"Pensaba que era bastante bueno tocando hasta que lo vi a Hendrix. Ahí pensé ‘Sí, no soy tan bueno’". Aunque Brian May tenga objeciones sobre su propio talento como guitarrista, varios de sus colegas y los lectores de la revista Total Guitar opinan lo contrario. Y, aunque él mismo minimice su aporte, creó un estilo propio y sumamente personal en las seis cuerdas, que se explica no sólo por el contexto musical (Queen, nada menos), sino también por su cruce con otras disciplinas y ciencias duras. Y, como si esto de por si no fuese lo suficientemente llamativo, edificó su carrera sin dejar de lado un instrumento de fabricación hogareña que terminó volviéndose un ícono en sí mismo.
Hijo único de madre escocesa y padre inglés, May alternó su afición por la música con estudios en física y matemática aplicada. El maridaje entre la vida artística y la académica duró algún tiempo hasta que los escenarios ganaron la pulseada: en 1968, el músico fundó Smile, el grupo que sentó las bases para lo que fue Queen un par de años más tarde. Como socio creativo de Freddie Mercury, May tuvo que esforzarse y empujar sus límites para correr a la par de las ambiciones barrocas del vocalista. Con notable rapidez fue dando forma a un estilo que partió del hard rock pero que tuvo que ir refinando sus recursos.
Para el trabajo en estudio, May desarrolló un estilo basado en armonías y armonías de varias voces superpuestas para crear una suerte de telón sinfónico y valvular. El método creativo lo obligaba a ser directo y preciso con sus arreglos: sin una segunda guitarra con la que repartirse el protagonismo, debía pensar sus partes en función también del rendimiento en vivo para que sus melodías siguiesen siendo reconocibles aún ante la economía de recursos. Esa búsqueda del balance justo aparece en el instrumental "Procession", de Queen II (1974), en el que superpone varias capas de guitarra tocadas de diferentes modos para darle a su toque una sensación orquestal.
Y mientras el grupo se hizo más y más grande, May nunca abandonó su primera guitarra, bautizada luego como Red Special por su tono carmesí. En vez de recurrir a los apellidos sagrados de la industria (Gibson, Fender, Rickenbacker), el músico se aferró siempre a un instrumento creado junto a su padre, un ingeniero electrónico, cuando tenía 16 año. El cuerpo de la guitarra se hizo con la madera de un hogar a leña del siglo XVIII, y ambos la completaron sólo con elementos que encontraron en la casa y alrededores: el puente y la palanca se hicieron con partes del canasto de una bicicleta, resortes de una moto y la punta de una aguja de tejer. Ni siquiera le fue necesario adquirir púas: desde el primer día tocó la guitarra con una moneda de seis peniques, un hábito que sigue sosteniendo a la fecha.
Cuando decidió dedicarse a la música por tiempo completo, May debió dejar de lado su pasión por la astronomía. Y aunque ambas inquietudes parezcan antagónicas, él le encontró una explicación. "Creo que la música es sobre nuestra vida interna. Es parte de cómo la gente se toca y contacta entre sí. Eso es algo bastante importante para mí. Y la astronomía es, en cierto punto, lo opuesto a eso. En vez de mirar hacia adentro lo hacés hacia afuera, a cosas que están más allá de nuestro alcance", explicó. Entre 1970 y 1974 centró sus estudios en los reflejos de la luz en el polvo interplanetario, pero debió dejar la academia de lado cuando Queen alcanzó el éxito internacional.
Con paciencia sideral, el músico decidió en 2006 volver a anotarse en el Imperial College para presentar su tesis para un PhD, lo que finalmente ocurrió en 2007, y se graduó al año siguiente, el mismo en el que fue descubierto un asteroide bautizado en su honor (52665 Brianmay). Desde entonces ha recibido varias distinciones honorarias en universidades alrededor del mundo y coescribió dos libros junto al astrofísico Patrick Moore.
A pesar de ser un conocido militante del Partido Conservador, la militancia ecologista de May lo llevó a criticar varias de sus medidas referidas a la caza de zorros y el sacrificio de tejones, declarados plaga en el Reino Unido. En 2010 creó la fundación "Save Me" y llegó a declarar a la prensa que prefería ser recordado por su lucha en defensa de los derechos de los animales antes que por la música o su trabajo académico. Incluso, en 2013 ideó una alianza improbable junto a Slash y el naturalista David Attenborough para crear un supergrupo que lanzó un single con fines benéficos: "Badger Swagger". Desde entonces, su apoyo a laboristas y conservadores fluctuó de acuerdo a la posición que cada candidato tomase respecto al maltrato animal, aunque desde 2019 se ha manifestado a favor de Boris Johnson.
Obligado a permanecer en su casa por el aislamiento ante el Covid-19, Brian May convirtió a su cuenta de Instagram en una ventana de contacto con sus fans, y subió videos tutoriales para que sus seguidores aprendiesen a tocar varios de los clásicos de Queen. Las clases virtuales se cortaron en mayo, cuando el músico sufrió un accidente hogareño que fue tomado a broma en las redes sociales al saberse que se había lesionado los glúteos mientras realizaba tareas de jardinería. Pero los chistes fueron dejados de lado en los últimos días, cuando se supo que el incidente se originó luego de que May sufriese un ataque al corazón. Fue en la misma red social que el guitarrista tranquilizó a sus seguidores, agradeció las muestras de cariño y manifestó sus ganas de volver cuanto antes a un estudio de grabación, aunque reconoció: "Todavía me arrastro por la casa, gateando con mis manos y rodillas. Desde ya, en este momento no parezco una estrella de rock".
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Y, de algún modo, May decidió evitar las antinomias al convertir a la ciencia en su propia fe. "Es la cosa más espiritualmente poderosa que conozco, mirar hacia el cielo en la noche y ver a Orión levantarse a medida que se acerca el otoño. Logró hacerme sobrellevar momentos muy difíciles", dijo el músico en relación a un cuadro que lo azotó durante varios años. "Cuando tuve un par de episodios serios de depresión en mi vida, las estrellas fueron un factor muy importante para sacarme adelante. La gente solía preguntarme ‘¿Cuál es tu espiritualidad?’, y yo respondía que no lo sabía, hasta que me di cuenta anoche mientras miraba las estrellas que era eso".
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