantar, bailar, hacer música. Esto es como mirar toda mi trayectoria. El premio me reconforta por el esfuerzo”.
-¿Cuándo te asumiste cómo profesional?
-Qué difícil. Miro para atrás y me sorprendo de todos los discos que he hecho. Y no siento que ya lo sepa todo. No tengo la capacidad para verme desde fuera. Cada día tengo los mismos nervios del principio. Dudo si una canción gustará o no. Siempre dudo, que es lo bonito de la música. Porque te sorprendes con lo que pasa con una canción y no con otra.
-En la balanza, ¿hay grandes aciertos y cosas que no debiste haber hecho?
-Creo que todo ha servido para llegar hasta aquí. Y fuera de lo que pueda pensar de mí, lo que más me emociona y sorprende es que cuando salió la noticia del premio la gente en la calle y los medios ha reaccionado: “Un Grammy súper merecido”, me dijeron. Eso me sorprende. Me llena el corazón.
-¿Hubo momentos de quiebres o bisagras? Más allá de que seguramente algunos hechos, como pérdidas familiares, marcan a una persona.
-Sí, por supuesto, la música es emoción y todas las canciones que he escrito tienen una historia. Imagínate que cuando saco De Ley, mi primer disco, que grabé hace treinta años, todavía recuerdo por qué escribí esas canciones. Me voy a ese momento. Y eso es precioso.
¿Y qué vivías en ese momento?
-La ilusión más grande de mi vida. Lo hice con 26 o 27 años. Lo esperé. Al mismo tiempo, no podía equivocarme, por lo popular que ya era. En ese disco está mi corazón, mi energía, mis ganas de que vieran el arte que siempre he sentido dentro de mí.
-¿Sin los padres que tuviste eso habría sido diferente?
-No habría sido yo. Mis padres eran una bomba explosiva. Mi padre era un pedazo de artista, un musicazo. Era el rey de la rumba catalana. Y de mi madre, ¿qué te puedo decir? Un genio. De esa mezcla salimos tres hijos. Y los tres artistas, diferentes, cada uno con su personalidad. Eso da la mezcla de su sangre.
-¿Qué tanto tenés de ellos?
-De mi padre la rumba catalana, que ha sido mi base musical. Yo quería mezclarla con lo que escuchaba en la calle, el funky, el blues, el R&B. Y eso fui buscando. Y lo metí en mi primer disco. Hice “Mía mama” que es una rumba catalana. Le metí un bajo negro, que era lo que yo quería. Creé el estilo Rosario, junto a quien es mi productor hasta hoy, Fernando Illán, y con mi hermano Antonio. Crear un estilo propio es lo mejor que te puede pasar. Encontré mi sitio y mi manera de expresar toda esa energía. De mi madre heredé la energía de escenario. Porque soy artista de escenario. Soy rockera. Adelgazo dos kilos, sudo, me echo dos botellas de agua por encima. Me doy en cuerpo y alma. No puedo salir de rositas del escenario, termino destrozada porque me doy entera. Eso lo tengo de mi madre.
-Te habrás sentido enjaulada en el tiempo de pandemia.
-Hemos estado unos añitos sin trabajar. Gracias a Dios este año la gente tiene ganas de ir a los conciertos. Estoy haciendo una gira por España con mi disco Te lo digo todo y no te digo ná. Luego me iré a América. Y quiero hacer un documental de mi vida, y un disco con artistas invitados.
-¿Qué te motiva del documental?
-Compartir mi vida personal, mi manera de componer y sentir la vida.
-Pero tenés, igualmente, y quizás por cuestiones de familia, un perfil de celebrity.
-Viví los tiempos en los que los paparazzi estaban por todos lados, pero eso ya ha cambiado bastante. Con Instagram y todo eso. Por lo menos a mí, me dejan tranquila.
-Tu último disco tiene un tono alegre, pero también aparecen temas como “Tienes que vivir” y “La vida es otra cosa”, que van por un carril diferente.
-Soy alegre y también sensible. Si tengo pena, me gusta ponerme una canción y llorar. “La vida es otra cosa” salió porque los seres humanos no sabemos apreciar la vida que tenemos. El sistema que tenemos te hace ser muy ciega. A veces nos preocupamos y dejamos de hacer cosas importantes. Los amores, cuando han durado mucho tiempo, son solo para pensar en lo que tu quieres. Es también dar. Esa canción la hice con Vanesa Martín. Tienen una historia muy bonita porque estábamos las dos en La Voz Kids (de España) y yo venía ensalada con mi pareja. “Que la vida es otra cosa y que no sé qué”. Y ella me escuchó. “He apuntado todo lo que decías. Vamos a hacer una canción”, me dijo. Y así fue.
-¿”Tienes que vivir”?
-Se la hice a Antonio Carmona, que es mi compadre. Es como si fuera de mi familia. Lo quiero, lo amo, llevo toda la vida con él. Y bueno, se puso muy malito. Tuvo una infección hace cuatro o cinco años y estuvo en coma durante una semana. Y le canté “Tienes que vivir” porque no se podía ir. Esa canción es para Antonio y para los seres que están un poco en otro mundo. Hay que cantarles, con todo el amor, que tienen que volver, que no nos pueden dejar aquí. Era una llamada a Antonio para que no se fuera de esta tierra.
-O sea que dejaste muchas cosas en este disco.
-En este se palpan las emociones que tengo ahora. Desde la energía de vivir hasta la melancolía de haber perdido cosas.
-¿Tu gira incluirá a la Argentina?
-Hace un montón de tiempo que no voy y me siento muy querida en vuestra tierra. Vamos a tratar a ver si podemos hacer algo y llegar allí. Llevo mucho tiempo sin veros. Yo soy muy rockera en directo y ahora llevo una banda enorme, con dos bailaores flamencos. La verdad que me gusta mucho el show que llevo ahora.
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