Ramona Galarza, señora del chamamé
Actuará en el Luna Park, en un festival del que también participarán Los Alonsitos y Los de Imaguaré
Detrás de la iglesia San Francisco de Corrientes se escuchaba cantar a los bohemios serenateros que salían a recorrer la noche los fines de semana con sus guitarras haciendo guaranias, polkas y chamamés. El padre de Ramona Galarza era uno de esos muchachos, y tenía un pequeño boliche a la vera del río Paraná, donde se reunían los musiqueros aficionados. Nunca llegaron a tocar en un escenario, pero su hija llegó a cantar hasta en el Carnegie Hall de Nueva York.
"Mi mamá me contaba que a él le gustaba mucho la música. Se juntaba con otros «cabezudos», como él, y salía de serenatas. Murió de joven y fue el único de mi familia que estaba relacionado con la música. Creo que algo de lo mío viene de ahí", cuenta Ramona Galarza, la dama del chamamé, antes de su presentación de esta noche en el Luna Park, junto a una troupe de chamameceros.
"Será una noche increíble y bastante larga porque habrá muchos números. Pero a la gente le encanta y, como en los bailes, quiere que el recital siga hasta la madrugada", adelanta sobre el espectáculo "Simplemente chamamé", que fue un éxito en la calle Corrientes y que se traslada al ex templo del boxeo, donde participarán Mario Bofill, Trébol de Ases, Los de Imaguaré y Los Alonsitos.
La popular cantora del litoral que grabó una veintena de placas discográficas, participó en nueve películas -entre fines de los años cincuenta y principios de los ochenta- y fue la difusora de un género marginado del folklore oficial, dice que por el lugar del que viene no podría cantar otra cosa que chamamé. "Es la música de allá. Está muy arraigada en nosotros, como nuestras comidas, nuestras costumbres. Por eso, cuando los correntinos nos venimos para Buenos Aires nos traemos todo para acá, pero mi pensamiento siempre está en el chamamé y en Corrientes", cuenta la legendaria cantora, nacida en 1940, que vivió toda la adolescencia en la capital correntina y se mudó hace treinta años a Buenos Aires, como tantos otros migrantes que vinieron a probar suerte a la capital.
Ramona pasó de ser la cantora favorita de los campeonatos escolares de su provincia, a participar en una orquesta provincial y de allí a convertirse en "La novia del Paraná", durante el boom folklórico de los años 60, y construir un repertorio de clásicos como su versión en guaraní de "Kilómetro 11", que la llevó a cantar en el Lincoln Center y en el Carnegie Hall, en los años 70.
Ella se define: "Me considero una autodidacta, una cantora natural que surgió espontáneamente, como muchos músicos de mi provincia. Aunque hace unos años que estoy estudiando para poder llegar bien a cada actuación, porque ya no soy una piba sino una señora antigua", dice Ramona, y se ríe de la ocurrencia.
La simpleza de su interpretación, enhebrada a un gusto popular, transformó a Ramona Galarza en la referente del género tradicional, con éxitos como "Merceditas", "Pescador y guitarrero", "Río rebelde", "Virgencita de Caacupé" y "Bañado Norte". Eso mismo la diferenció de otra representante de su región, Teresa Parodi, que venía como una renovadora de la canción social, con temas como "Pedro canoero". Las dos parecían caminar por las veredas opuestas de la misma música. "Yo a gatas era una cantora popular y ella una creadora de la nueva generación -cuenta Ramona-. Pero me molestaba que la gente dijera cosas que no eran ciertas."
-¿Qué cosas?
-Cosas para enemistarnos porque teníamos estilos diferentes, y está bien que así sea. Por suerte, la conocí y fue algo muy lindo. Cantamos mis chamamés clásicos y los temas de ella. Yo lo disfruté mucho. Siempre lo estamos añorando.
Se refiere al espectáculo "Correntinas", que las llevó por todo el país, aterrizó en el Luna Park por varias noches y terminó en un memorable disco compartido, que tuvo dos volúmenes: uno en 1993 y otro en 1995.
-¿Cómo piensa que está el género en la actualidad?
-Creo que además de los correntinos que siempre están escuchando nuestra música hay un público nuevo que se está acercando. Creo que es porque el chamamé se baila abrazado, como el tango, y es la única danza folklórica donde la pareja se toca.
-Pero quizá todavía no logró la proyección nacional que sí tuvo la chacarera.
-Me parece que tiene que ver con que el chamamé es muy regional. Por ejemplo, Santiago del Estero es la provincia que tiene un folklore propio como la chacarera. Ellos son los dueños de la chacarera y Corrientes es sinónimo de chamamé.
-¿Ustedes se sienten los dueños del chamamé?
-Noooo, para nada. A nosotros nos gusta compartir. Dentro del mismo litoral, hay diferentes estilos, depende en la zona en la que uno haya nacido. Yo soy de la ciudad de Corrientes, que es la que tiene chamamé, pero Formosa tiene una influencia más paraguaya y Misiones un costado del inmigrante europeo. No nos sentimos dueños, pero amamos nuestra música y tenemos incorporado el chamamé hasta en nuestra forma de hablar.
-¿Que les diría a los que todavía tienen prejuicios con respecto a su música?
-Que el chamamé no muerde y que siempre te recibe con los brazos abiertos, chamigo.
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