Rocanrol Cowboys: cómo fue el proceso del documental de Netflix sobre los Ratones Paranoicos
En una típica charla de madrugada, Alejandro Ruax y Ramiro Martínez se pusieron a establecer rankings y comparaciones sobre diversos artistas del rock argentino. Los nombres iban desfilando como parte de una lista, hasta que algo les generó un clic en el momento de mencionar a los Ratones Paranoicos. "Los nombrás y terminás diciendo ‘Che, más respeto’, y los defendés contra el mainstream rockero de Charly, Spinetta y demás. Siempre estuvieron zigzagueando entre todos esos… Laburar con Mick Taylor, Andrew Loog Oldham… el hecho de que Juanse se hizo ultra católico. Había una película ahí", explica Ruax. El film pasó al plano concreto cuando la dupla puso marcha a Rocanrol Cowboys, un documental basado en la nave insignia de la patria stone local que a partir de este miércoles 6 está disponible en Netflix.
Aunque los realizadores acercaron la idea del film a la productora PopArt, el proyecto quedó en stand by y cobró forma recién cuando la banda activó su regreso, en 2017. La idea inicial era que realizasen un contenido para el material extra del DVD que la banda filmaría en un show triunfal en el Hipódromo de Palermo, pero el binomio tenía otra idea en mente. "Preguntamos cuánto presupuesto había y preferimos unir recursos. Confiábamos mucho en el material de archivo, completamente ciegos, pensando que íbamos a llamar a cualquier lugar y nos iban a dar el material en alta", cuenta Ruax. Aunque eso no ocurrió como lo planeaban, tanto los integrantes de la banda como varios de los realizadores que trabajaron con ellos a lo largo de su carrera cedieron horas de metraje que hubo que restaurar y revelar en cintas de 8 y 16mm, muchas veces sin saber con qué se iban a encontrar y en qué estado.
Cuando llegó el momento de armar el recorrido de la película, ambos directores supieron desde el primer momento que la historia la debían contar los propios protagonistas sin aparecer en pantalla al momento de hablar. "Eso estuvo siempre desde el comienzo, queríamos trabajarlos en off, no mostrarlos en su actualidad. Fue una decisión estética que encaramos desde el vamos por esa confianza de creer que todo ese material iba a aparecer", desarrolla Martínez. La dupla se reunió con los cuatro integrantes de la banda por separado poco antes de su show regreso, sin cámaras y para realizar una serie de entrevistas de una honestidad brutal notable. Una vez que tuvieron todo el material, ordenaron cronológicamente los relatos para construir la línea de tiempo de la película.
El resultado final sorprende por la crudeza tanto de las imágenes de archivo como de los testimonios de los propios Ratones desde el presente, en donde los triunfos y las miserias desfilan sin eufemismos ni figuras poéticas. Las declaraciones destapan viejos rencores no resueltos, excesos y heridas todavía en carne viva, sobre todo de parte del guitarrista Pablo "Sarco" Cano. "Las charlas en off también perseguían ese objetivo. Como no había ni luces, ni cámaras, ni treinta personas alrededor eso los relajaba bastante a la hora de hablar", explica Ruax.
Además de los cuatro integrantes del grupo (cinco contando a Fabián "Zorrito" Von Quintiero, que reemplazó al bajista Pablo Memi entre 1997 y 2007), el relato se completa con una voz más que autorizada: la de Andrew Loog Oldham, primer productor y manager de los Rolling Stones, y también responsable de Fieras lunáticas y Hecho en Memphis, los dos álbumes que terminaron por consolidar el éxito paranoico. "Cuando armamos la línea de tiempo nos dimos cuenta de que faltaba una mirada un poco más externa, que pudiera explicar un poco mejor la situación y con cierta poesía", dice Ruax sobre su inclusión en la película. Oldham recibió a la dupla en Colombia, donde reside hace varios años y brindó una mirada bastante analítica sobre el funcionamiento del grupo y las fricciones que aparecieron con la llegada de la masividad ("La dinámica de ambición y pobreza es reemplazada por la creencia de que tenés dinero", define con experiencia). "Tuvo una generosidad gigante. A los pocos días de que nos volvimos nos mandó un mensaje que decía ‘Me faltó decir algo, voy a ir a un estudio a grabarlo bien y se los mando’", completa Martínez. En ese testimonio, el productor definió a la química entre las guitarras de Juanse y Sarco como las de dos "rock and roll cowboys", dejándole servida en bandeja al dúo el título de su película.
La voz de Oldham, junto con testimonios de archivo de Mick Taylor y Keith Richards sirven también para graficar el grado de aprobación que las propias Majestades Satánicas y sus allegados tenían por el máximo estandarte de la cultura stone, un fenómeno tan argentino como inexplicable. "En algún momento esbozamos intentar explicarla, pero es imposible graficarlo bien, entonces preferimos mostrar que esto no era desde el vamos que todo el mundo en la Argentina estaba loco por los Stones en los 80 y 90, porque no era así", defiende Ruax. Como los propios Ratones lo dejan en claro en la película, la banda dio de baja la chance de tocar en Vélez por su cuenta en 1992 para abrir un show de Keith Richards en ese mismo estadio, y el recibimiento fue tan notorio, que el propio Keef convenció a los Stones restantes de que debían visitar Sudamérica de una vez por todas, algo que ocurrió tres años después. "De hecho, nos gustaba jugar con que para los Stones fue toda una sorpresa con lo que se encontraron, pero no fue gratuito: hubo una banda que se encargó de popularizarlos", agrega.
En sus 76 minutos, Rocanrol Cowboys condensa con envidiable poder de síntesis el ascenso, el triunfo, la caída y la resurrección del grupo en un viaje que nace en Villa Devoto y recorre Nueva York, Memphis, estadios abarrotados, sótanos de habilitación dudosa y hasta un evento masivo de jóvenes cristianos en el Planetario en el que Juanse se presentó en vivo luego de su conversión a la fe tras limpiarse de drogas, en un momento que los propios realizadores definen como "lisérgico". Aún en esos momentos en que lo absurdo parece dominar el plano, ambos realizadores se aferraron al respeto que les despertó realizar la película en esa discusión de madrugada.
Es también un acto de justicia poética con la patria stone, que necesita ser reivindicada
"Cuando armamos el proyecto en esa charla decíamos: ‘Imaginate ser un alemán y de repente te ponen delante tuyo un disco como Hecho en Memphis, donde tocan los Ratones, está Andrew y participa Mick Taylor, que además nunca se habían cruzado’. Para el fanático stone eso es una perla", define Ruax. Y tras un silencio, completa la idea: "Perseguíamos darles el lugar que se merecen y que tengan una película de calidad, porque hay muchos datos que no se conocen, y es también un acto de justicia poética con la patria stone, que necesita ser reivindicada".
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