Quique Rangel de Café Tacuba: "Además del racismo exterior, Roma muestra que los mexicanos también tenemos que curar algo por dentro"
Desde hace veinticinco años los Café Tacuba se fueron acostumbrando (y nos acostumbraron) a dar pasos grandes en Buenos Aires. Aquellos primeros e incendiarios shows en Prix D’ami y Dr. Jeckyll, el íntimo concierto presentación de su álbum de culto Revés/Yo Soy ("en la Argentina es donde más gustó ese disco"), el cartel compartido con Gustavo Cerati en el estadio Obras, las funciones en el teatro Gran Rex con Adrián Dárgelos como invitado,la grabación de un álbum con público en el sótano de un coqueto restaurante porteño de San Telmo y hasta un puñado de festivales multitudinarios en los últimos años. Esta noche, los mexicanos sumarán un hito más en su estrecha relación con el país: se presentarán en el Teatro Colón, acompañados por una orquesta sinfónica y en el marco del Festival Únicos (en una función doble, con su compatriota Lila Downs en primer turno), que se extenderá hasta el domingo y por el cual también pasarán Gustavo Santaolalla, Pedro Aznar, Juanes y Luciano Pereyra, entre otros.
"En México nos preguntan cómo es que nos permitieron tocar en el Colón", asegura risueño Quique Rangel, bajista todoterreno de la agrupación y el integrante de Café Tacuba que aceptó el desafío de componer un tema inspirado en la película del momento, Roma, de Alfonso Cuarón, para un proyecto discográfico que se editó el viernes pasado y del que también participaron Patti Smith, Beck y Billie Eilish, entre otros.
–Antes de este concierto, ¿habían tenido algún acercamiento de su música con una sinfónica?
–La única experiencia con arreglos sinfónicos que tuivimos fue en 2017, en un festival que se hizo en Los Ángeles. Allí tocamos con la Filarmónica, dirigida por Gustavo Dudamel. Para esa ocasión los arreglos los hicieron entre David Campbell, el músico y padre de Beck, y Mario Santos, nuestro arreglador.
–¿Y qué temas de su repertorio eligieron?
–Fue Dudamel el que sugirió el acercamiento, porque mucho del trabajo de él tiene que ver con estas adaptaciones de música tradicional mexicana, sobretodo danzones de un autor que se llama Arturo Márquez. Él tenía más o menos una idea de cuáles de las canciones de Café Tacuba podían encajar. No lo conocíamos y para nosotros fue una muy grata sorpresa cómo se dio ese contacto. Teníamos referencias de su trabajo pero nunca lo habíamos visto.
–¿Qué encontraron de nuevo en sus canciones al sumar este tipo de orquestación?
–Yo estoy acostumbrado a que nuestra música tenga una dirección y un espacio. Sé que mi instrumento se conecta a un amplificador y a un parlante y que eso tiene una salida por los parlantes del público. Pero aquí al ser toda una orquesta se vuelve envolvente. Por otra parte, creo que también se vuelve más líquida la música. Las canciones se transforman en otras.
–En lo personal, ¿has tenido algún tipo de acercamiento a la música clásica?
–La verdad es que no, mis padres tenían algunas selecciones de música clásica y creo que "El Cascanueces "era lo que más escuchaba, porque a mis hermanas le gustaba hacer que bailaban, pero me declaro un incompetente en la materia. Ya mayor me acerqué a la cosa más electroacústica, algo más contemporáneo, pero la música clásica no es algo que pueda entender muy bien. Es curioso, porque convirtiéndome en músico, tampoco me dio permiso ni me dio ninguna llave para comprenderla. De hecho, tal vez sí conociendo más la historia he podido aprehender algunos elementos de la música clásica.
–Hasta no hace mucho tiempo, el rock parecía no tener lugar en este tipo de teatros líricos.
–Sí, cuando se presentó Babasónicos nosotros justo estábamos aquí en Buenos Aires y supimos que hubo un intercambio de opiniones. Es una pena que los creadores, el quehacer y el público esté en medio de un debate así. Lo bueno de todo eso es que se van definiendo estos temas, que a veces son anacrónicos. Porque si son para mantener las cosas buenas, perfecto, pero si son para limitar el desarrollo de la música y de la creación, habría que cuestionarlo.
–¿Cómo fue la experiencia de componer un tema inspirado en la película Roma?
