Raúl Lavié: "Le voy a hacer un homenaje en este streaming a mi hijo Leonardo"
De aquellos años mozos en los que pateaba la calle para ayudar en su casa hasta las giras por el mundo con Tango Argentino, su amistad con grandes figuras, los tiempos en que trabajó con Héctor Varela y Astor Piazzolla pasando por la radio y el exitoso ciclo televisivo El Club del Clan, Raúl Lavié tiene una larga bitácora de vida para recorrer. Sin embargo, no tiene una anécdota preferida y a cada una de las etapas de su vida la encuentra igual de valiosa. A sus 83 años recién cumplidos, y con 66 de carrera, el rosarino desafía los obstáculos que trae la pandemia del coronavirus y se suma al boom de los shows a distancia, toda una metáfora del tiempo para un artista que cruzó océanos y que encontró en los escenarios un hogar. Hoy, refugiado en su familia, Raúl toma todos los recaudos necesarios para no contagiarse de coronavirus pero, dice, no le tiene miedo ni al virus ni a la muerte, algo para lo que se viene preparando desde que nació.
Con su imponente voz, esa que inmortalizó en los radioteatros, Lavié habla con LA NACION, desde casa, a días de A mí manera, el show que dará el próximo 11 de septiembre desde La usina del arte, que será trasmitido en vivo, por streaming, y cuyas entradas pueden adquirirse por Ticket hoy. Con cuatro músicos y otros tantos técnicos, El Negro se adapta a estos tiempos para poder seguir ofreciendo su música. El show, donde homenajeará a Leo Satragno, su hijo que murió en 2019, promete "canciones elegidas con el corazón en un repertorio que incluye tangos, folclore y baladas".
"Estoy poniéndome a tono con lo que está pasando, tratando de convencerme de que es una nueva forma de llegar a la gente y lo debemos hacer lo mejor posible, con mucha responsabilidad, es un desafío. Cuesta un poquito adaptarse a estas circunstancias, sobre todo por los protocolos", cuenta y remarca que lo que más le duele es no poder estar rodeado de sus afectos y que, a pesar de que trabaja desde los 15 años, no es "un superhombre", él solo no se basta y necesita tener a su lado a su gente, esa que le da confianza con tan solo verla. "Estoy muy acostumbrado a estar recostado en aquellos que amo, que me aman como mujer [Laurita Basualdo, su compañera hace 40 años]", confiesa el padre de cinco [Dolly, con su primera mujer; Leonardo y Gastón, con la conductora Pinky, y Manuela y Agustina, con su última mujer] y abuelo de nueve que confiesa que siente ansiedad y "más presión" porque sabe que con este medio no solo llega a la Argentina sino que lo pueden ver en el resto del mundo.
-Hablás de ansiedad antes del show, ¿quién te va a hacer falta en La Usina?
-Me va a faltar lo principal que es mi mujer. Ella ha sido y es la que me apuntala en mi vida y en general. Yo los trabajos que hago en teatro, en lo que sea, siempre cuento con su compañía, con su consejo. En fin, con las necesidades que tengo cuando voy a hacer algún trabajo. Ella me conoce, sabe, se pone al frente y les dice qué necesito, qué quiero, qué es lo que me gusta y eso es lo que extraño. Es mi mano derecha, no la puede cubrir nadie, no es lo mismo que venga un ayudante.
-A mí manera... ¿el nombre del concierto tiene que ver con tu forma de encarar las canciones?
-Esto va relacionado con mi forma de canto y mi forma de expresarme a través de la música. Por suerte siempre fui criticado porque no soy un cantante común. Eso es bueno, siempre hay gente que lo rescata y otros que me critican. Como dijo alguien en una oportunidad: "Mercedes Sosa y vos se adueñan de las canciones", y es así: nosotros nos adueñamos de las canciones que nos gustan, que nos transmiten cosas y la expresamos a nuestra manera, a nuestra forma, como las sentimos, como debemos expresarlas. Por eso muchas canciones suenan diferentes y así debe ser.
-¿Sentís que al adaptarte a nuevos formatos seguís renovando tu juventud?
