
River vibró al ritmo de Los Piojos
Por Sebastián Ramos De la Redacción de LA NACION
Show de Los Piojos, el último sábado, en el estadio de River Plate. Andrés Ciro Martínez, Gustavo Kupinski, Daniel Fernández, Micky Rodríguez y Sebastián Cardero.
Nuestra opinión: muy bueno
Ya estaba escrito: el fin de semana Los Piojos iban a alzar la bandera del quinto grande. Después del último sábado iban a completar ese camino que trazaron desde el oeste bonaerense, en los bares de El Palomar y Hurlingham, hasta Núñez, sumándose así a la lista de grupos argentinos que tocaron en el estadio de River: Seru Giran, Soda Stereo, los Redondos, La Renga y Los Piojos. Vaya privilegio.
Con las entradas casi agotadas antes del show, sólo faltaba develar cómo llegaría la banda; cómo sería el River de Los Piojos; de qué forma volcarían el ritual, esa fiesta en vivo que poco a poco los fue llevando hacia el lugar de superbanda que hoy ocupan, en un escenario tan importante como lo es el estadio de River.
Entonces, cuando la artillería de fuegos artificiales estalló en la madrugada de anteayer para cerrar el recital con el que Andrés Ciro había soñado más de diez años atrás, se pudo ratificar eso que la banda pregona desde sus inicios: la identidad de Los Piojos. En las tres horas de música y color no faltó ningún rito, ni un solo gesto de aquellos a los que su público está acostumbrado. Hubo coreografías, bailecitos, las canciones dedicadas a Maradona y a Cuba, el ritmo murguero, la festividad de "El farolito", el homenaje a Sumo ("Don´t turn blue" y "La rubia tarada"), los guiños hacia el tango, las bengalas y el finalcon el agradecimiento a las banderas que los acompañaron en estos años.
La misma fiesta, pero más espectacular, más monumental. ¿El plus? Las muy lindas nuevas canciones de su más reciente álbum, "Máquina de sangre", y una puesta en escena deslumbrante, tan simple como moderna (el cambio de imagen que adoptaron desde la tapa de su último disco también se proyectó en las pantallas y la escenografía), que hizo recordar a los shows internacionales que pasaron por el mismo estadio en la última década. ¿Cómo llegaron Los Piojos a River? A lo grande.
Piojos y piojitos
Cerca de 70 mil personas le hicieron frente al calor agobiante del sábado último y se instalaron desde temprano con sus banderas, sus bengalas, sus remeras, sus padres o sus hijos según la ocasión (la familia piojosa parece más familia que ninguna). Un estadio colmado, desbordado de alegría, esperó pacientemente escuchando a Bob Marley hasta que, finalmente, se apagaron las luces y sonó "Motumbo", a manera de apertura.
Se mezclaron los clásicos y los temas nuevos, hubo algún problemita de sonido, pero esta máquina de tracción a sangre llevó adelante el recital con transpiración y fuerza rockera, como les gusta decir a sus músicos.
De la primera etapa del show se pueden extraer cuatro momentos tan distintos como fundamentales para comprender el ADN de Los Piojos.
Uno. El emotivo dúo Ciro-Mimi Maura, para recrear el intimista clima de "Amor de perros" ante miles de personas. "Por un instante sentí que estaba en otro lugar", confesó abiertamente el cantante después de que la boricua más seductora de la escena local diera cuenta de por qué es también una de las voces más sensuales y bonitas que se hayan escuchado por estos pagos.
Dos. "Dientes de cordero", el tema compuesto dos años atrás, en aquellos días de confusión y caos que vivió el país con la caída de un presidente y la asunción de cuatro más, acompañado por las desgarradoras imágenes del 20 de diciembre de 2001. "Me duele la risa, me duele cantar. Basta de cornisas, basta de saltar. Y ahora quién se viene y ahora quién se va", coreó el público en un sentido recuerdo a "la gente que salió a la calle pensando que las cosas pueden cambiar en este país".
Tres. El reconocimiento al bandoneonista Chula Clausi, de 92 años, que, vestido de punta en blanco, tuvo sus cinco minutos tangueros frente a un mar de cabezas que lo escuchó y lo aplaudió con el mayor de los respetos.
Cuatro. La presentación del video de "Como Alí", el hit más reciente de la banda y la visión de Ciro sobre el universo de la música dance, pero en ritmo de ska. Para saltar y saltar, como Alí.
Un párrafo aparte merece la puesta: ingeniosa, impactante y acorde con un gran espectáculo, como fue el del sábado último. Un escenario chico, que mantuvo a los músicos cerca, para disfrutar juntos el hito; dos inmensas estructuras metálicas a los costados que dejaron un sobresaliente en aspectos de iluminación, y una pantalla gigante en el centro que proyectó imágenes y videos más cercanos a la cultura pop que a la esencia rockera que siempre difundió la banda. Un cambio de estética que es por demás bienvenido.
Clásicos
La última hora trajo una catarata de clásicos ("Muy despacito", "Chac tu chac", "Vine hasta aquí" y "Genius", entre otros) y una orquesta de cuerdas para la deliciosa "Canción de cuna", que Ciro dedicó a sus hijas y a todos los hijos piojosos en su último disco. Fuegos artificiales dentro y fuera de la cancha, el vamos Los Piojos vamos vamos Los Piojos y la alegría en los rostros que perdurará por un buen tiempo.
Los Piojos desembarcaron en River con las mismas armas que construyeron, a lo largo de más de diez años, una trayectoria que aún no encontró su techo. El público, agradecido y esperando, como anticiparon a LA NACION los mismos músicos, la llegada de otro River, quizás en abril del año próximo. Porque la banda se ganó merecidamente el título de quinto grande, pero por una cuestión de tiempos y no de convocatoria. De hecho, parecen decididos a confirmar que la familia piojosa es la más festiva y convocante del país.