–Estuvimos de gira en los Estados Unidos el año pasado y nos contactaron para ver si estábamos interesados como Café Tacuba de formar parte de un disco inspirado en la película. No la habíamos visto, pero finalmente coordinaron para que pudiéramos verla en algún lugar cercano, en algunos screanings privados, porque todavía no había salido la película. La fuimos viendo, unos en Chicago, otros en Los Angeles y viendo los tiempos que no teníamos, decidimos declinar la participación. Un par de semanas después, yo todavía me había quedado con una idea que creía que podía funcionar y luego de charlar con la producción me animaron a hacerlo por mi cuenta.
–¿Cómo lo trabajaste?
–Empecé a tomar algunos elementos que recordaba de la película, imágenes y sonidos y frases, ya que la premisa de la invitación para todos fue poder hacer uso tanto de las canciones de los años 70 que se utilizan en la película, todas de un momento muy preciso y evocador, como también usar del banco de sonido que recopilaron para recrear el ambiente de las calles de México. Algunos de ellos todavía se siguen escuchando en la ciudad, como el del afilador con su flauta, que es muy emblemático, o el mar de Veracruz. Yo tomé algunos elementos como el del afilador y la estación de radio que marca la hora y que rellena con publicidad, muy evocadora de nuestra infancia. De hecho, ese es el título de la canción, "La hora exacta". Además, un poco en el espíritu de Cuarón de hacer mucho más que dirigir la película, intenté hacerlo todo yo y ver qué resultaba. Si bien canto coros para Café Tacuba, yo yo soy un cantante, pero me pareció que era un reto interesante acompañar ese espíritu de Roma de usar personas que no son precisamente actores. Yo no soy precisamente un cantante, pues bueno, voy a cantar.
–¿Cuál fue tu primera impresión cuando viste la película?
–A mí me gustó. Yo no pertenezco a la generación de Cuarón, soy diez años menor, pero conocí ese México que está planteado allí. Yo nací en una ciudad como Minatitlan Veracruz y a los seis años mi familia se mudó a las afueras del DF, cerca de Ciudad Satélite y cuando íbamos al centro las calles eran eso, la presencia del gobierno hegemónico del PRI y todo eso también. No viví en una familia ni en una casa como está planteada en Roma, pero sí conocía ese esquema de familias. En mi casa no había ayuda doméstica o era muy eventual, pero sí en la famlia de mis primos existe una persona que es tan fundamental para la existencia de esa famillia de Roma como el personaje de Cleo. Por otra parte, hubo conexiones tan sencillas como las del personaje Zovek [N.del R.: conocido como "El Houdini mexicano", por sus actos escapistas, sus proezas físicas y sus capacidades mentales], que es un personaje que realmente exitió. Incluso mi hermano era más fan de él y cada vez que salía en la televisión había que ir a ver qué maravilla iba a hacer. Es curioso, porque viéndolo en la pantalla, parece una de esas cosas que podría haber salido de una película de ficción. Ahí me di cuenta de que es verdad eso que la gente dice sobre la cultura mexicana, que tiene estos elementos surrealistas y todo. Es un lugar común y un tema trillado, pero reconocerlo en una película es agradable.
–¿Cómo fue recibida la película en México?
–Más allá de la polémica que tuvo Roma sobre la manera de distribución, que se pasaba primero en Netflix y todo eso, en México se discutió mucho acerca de si era correcta o no la película. Además, una parte del cuestionamiento es que si esta serie de premios y reconocimientos que tiene no vienen de estar vendiendo una imagen de un México con una estética exótica. Todo eso es probable que así sea, pero hablando de eso que a los europeos y a los gringos les parece exótico, se pueden abrir algunas puertas. Y es también reconocer las diferencias que existen entre los mexicanos y los latinoamericanos, de clacismo, de racismo, muy velado, pero que existe también entre nosotros. No es solamente el racismo que recibimos de afuera, tenemos también algo que curar por dentro. ¿Qué tanto ayuda al diálogo o a curar eso? Bueno, al menos abre el tema para discutirse.
–El año pasado giraron por los Estados Unidos, ¿sintieron diferente la situación tras las medidas tomadas por el gobierno de Donald Trump?
–Lo que se siente es miedo, al menos entre el público que nos va a ver, que son mexicanos y latinos de diferentes países. Hubo seguidores que nos contaban que por ahí a su papá le hubiera gustado venir pero hacía tres meses lo habían deportado y así. Es real. Eso que vemos en las noticias existe. O gente que dice que no puede ir a visitar a su familia a México porque después no puede regresar. Por eso la gente sigue deseando que vayan los grupos y que toquemos y le llevemos un poco de eso que dejaron atrás.
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