-Eso ni hablar, por supuesto que sí, pero además te condiciona para bien, cuando tenés que enfrentar estas cosas y salir airoso de estos nuevos elementos. Siempre son bienvenidos. Es bueno con tantos años de trabajo, 66 años de haber debutado, que haya pasado por tantos estamentos. Eso me hace sentir orgulloso.
-¿Cómo llevás esto de formar parte del "grupo de riesgo", en medio de la pandemia del coronavirus?, ¿tenés miedo?
-No, para nada. Yo siempre creo que el destino es inexorable. El destino va a determinar cuando te va a tocar algo. Fijate que el riesgo existe para las personas mayores, pero últimamente los jóvenes se enferman y hay algunos que también parten. De repente también depende de la vida que vos estás acostumbrado a llevar, yo voy a seguir cuidándome, no voy a salir a la disparada.
-Tantos escenarios, viajes, trayectoria, ¿cuáles son las anécdotas que salen en la mesa de Raúl Lavié?
-No sé, son tantas cosas, tantas etapas que he vivido... Es muy difícil poder hablar de una, poder sacar conclusiones al respecto. Cuando uno va viviendo, cada parte de la vida que va dejando atrás, va mejorando, vas recordando cosas del pasado para no cometerlas en el presente o en el futuro. En fin, vivir. Lo mío es una vida con mi profesión, que está emparentada con mi vida personal.
-Pensaba en algo profesional, como tu paso por Broadway o en la comedia musical...[Además de girar durante 10 años con Tango Argentino, Lavié protagonizó comedias musicales como El hombre de la Mancha, El Violinista en el tejado, La jaula de las locas, entre muchas otras].
-Ese tipo de cosas sí son las cosas que nos acompañarán, los éxitos. Yo considero que no hay fracasos, tal vez hay momentos en los que uno no tendría que haber hecho determinadas cosas. Yo por suerte nunca he elegido mal algo que iba a hacer. Hay cosas de cada una de las etapas, que son muy diferentes, por eso es muy difícil resaltar una. Cuando comencé a los 15 años, cómo iba a imaginarme todo lo que me pasó posteriormente. A los 14, por ejemplo, me presenté en un concurso de cantores y quedamos 4 a la final y salí cuarto y eso no me tiró abajo con respecto al futuro porque, en definitiva, fue un momento... Consideraron que alguien cantaba mejor que yo y es lógico porque nadie es mejor que otro. Cada uno tiene el valor que representa. Cuando uno es chico debe dedicarse a ser chico. Era vivir el diario y decir "uy, mañana voy a cantar a tal lado" y hacerlo sin saber lo que se estaba armando. Uno debe crecer día a día, yo estaba edificando mi futuro ladrillo a ladrillo. Esa es la forma de hacer una carrera.
-¿Esas experiencias son las que da alguna manera te dieron el motor para seguir y mejorar?
-Ese es el derrotero que uno debe seguir. En la vida nunca dije: "Hasta aquí llego". La vida te da siempre posibilidades de seguir aprendiendo. Yo sigo aprendiendo a pesar de haber cumplido 83 años, sigo escuchando, leyendo cosas, tomando referencias... Nunca hay que detenerse.
-¿Cómo fueron aquellas giras por Japón con Astor Piazzolla?
-Yo no solamente compartí giras con Piazzolla. He compartido trabajo con grandes actores. En el año 65, pude debutar en teatro... Había una serie de actores maravillosos que de ellos saqué muchas enseñanzas y crecí muchísimo. Gracias al teatro pude ocupar el espacio que estoy ocupando. Durante mi vida musical he compartido escenarios con Plácido Domingo, con Eder Prado, eran personajes maravillosos; Celia Cruz... He tenido la oportunidad de conocer a Dustin Hoffman, ser amigo de Anthony Quinn, también somos amigos con Plácido. Astor me cambió la vida musical. Con él comencé con el tango, algo que amo, pero también le cambió el rostro para bien al tango y para bien de la cultura musical argentina. Hoy, en cualquier parte del mundo, en este mismo momento, tal vez esté sonando un tema de Astor Piazzolla.
-Más allá de haber construido tu propia historia, siempre hablás de tu niñez y de lo importante que fueron tus abuelos, ¿cómo recordás esos tiempos?
