Raphael y el recuerdo de Raffaella Carrà: “Ha sido una amistad muy bonita, sin envidias, con mutua admiración y cariño”
En medio de un nueva gira, con la que celebra sus 60 años con la música, El Niño recuerda a Raffaella Carrá, habla sobre los realities musicales, el reggaetón y el coronavirus
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Raphael cumple 60 años en los escenarios y a los 78 ha decidido celebrarlo con una intensa gira de conciertos por España y México. Asegura que aún siente “un pellizco en el estómago” antes de salir, y que le emociona especialmente ver a jóvenes entre el público. “Empecé a grabar canciones más para ellos, pero he comprobado que las que más les gustan son las mías de siempre: ´Mi gran noche´, ‘Yo soy aquel’, ‘Digan lo que digan’…”
-Cuando empezó su carrera, España era una dictadura, existía una ley que consideraba al homosexual “en estado peligroso” y el hombre aún no había pisado la Luna. ¿Cuáles cree que han sido los cambios más trascendentales de estos 60 años?
-Hemos adelantado muchísimo en muchos sentidos. Aunque no estoy muy convencido de lo de la Luna, hasta que no vayan otra vez no me lo creeré del todo. ¡Es broma! Aquel día yo estaba cantando en Las Vegas y era muy chistoso ver a la gente aglomerándose en los televisores en un lugar de juego para ver la Luna.
-¿Y qué cambió en usted? ¿Qué queda de aquél?
-Queda lo principal: la voz y la ilusión.
-¿Cómo las cuida?
-La ilusión es que te guste tu profesión y a mí me apasiona. Y la voz tampoco hace falta estar martirizado. Simplemente no fumar, no beber, llevar una vida ordenada.
-¿Sabe cuántos discos ha hecho?
-Pues no sé exactamente, cerca de 100. Uno al año son 60, pero los primeros grababa de tres en tres: el de Manuel Alejandro, el de cosas que a mí se me ocurrían y el de la película de turno.
-Usted, como otros, cantó ante Franco. Y muchos años después, en festivales indies. ¿Cuál es el truco de esa versatilidad?
-Lo de Franco fue una vez. Y la verdad, no sé cuál es el truco. No sé lo que el público puede ver en mí. Y es mejor que sea así. Me limito a hacer lo que creo que sé hacer, y a hacerlo casi todos los días. Trabajo muchísimo.
-En 2015 estrenó una película, Mi gran noche, pero llevaba mucho tiempo sin hacer cine. ¿Por qué?
-No hay tiempo para todo. Sobre todo tal y como se hace hoy el cine. Hay que arreglar con los bancos, los productores… y yo no puedo quedarme esperando. He podido volver cuando ha llegado [el director de la película] Alex de la Iglesia con todo arreglado. A mí me encanta el cine. Me gustaría hacer varias películas todavía.
-Dígame un personaje que le hubiera gustado interpretar.
-Me habría muerto de la emoción hacer en cine lo que hice en teatro, Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Creo que eso es lo mejor que he hecho en toda mi vida.
-¿Se ha enganchado a alguna serie?
-Varias me llamaron la atención. Me encantaría hacer una; otros personajes, otras vidas…
-¿A quién le tiene ganas para un dueto?
-Eso tiene que salir del corazón en el momento porque luego llega la hora de la verdad y dices, “¿para qué me metí yo aquí? O al revés, gente que creías que no, luego te entusiasma. Afortunadamente he tenido más de lo segundo. Ahora estamos trabajando con Pablo López y sé que de ahí van a salir cosas impresionantes.
-¿Qué opina del reggaetón?
-Si me pongo lo hago, pero habiendo otras cosas y sobre todo otros que lo hacen muy bien, ¿para qué me voy a meter?
-¿Y bailarlo?
-Si me pongo, hasta lo bailo también. En cosas más complicadas me he metido.
-¿Cuál fue su gran noche?
-He tenido muchas, pero esa gran noche como yo la sueño está por llegar.
-¿Qué le parece hoy un escándalo?
-Los hay de todos los colores: gubernamental, culinario… vivimos en un escándalo perenne.
-¿Y de quién es la culpa?
-Supongo que de nosotros mismos, que dejamos que esas cosas ocurran. Pero no hablo mucho de eso para no meter la pata.
-Si le pusiera letra al himno de España ¿cómo sería?
-No sería una letra triste, por muchas tragedias que hayamos tenido. Debería ser abierta a todos, llena de positividad. Vivimos en un trozo del mundo maravilloso. Lo digo yo que le he dado la vuelta 20 veces.
-Participó dos veces en Eurovisión. ¿Tiene el nivel de antes?
-Hay un nivel tremendo, pero es de decoración, luces, usan playback… Todo es más seguro. Antes salías a partirte la cara en tres minutos. Ahora es una gran producción, pero no tiene el gancho de antes. Menos trajes, menos moños y más voz.
-Están de moda los concursos de talento musical. ¿Los sigue?
-Me gusten o no, tiene que haberlos, porque es donde se mueve el cotarro. De vez en cuando sale alguien bueno. Lo que no veo necesario es que cada cadena tenga el suyo. Yo no soy de imitar lo que hacen otros, voy a mi aire. Siempre he sido así y creo que es tarde para cambiar.
-¿Y le gustaría ser jurado? ¿Se lo han propuesto?
-Me lo propusieron, pero no me gustaría porque si te lo tomas en serio es mucha responsabilidad. Si vas a exhibirte es otra cosa.
-¿Ha pasado miedo con el coronavirus?
-Creo que lo estamos haciendo francamente mal. Yo sí hago caso, pero veo que mucha gente no se lo toma en serio. Si no salimos de esto la culpa será nuestra. Antes la juventud decía que era un problema de nuestra edad, pero ahora están ellos metidos en esto. Yo he hecho grandes espectáculos, pero todo el mundo con su mascarilla y nadie se ha infectado, pero si todos empiezan a hacer lo que quieran…
-Quisiera pedirle un recuerdo de Raffaella Carrà.
-Al principio de nuestra relación nos faxeábamos y cuando yo estrenaba en España venía de incógnito. Ha sido una amistad muy bonita, sin envidias, con mutua admiración y cariño. Era un ser maravilloso.
-De jubilación ni hablamos, ¿no?
-No. ¿Para qué vamos a perder el tiempo?
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