Rodolfo García, a 40 del regreso de Almendra: "Tocamos en lugares a los que no había ido nunca una banda de rock
Como tantos otros artistas, Rodolfo García tuvo que cancelar planes en marzo y ahora disfruta que por fin haya llegado el momento de retomarlos. Por lo pronto, el sábado 26 de diciembre habrá un concierto de Jaguar, la banda que actualmente integra con Lito Epumer, Dani Ferrón (bajo) y Julián Gancberg (teclados) en Rondeman Abasto (Lavalle 3177). Aunque es un lugar con capacidad para 180 personas podrán ingresar apenas cincuenta, distribuidas en veinticinco mesas.
Jaguar editó su primer disco a principios de este año. Se llama Detrás del río, tiene un viejo tema inédito de Almendra ("Para que me sigas", realmente precioso), una versión de una canción de María Gabriela Epumer ("Señorita corazón") y un tema ("Río como loco") que aparece como track oculto en Spinetta Los amigo, un disco con grabaciones informales que el Flaco hizo con García, Ferrón y algunos otros músicos cercanos como Claudio Cardone, el Mono Fontana y su propio hijo Valentino. La banda también planea editar antes de fin año un nuevo single: una versión de "Un viento celeste", tema de Los niños que escriben en el cielo, álbum editado por Spinetta Jade en 1980.
"Jaguar es una continuación de Los Amigo, que era algo más informal. Nos empezamos a juntar con Luis y Dani Ferrón a tomar mate, escuchar música y ver los partidos de River y al final terminamos grabando en La Diosa Salvaje, el estudio del Flaco, algunas canciones que ni siquiera pudimos pulir del todo. De hecho, en el disco de Los Amigo "Río como loco" está con la melodía tarareada por Luis y ahora decidimos hacerle justicia y grabarlo bien, con la letra que ya estaba escrita. Justo cuando sacamos el disco empezó la cuarentena. Teníamos cerrada la presentación oficial para abril, en La Usina del Arte, pero tuvimos que parar todo"
-Como contabas, Jaguar es un proyecto que nace como continuidad de Los Amigo. ¿Cómo llega Lito Epumer?
-Con Lito nos conocemos desde hace mucho, pero nunca habíamos tocado juntos. Y nos encontramos en un homenaje al Flaco Spinetta en el CCK, un 22 de noviembre, que es el Día Internacional de la Música. Ese día hubo cinco bandas diferentes integradas por músicos que tocaron con Luis y una sinfónica. Me tocó compartir escenario con Lito y ahí hablamos por primera vez de armar algo juntos. Nos juntamos con Dani Ferrón para despuntar un poco el vicio y al final terminamos armando un repertorio muy lindo y grabando un disco. Es una banda de rock con cierta impronta jazzera, que recupera parte de lo que hacíamos con Los Amigo. También hay algún aire de candombe. Y grabamos "Caminata", una canción de la ópera de Almendra, que nunca se hizo porque la banda se separó antes. Es una música muy elaborada, estamos muy contentos con el resultado.
-Almendra se separó prematuramente, ¿no? No solo por la ópera sin terminar de la que hablabas. Parecía que la banda tenía mucho más para dar cuando se disolvió.
-Éramos muy jóvenes y se dio todo muy rápido. Un grupo de pibes amigos del barrio a los que les gustaba mucho la música y que de golpe tienen la posibilidad de grabar un disco, tocar mucho en vivo, hacer giras... Fue todo muy veloz y muy intenso. En un par de años grabamos varios simples, un LP, un álbum doble y ya teníamos listo y ensayado el primer acto de la ópera. Fue un época de gran efervescencia creativa y nos agarró a todos un poco verdes. Yo, personalmente, lamenté mucho la separación de Almendra, no era algo que yo deseaba. Pero hay crisis que no se pueden solucionar.
-Al toque estuviste en la Nebbia's Band y también apareció Aquelarre.
-Sí, con Litto también fue una experiencia breve, linda pero corta, en el 71. Aquelarre, en cambio, duró más de de siete años. Fue el proyecto musical más consistente en el que estuve. Planificábamos con pautas a corto, mediano y largo plazo. Y así fue que terminamos llegando a España, donde estuvimos casi dos años y medio tocando. A mí gusta tocar y me gusta formar parte de un grupo, me encantan los proyectos colectivos. Soy más de la vieja época, cuando los músicos defendían una camiseta, la camiseta de su grupo. Hoy un pibe que recién empieza ya tiene de arranque dos o tres proyectos. Y ahora los músicos con cierta trayectoria también. Yo tengo otra política: cuando se termina un grupo, no es porque me aburro y me voy, sino porque realmente no quedaba otra.
-¿Cómo empezó tu relación con la música y especialmente con la batería?