-Yo fui criado por mis abuelos, aunque mi abuelo falleció a mis 11 años. Vivía con ellos y una tía. Mi mamá no podía estar conmigo porque trabajaba fuera de casa, así que no la tenía todos los días y no conocí a mi padre hasta que fui un adulto mayor. A los 12 años tuve que salir a trabajar para ayudar a la manutención de mi familia. No es que uno haya crecido solo sino que ha revalorizado actitudes que veía en otras personas, conversaciones. Me guié mucho por los libros, he leído mucho, incluso iba a la biblioteca del colegio donde había hecho la primaria [tuvo que abandonar la educación formal para salir a trabajar por las mañanas] y veía el tesoro de la juventud, que era una enciclopedia del saber direccionada a los adolescentes y jóvenes. Pasaba tiempo también dibujando los ejemplos a través de grandes personajes. Siempre me gustó la historia y la historia personal de mucha gente. Eso me ha llenado también de sapiencia, de aprendizajes, de cómo afrontar la vida.
-Hace poco la radio cumplió 100 años y vos fuiste parte de su época de oro, ¿cómo ves su evolución?
-Yo viví esa época, para mí la radio era el nervio, el lugar donde se reunía la familia, donde escuchábamos todo lo que pasaba en el mundo, donde llegaban todas las noticias, donde se mandaban mensajes para aquellos que vivían en el medio de la nada. La radio siempre ha sido un servicio público excepcional. Creo que nada la pudo superar porque la radio todavía sigue siendo un medio que llega a lugares muy lejanos y los ayuda a estar junto a la civilización.
La familia te mantiene sano, vivo, te hace entender las cosas y te va a aconsejar bien
-Es difícil imaginarse esas épocas, hoy todo parece suceder a través de las redes sociales, ¿qué consejo le darías a alguien que recién está empezando?
-No se es artista si uno piensa en el comercio propiamente dicho: "Voy a grabar esto porque se va a vender mucho". Me parece un absurdo. El que se ama así mismo y ama su profesión debe ir, poner el pecho, seguir adelante y, si no triunfa no importa, hizo lo posible por llegar. Cuando a mí me dicen: "Yo quiero ser famoso", le digo: "Bueno, matá a alguien y vas a ser famoso enseguida". "No usés la cosa física para ser famoso, no". "Sé famoso a través de tu arte, pero después de haberlo logrado... nunca antes". Durante tantos años he visto pasar tanta gente a mi lado, soberbia, que pensaba que ya había tocado el cielo con las manos y fue desapareciendo de a poco y hoy ni la familia se acuerda. Entonces: perdurarán aquellos que tienen talento, que han trabajado para dejar un cimiento en la historia. Esos son los que triunfan, los otros, los que piensan tan estúpidamente, no.
-¿Cómo lograste equilibrar tu vida profesional con la personal?
-Al artista, al deportista o a alguien que trasciende se le van a acercar por lo que significa popularmente y a lo mejor lo van a llevar por el mal camino también. "Yo soy amigo del flaco, chupamos los otros días, la pasamos bárbaro, no pagamos". De eso, vas a estar lleno. El artista que quiera llegar a ser algo debe rodearse de gente que lo quiera en serio, de amigos que lo respeten y que no lo utilicen. Nada mejor que la familia para eso, aunque hay algunos que son utilizados por la familia también. Pero, por suerte, son los menos. La familia te mantiene sano, vivo, te hace entender las cosas y te va a aconsejar bien. Yo siempre les digo a mis hijas: "Cuando vean que estoy haciendo una estupidez, ¿me lo dicen? No me dejen". Uno no es un ser único que sabe hacer todo... uno debe rodearse de un montón de gente valorable que le dé la posibilidad de crecer como persona.
-¿Una de tus metas fue conformar una familia?
-Yo no tuve una familia normal como todos los chicos. Tenía que mentir en el colegio cuando me preguntaban: "¿Y tu papá por qué no viene a verte?" "Porque mi papá está trabajando lejos". O cuando me decían: "¿Y tu mamá por qué no viene? "Porque también trabaja mi mamá". Yo no crecí en una casa, con mi viejo volviendo del laburo y mi mamá haciendo la comida. Yo viví una vida feliz como niño, viví muy bien educado por mis abuelos, supe valorizar lo que es el respeto, crecer por mis medios sin necesidad de pedir nada a nadie y todo eso me lo inculcó mi gente.
