Rochi Igarzábal: la emoción que comparte por el presente de Lali Espósito, su apuesta por la música y la maternidad
Enfocada en su carrera musical, la cantante y actriz se prepara para mostrar su segundo disco, Que me hablen de amor, el próximo 8 de octubre en La Tangente
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Intuitiva, autoexigente y obsesiva con su trabajo, la cantante y actriz Rocío Igarzábal llega a la entrevista con un ramo de flores en la mano. El lugar escogido para hacer las fotos es un mural de Frida Kahlo sobre la Avenida Dorrego, en Palermo, y enseguida se presta a la sesión de fotos mientras cuenta que viene de ensayar con su banda, que lloró y se le corrió todo el maquillaje, que le regalaron esas flores el día anterior en una radio. Está feliz, en la recta final antes de la presentación de su segundo disco de estudio, Que me hablen de amor, el próximo sábado 8 de octubre, en La Tangente.
“Es un álbum bien latino, con la impronta de disco sonando en vivo, porque lo grabamos en estudio con todos los instrumentos y la voz sonando al mismo tiempo. A partir de esa base va linkeado el concepto de lo que late y lo que está vibrando en el momento. Y para mí el amor tiene mucho de eso. El encuentro entre las personas, lo que se genera cuando suena la música en vivo. Es un disco que todo el tiempo vuelve a mí misma”, explicará Rocío más tarde, sentada a la mesa de un café a pocos metros del mural de Frida Kahlo. “Empecé un recorrido de afuera hacia adentro, pero terminé entendiendo que era de adentro hacia afuera, y en ese camino fuimos componiendo las canciones. El disco habla del amor en sus distintas energías y en sus distintos estados, de los vínculos humanos en ese juego, y a partir de eso, con la variedad de melodías y estilos, hace un recorrido por las distintas emociones”, señala.
Producido por Mateo Rodo y Nico Cotton, el segundo disco de estudio de Igarzábal refleja su manera de vivir y sentir la música latinoamericana, desde una bachata que cuenta la historia de una relación frustrada hasta boleros de encuentros y desencuentros, una salsa con tintes de flamenco, un vals y una cumbia.
Formada en el teatro musical, como actriz y cantante ganó popularidad en la tele, el teatro y el cine (Casi Ángeles, Dulce amor, Taxxi, El Desafío, El violinista en el tejado), aunque los últimos años su trabajo se volcó decididamente hacia la música.
A su vez, este año participó como host junto a Marley de La Voz Argentina y viajó a Israel como invitada del show del cantante israelí Chen Aharoni, junto a Florencia Bertotti y Felipe Colombo. También participó en el disco homenaje a Gilda (producido por Lito Vitale), fue parte de ShowMatch (2021), jugó un rol protagónico en la película Encontrados (2020), dirigida por Diego Musiak y participó en el nuevo disco de Bahiano (2019).
Oriunda de San Isidro, luego de recorrer el mundo con el grupo Teen Angels, de la factoría Cris Morena, en 2014 plantó bandera y se fue a México sin fecha de regreso, para explorar nuevas experiencias y profundizar su búsqueda artística. Allí conoció a Milton, músico y pareja suya desde hace ocho años, y poco a poco comenzó a transitar un camino como cantautora. Así las cosas, luego de quedar embarazada de Lupita, su hija de 6 años, en 2017 regresó a la Argentina para lanzar su primer disco, Entre los árboles, y poco a poco comenzó un nueva etapa rumbo a su segundo trabajo discográfico, Que me hablen de amor, completamente volcado a la música latina.
-Después del éxito de Casi Ángeles, Dulce amor o El Desafío, renunciaste a todo y te fuiste a México. ¿Por qué tomaste esa decisión?
-Yo había terminado el colegio y había laburado un proyecto tras otro sin parar, con mucha intensidad, porque fueron proyectos muy grosos, pero como también tengo esta parte mía de alma libre, de que me cuesta estar mucho tiempo en una misma historia, empecé a sufrirlo un poco. Había algo en mí que era: ‘che, necesito de verdad conectarme, irme de viaje, ver qué me pasa, verme a mí en esa situación’, y ahí fue medio impulsivo, compré un pasaje con una amiga, desarmé todo mi departamento y me fui apenas terminé la grabación de la película El Desafío. A los cuatro meses volví para el estreno en Buenos Aires, estuve un mes y medio y me volví a ir.
-¿Se puede decir que México fue una bisagra en tu carrera como actriz, para iniciar otra nueva como cantante?
-Sí, totalmente. Cuando llego a México me lo encuentro a Milton, que estaba laburando en el hostel donde yo fui a parar, y enseguida nos conectamos desde la música, empezamos a tocar juntos, armamos una banda de cumbia allá, que se llamaba La Palapa de Marta y tocamos mucho ahí. Fue sin querer queriendo, pero también diría que desde el asombro, de conectar con Milton, que estaba todo el día con la guitara. Me flasheó esa situación, porque yo venía de trabajar en proyectos tan grandes donde todo está muy estructurado, no hay lugar para la improvisación o la inspiración, y en México había momentos de decir ‘me cuelgo tres horas con esta melodía a ver qué se me ocurre’. Milton tenía eso, y yo estaba asombradísima con esa situación, me parecía una locura, y ahí fue cuando realmente dije: ‘che, quiero componer mis canciones. ¿Por qué me dedico a lo que me dedico? Porque quiero demostrar lo artista que puedo ser de un lugar más genuino, más mío´’. Así que realmente México fue un antes y un después. Cuando volvimos a la Argentina empezamos a laburar el primer disco y empezamos a decidir para dónde queríamos ir. Yo venía con muchas influencias de artistas de allá, como Chavela Vargas, Omara Portuondo (de Cuba), Natalia Lafourcade, Mon Laferte, Carla Morrison, Ximena Sariñana, Silvana Estrada, todas cantautoras que a mí me generan algo muy familiar. Entonces, empezamos a ir por ese estilo, un rumbo que finalmente se ve reflejado en este segundo disco.
