Regina Spektor: la humorada sobre Dios y un disco en el que retoma su irresistible pop barroco y nostálgico
La cantante que nació en la ex Unión Soviética y que se crió en el Bronx de Nueva York, acaba de lanzar un muy buen nuevo disco: Home, Before And After
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Artista: Regina Spektor. Álbum: Home, Before And After. Canciones: “Becoming All Alone”, “Up The Mountain”, “One Man’s Prayer”, “Raindrops”, “SugarMan”, “What Might Have Been”, “Spacetime Fairytale”, “Coin”, “Loveology”, “Through A Door”. Calificación: muy bueno.
Regina Spektor hace canciones para el siglo XXI. Entre su primer disco (11:11, editado en 2001) y este, su más reciente, pasaron 21 años de un siglo que parece todavía estamos tratando de entender y no desestimar del todo. Y así, la vida de una cantautora en el tiempo que le tocó vivir tiene sus devenires. Regina Ilyinichna Spektor no solo parece, es hija de otra época. Nació en 1980 cuando Rusia era todavía la Unión Soviética y luchaba internamente por sostener la utopía comunista que ya se había vuelto nada utópica. En más de una oportunidad dijo que de aquellos años en el Este, antes de mudarse en 1989 al Bronx neoyorquino con sus padres, recuerda que el gris dominaba la paleta de colores de Moscú. Y ese mismo gris parece habitar ahora en sus canciones, que nunca dejan de tener una estirpe pop aunque estén conducidas por pianos, cuerdas y baterías folk.
Así es Home, Before And After. Un nuevo viaje de pop barroco, compuesto por 10 canciones íntimas, repletas de nostalgia pero también de matices, intensidades y, sobre todo, movimiento. “Becoming All Alone” sienta las bases de una nueva travesía interior de Regina Spektor, con la protagonista de la canción invitando a Dios a tomar una cerveza antes de quedarse sola nuevamente, pero siempre encontrando un resquicio de humor en el camino (“Ni siquiera tuvimos que pagar / Porque Dios es Dios / Y a él lo reverencian”). “Up The Mountain” lleva las cosas a un paisaje de montañas, bosques y jardines con dramatismo cinematográfico y marcha pop en uno de los mejores momentos del disco (chequear la forma en la que la música acompaña cada indicación que dice la letra: suben las cuerdas cuando canta que tiene que subir la montaña y bajan al registro grave cuando pide que todo baje la velocidad). Una suerte de Björk menos oblicua pero con similar manejo de texturas y neurosis.
“Todos aman una historia de hace mucho, mucho tiempo atrás”, canta en “Whay Might Have Been”, con su falsete característico para devolver una fantasía, ahora de piratas. Y entonces da entrada a “Spacetime Fairytale”, una suite de pop barroco de casi 9 minutos en la que pone a jugar todos los elementos que hacen a su identidad: una voz llena de matices, siempre encantadora, una orquestación juguetona en la que hay tiempo para un interludio de tap, un piano de melodías clásicas, tarareos susurrados, cuerdas y, sobre todo cambios de clima que se dan por transiciones pensadas sin tener a la urgencia como factor. “Coin” agrega texturas pseudo shoegaze a la manta sonora de Regina Spektor con in crescendos para sostener la épica. Y “Through A Door”, la última canción del disco, vuelve a tener al piano, el gran aliado de Regina desde que empezó a tocarlo desde niña, como principal responsable de los graves en contrapunto con los agudos de Spektor para generar una nueva tensión de sombras y claridades: “El hogar es donde haya una luz encendida, no importa cuánto hace que te hayas ido”.
La Rusia comunista, el Bronx que miraba la opulencia de Manhattan, el siglo XX que se iba sin cumplir casi ninguna de sus promesas, el siglo XXI que parece demasiado desganado como para construir las suyas... Regina Spektor hace canciones con todos esos contextos en su atril. Buscar su casa, antes y después, ha sido parte de un viaje con la fantasía de un libro de cuentos infantil, uno de esos pocos que entraron en la valija antes de cruzar de mundo. “Es muy difícil definir qué es la música pop”, le decía a LA NACION en 2013. “Pero creo que yo sólo tomo de allí las estructuras y accidentalmente contribuyo a reinventar la rueda. Cuando más acceso tenés, más cosas podés meter en tu música. Aprendí de Bowie que las habilidades extras que adquirís en la vida las terminás usando”. La canción es una estructura hospitalaria, tal vez una de las que más se ha mantenido en pie a través de los siglos, y Regina Spektor tiene allí su casa. Una a la que siempre le construye una nueva habitación, tan acogedora y llena de misterios como la anterior. Y a la que puede volver e invitar gente cuando quiera.
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