-Fui siempre un autodidacta. Aprendí a tocar escuchando discos. Primero toqué acordeón a piano, porque mi viejo tenía un trío de acordeones con el que tocaba folklore gallego. Después, cuando apareció en mi vida el rock, era raro tocar algo de ese género con ese instrumento, entonces pensé en la batería. Yo acompañaba los temas que escuchaba golpeando una silla con las manos. Después me pude comprar un tambor y un platillo. Pero aprendí copiando lo que escuchaba en los discos, así empecé con Almendra. Y a medida que fuimos avanzando con el grupo sentí que me faltaban algunos rudimentos y decidí ir a formarme con Alberto Alcalá, baterista y percusionista de la Orquesta del Teatro Colón y un profesor extraordinario.
-Has cantado en varias oportunidades, pero se sabe que no es tan fácil cantar y tocar la batería, ¿no?
-Creo que no canto más porque no soy compositor. En general cantan los que componen, como el caso de Javier Martínez en Manal. Pero siempre les presté mucha atención a las voces. En la época de Aquelarre fuimos los cuatro a una fonoaudióloga para mejorarlas. Me gustan mucho los grupos que cuidan mucho ese aspecto: Byrds, Beach Boys, Beatles...
-Tuviste un paso extenso por la función pública. ¿Cómo evaluás hoy esa experiencia?
-Es algo que hice porque me interesa mucho. Y aprendí un montón. Eso empezó en el 89, cuando Litto Nebbia, que en ese entonces era director del Centro de Divulgación Musical, quería armar un equipo de músicos que lo asesore. Litto tiene una gran capacidad organizativa, ahí está el ejemplo de Melopea, su propio sello, como prueba. Hicimos un trabajo muy interesante y con poco presupuesto, de una manera muy austera. Después me fueron llamando de otros organismos y trabajé más de veinte años para el Estado. Estuve en al área de Cultura de la Provincia de Buenos Aires cuando Piero fue subsecretario y en 2014, cuando lo que era una secretaría se transformó en ministerio y la nombraron a Teresa Parodi, ella me convocó para que me hiciera cargo de la Dirección Nacional de Artes. Estuve un año y medio y me gustó mucho hacerlo. Creo que son lugares en los que la visión de un músico u otro artista con experiencia puede ser importante.
-Este mes se cumplen cuarenta años de la edición de El valle interior, el disco del regreso de Almendra. ¿Qué recuerdo tenés de esa etapa?
-Cuando planeamos la reunión del 79 incluimos en ese plan la grabación del disco, además de una presentación en Obras y una gira por el interior. Fuimos muy optimistas, pensábamos hacer todo en tres meses, pero no alcanzó el tiempo porque la gira fue larga, por todo el país. Terminada esa gira, la idea era llegar hasta ahí, porque casi todos estaban con otras cosas. Pero pasaron unos meses y nos dimos cuenta de que era una pena no grabar un disco porque teníamos varias canciones nuevas que, de hecho, tocamos en esa gira. Así que decidimos hacerlo como una producción nuestra con Alberto Ohanian como socio e ir a grabarlo a Estados Unidos, donde vivía Edelmiro. El clima era bueno y hubo propuestas para que Almendra siguiera.
-¿Y qué pasó?
-Hicimos otro Obras para presentar oficialmente El valle interior y después una gira más larga que la anterior. Tocamos en lugares de la Argentina a los que no había ido nunca una banda de rock de Buenos Aires, como Formosa. Y en esa gira aparecieron algunos roces, pero nada grave, la verdad. Fue una buena experiencia, pero todos nos dimos cuenta de que no daba seguir. Quedó un disco muy lindo, que para mí tiene un vínculo fuerte con la primera etapa de Almendra. Cuando empezamos, a fines de los 60, queríamos mostrar que Almendra era una banda de rock, pero con muchas otras facetas. En el primer disco hay un abanico sonoro muy grande: tenés un tema orquestal como "Laura va", un tema muy rockero como "Ana no duerme", una canción folk como "Muchacha (Ojos de papel)", otra con mucha improvisación como "Color humano". Era algo muy abierto. Pero ya en el disco doble que editamos en el 70 había música más dura. Pienso en un tema como "Parvas", por ejemplo. Se abría un nuevo horizonte y no todos estaban de acuerdo con esa línea. A mí personalmente me entusiasmaba meterme en otra cosa, pasar de una etapa a otra. Y El valle interior es como un regreso a esa diversidad del principio. Tenés un tema con aires folklóricos como "Cielo fuerte (Amor guaraní)", de Emilio, o "Miguelito, mi espíritu ha partido a tiempo", de Luis, que tiene una letra muy profunda y en un momento se transforma completamente, es como si fueran dos temas en uno. Es un disco grabado en Estados Unidos, pero suena muy argentino. No es para nada el disco yanqui de Almendra.
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