Ramón Ayala y la canción del Litoral
El creador de clásicos como "El cosechero" y "El mensú" se presenta esta noche, junto a los Hermanos Núñez
"Hace cincuenta años que me fui de mi tierra, pero nunca me olvidé." Ramón Ayala, el célebre artista misionero cuyas obras dieron la vuelta al mundo, se puede ver todavía de niño llegando a la zona del Dock, en Avellaneda, a fines de la década del cuarenta, con sus cuatro hermanos y su madre. "Tendría unos diez años y todo era nuevo para mí." Ésos recuerdos de la infancia, como los del rancho en que vivían en el pueblo de Guarapo, fueron tan fuertes que se transformaron en un cuerpo de obra de trescientas canciones, entre las que sobresalen "El cosechero", "Mi pequeño amor", "Retrato de un pescador", "Posadeña linda", "El mensú", "Alma de lapacho" y "Canto al río Uruguay".
Siempre trató de volver en una canción a su tierra, estando lejos. "Al alejarte vos del monte tuyo, lo ves con síntesis, con lejanía, con añoranza; lo ves con el color de la vida. ¿Sí o no? Vos estás viendo toda una región decantada por tu mirada, tus propios colores, tu propio cielo", relata el músico, de 86 años, que esta noche, junto a Los Hermanos Núñez, tocará en el ND Teatro esa obra que lo transformó en un tótem de la canción litoraleña y que inspiró el documental del fotógrafo Marcos López.
Ramón Ayala siente por Misiones lo mismo que sintió el escritor Horacio Quiroga. Le gusta hacer esa comparación: "Él hizo toda su obra en Misiones. Si no hubiera existido Misiones, no sé si Quiroga hubiera sido todo lo grande que fue con el cuento. Ahí tenía toda la materia. Fue allá como fotógrafo de Leopoldo Lugones y cuando llegó a ese «país», porque era un país distinto, se encontró con la esencia, la magnitud, la profundidad, los duendes y el misterio que tiene esa tierra. Yo, también, soy una consecuencia de esa tierra".
-¿Recuerda cómo salieron sus canciones más populares, como "Posadeña linda"?
-Fijate que "Posadeña linda" fue escrita en Barcelona. Era un canto a la tierra misionera, pero como la mujer es la forma más visible de la creación, la que da a luz, sin ser electricista, la vía por la que estamos nosotros aquí, entonces se me ocurrió representar a la tierra por medio de la mujer. Estaba yo en Barcelona, pero como uno lleva la tierra puesta es lo mismo estar acá que allá, y así nació la canción. Creo que letra y música nacieron juntas. Es como un cuento: "Y me fui por la bajada vieja". Después empecé a tomar la punta del carretel y va saliendo la canción. La poesía, con sus propias leyes, trata de traer la flor de la palabra con su aroma y luminosidad. Mira el vuelo que ha tomado todo eso con el tiempo.
En la casa de Ramón Ayala reina un silencio de monasterio. El lugar es perfecto para sus arrebatos musicales, para mostrar el alcance de su voz. Dice que ahora sabe cantar. De repente se para y se pone a cantar desde una escalera, a capela. Quizá Ramón Ayala cante así a viva voz para que se escuche la voz de los que van río abajo con su cosecha. Quizá quiera hacerse notar en el universo, porque dice que somos apenas un instante, una chispa de luz. Quizá quiera inspirar a otros con su poesía, como lo inspiraron Pablo Neruda y Nicolás Guillén. En todo caso, al verdadero Ramón Ayala hay que buscarlo en sus canciones y en sus cuadros, donde estallan los verdes, los amarillos, los turquesas, los celestes. El otro Ayala es misterioso, un performer nato. Antes de cerrar la charla se va hasta su habitación y trae las anotaciones de un poema para una mujer que sólo vio una vez en la vida y terminó hace unas noches. Con su mejor voz de poeta, dice: "Un poema capta la impresión de ese momento y queda ahí en ese poema para siempre. A la mujer no la veré mas, pero quedará el poema".
Su voz queda resonando como el eco de todo esa imaginario misionero que imprimió belleza, como un fogonazo de colores, a una canción litoraleña, que quedará por siempre.
Temas
Más leídas de Espectáculos
"¡Lo logramos!". El Chavo volvió a la TV tras años de tironeos por los derechos del querido personaje de Roberto Gómez Bolaños
En fotos. De la pancita de Jennifer Lawrence al simpático encuentro entre Nicole Kidman y Demi Moore
"Fue un regalo". “Caramelito” Carrizo: una boda que soñó por años y la forma en que estuvo presente su hermano