-¿Cómo fue el proceso de composición de las canciones de este álbum?
-Hay varias canciones que son mías, como por ejemplo “Temor” o “No quiero” y varias que fueron compuestas con otros artistas como Joaquín Plada o Nico Landa. Me gusta componer en grupo también, me gusta mucho el encuentro, asadito y vino de por medio, o un mate, depende de la hora.
-¿Cómo te resulta la evolución de la industria de la música hacia las plataformas digitales?
-Por momentos me resulta muy abrumador. Siento que cuando vas a sacar un tema hay muchos frentes por cubrir, un montón de información que tenés que procesar, pero siempre trato de volver al sentido de por qué lo hago, porque si estás fijándote qué pasa en las plataformas digitales desconectás un poco de la materia prima que es tu música, el valor que tiene eso para vos. A la vez, me pasa que soy de escuchar música prácticamente todo el día, pongo Spotify y voy descubriendo artistas según las listas que va generando. Entonces, como consumidora de música me va llevando, mientras como artista entro en conflicto. Son dos caras mías, y las plataformas digitales me plantean esa dicotomía. El disco salió en digital y quedó tan linda la portada, tan linda, que te dan ganas de tenerlo en físico, así que no descartamos más adelante sacarlo en vinilo.
-A diferencia de otras artistas de tu generación como Lali Espósito, que explotaron apenas se lanzaron como cantantes, tu carrera se desarrolla por andariveles más calmos. ¿Qué mirada tenés sobre tu carrera musical?
-Lali es una gran amiga mía, una gran consejera, y yo admiro mucho su camino también porque sé que es una mina que le metió mucha garra, mucho esfuerzo. Tiene todo el talento para estar en donde está y más, te diría, porque lo que vemos hoy de Lali no es su techo, pero también siempre comprendí que éramos distintas, incluso formando parte de una misma banda. Esto no sé si lo conté en algún lado. Cuando estábamos haciendo Teen Angels, éramos dos mujeres, Lali y yo y los tres varones [Peter Lanzani, Nicolás Riera y Gastón Dalmau]. Entonces, había algo de ‘¿yo me tengo que acoplar a la energía de Lali o tengo que buscar mi propia energía y darle a la gente una banda que tenga distintos colores? Eso nos hizo siempre poder convivir y nunca competir. Hoy en día, cuando la veo a ella con sus proyectos, siento mucho amor, lloro con ella cuando se emociona, la acompaño y disfruto, y ella también me apoya con mi música, me dice: ‘que bueno que estás apostando a esto, que es lo que vos querés’. Y voy respetando eso de mi misma, más allá de que por momentos el ego y la mente se me quieran rebelar y decir no, cuando va a pasar, cuando va a suceder, y yo no sé. Me quiero enfocar en la música en sí, totalmente. Cuando voy a ver a artistas como Natalia Lafourcade o Mon Laferte me genera una sensación como que se me explota el corazón, y me digo: ‘es esto, es por acá'.
-¿Cómo sos con tu trabajo?
-Con mi trabajo soy bastante obsesiva, soy autoexigente, y me gusta pasar tiempo con la gente con la que laburo, porque creo a través de un vínculo más cercano, el laburo sale mejor. Ahora estamos ensayando mucho porque este estilo de música tiene algo del vivo y de la improvisación, y eso requiere de muchísimo ensayo, de una base muy sólida para lograr ese código que se genera a través del compartir, de la presencia del otro. Así que bueno, soy bastante autoexigente, obsesiva y a la vez soy muy intuitiva en el laburo.
-¿Qué aprendizaje te dejo la maternidad?
-¿Qué te puedo decir de mi hija? Lupita es lo más lindo que nos pasó. Me moviliza porque siento que me conectó con la vida desde otra perspectiva. Hoy valoro mucho los pequeños detalles de la vida, los pequeños momentos donde puedo salir a caminar con mi perra y con mi hija, cosas puntuales que son muy simples, que para mí son muy valiosas y siempre trato de cuidar. Y también el valor del momento propio. Antes tenía todo el momento para mí, y es como que uno no registra tanto eso. Cuando sos mamá decís: ‘bueno, justo tengo este rato para componer, para ir a tomar algo con una amiga’, le dio mucho más sustento a eso. Y además tiene que ver con algo del discurso, que las palabras que uno dice, lo que uno piensa y lo que uno hace esté todo alineado, porque los niños son altos delatores. Así que ahí voy haciendo foco un poco.
-¿Qué te gusta hacer en tus ratos libre?
-Yo vivo en Tigre y en mis ratos libres me encanta salir a caminar por el río con mi perra. A veces me llevo el mate, a veces me pongo algún podcast, me gusta mucho leer sobre astrología y estar con mi hija. Si tengo el día libre salimos a pasear con la bici, nos vamos a almorzar a algún lado. El otro día nos fuimos las dos al Museo de Arte de Tigre. Estábamos las dos solas mirando los cuadros. Hay algo de eso también que me gusta muchísimo, o de repente anotarme en alguna clase random de algo.
-¿Hacés terapia?
-Hice muchos años, hoy en día no estoy haciendo, pero hago yoga y meditación. Creo que hoy la meditación me lleva a conectar. Hoy la principal herramienta es la meditación y la conexión con la naturaleza. Para mí ese es el camino del guerrero, para la vida misma.
Que me hablen de amor. Rochi Igarzabal presenta su segundo disco. Sábado 8 de octubre, a las 20, en La tangente. Entradas, 2000 pesos (preventa via passline.com.ar).
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