Un dura pérdida
A principios de 2019, Lavié vivió una de las pérdidas más difíciles de afrontar: la de su hijo Leo Satragno, fruto de su relación con Pinky. El fundador del grupo El Signo y referente de la música electrónica tenía un avanzado cáncer de intestino y perdió la vida a los 54 años. En ese momento, el músico decidió continuar con la función de La jaula de las locas que estaba realizando en Mar del Plata y le pidió al elenco de la obra que no le diera el pésame. Lavié había visitado a Leo horas antes mientras se encontraba internado en el sanatorio Anchorena. "Es la vida. La vida y la muerte es una misma cosa. El que nace no solamente va a vivir sino que también va a morir. Hay un montón de circunstancias que van a suceder... Caminero del mundo de por vida, eternos... No, no vamos a ser eternos. Tenemos que cumplir un ciclo", expresa.
-¿Cómo transitaste ese duro momento?
-Mi abuela una vez me dijo, ella ya tenía como 90 años: "Querido, ahora que te veo que estás feliz no te asustes si un día de estos me voy". "No digas esas tonterías", le contesté. Al poco tiempo fuimos a un programa de televisión con Pinky a presentar en sociedad a Gastón, nuestro segundo hijo. Era un sábado y habíamos dejado a mi abuela en casa frente al televisor. Cuando volvimos se había ido, estaba muerta. Ella había decidido su muerte en su momento. No hay que tomarlo dramáticamente, hay que hacer de ello un aprendizaje para saber que la muerte está relacionado con la vida. No hay que llorar como lloran ciertas culturas que se revuelcan por el piso y gritan y miran al cielo, hay que recordar a los que se van, lo que dejaron y lo que significaron. Recordarlos así, de esa manera, no con dramatismo.
-¿Por eso no fuiste al funeral de tu hijo e hiciste la función de esa noche?
-Por supuesto, así debe ser. Lo único que te puede curar es donde vos desarrollás las cosas que amás. Por eso, le voy a hacer un homenaje en este streaming a mi hijo Leonardo, porque, por suerte, pude grabar con él un tema y vamos a cantarlo juntos.
-¿Le tenés miedo a la muerte?
-No, hay que prepararse. Uno le tiene miedo a lo que no sabe que va a venir, pero la muerte sabés que va a venir. Hay que tomarlo con tranquilidad y con sabiduría, disfrutar lo que hiciste, lo que lograste, lo que tenés hoy. En mi cumpleaños número 83, que lo viví rodeado de mi familia, en un momento a una de mis nietas le dije: "Pensar que dentro de 17 años voy a cumplir un siglo". Y me dijo: "¿Qué es un siglo?" "100 años", le contesté. "¿Vos vas a estar 100 años?", me preguntó. "Yo confío que sí porque quiero verte crecer", le dije. Me abrazó y me dijo: "Y bueno si no es así seguro que vas a estar mirándome desde una estrellita".
-¿Seguís pidiendo deseos cuando soplás las velitas?
-Siempre pido deseos, nunca hay que terminar de pedir. Siempre hay algo más que te va a ofrecer la vida. Tengo proyectos de acá a 10 años, hay que seguir pensando que los vas a poder llevar adelante.
-Dicen que cantar propaga el virus y que justamente la vuelta a los escenarios va a ser de lo último que regrese, ¿qué sensación tenés mirando el mundo para adelante?, ¿cómo te imaginás el arte pospandemia?
-Uno va a tener que aprender a convivir con esto hasta que haya una vacuna segura y probada. A lo mejor va a ser como cuando apareció la gripe u otras enfermedades, que vivíamos con la espada de Damocles encima. Bueno, apareció la vacuna contra la gripe, la neumonía y contra otras pestes más fuertes y eso hizo que pudiéramos seguir viviendo normalmente. Con esto va a pasar lo mismo. Nosotros vamos a ser los últimos, yo por lo menos no me angustio pensando en esto. Pienso que vamos a poder volver a la normalidad, a tener contacto con la gente, no solo a tenerla cerca sino que, como el público argentino es muy cariñoso, a que te abrace y te bese a la salida del teatro.
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