Rosalía, Goldfrapp, LCD Soundsystem y rescates vintage como el de los Pop Tops marcan el rumbo musical de la serie
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Estrenada el 30 de abril en Netflix, la serie española El inocente es una adaptación de la novela de suspenso The Innocent, escrita por Harlan Coben. La música tiene un lugar secundario pero está muy bien elegida para acompañar el enigma que se va desarrollando a lo largo de los capítulos. Así es que echan mano al dance, el pop oscuro de los 80, artistas poco transitados de la escena contemporánea y extremos del pop español como Rosalía y el rescate vintage de los Pop Tops. Lo que sigue es una selección de canciones que se escuchan en El Inocente en orden cronológico.
“Mamy Blue” (Pop Tops, 1971). Este hitazo global de una suerte de soul bubblegum firmado por los españoles Pop Tops aparece sonando en el segundo episodio como un flashback sonoro que acompaña un viaje al pasado. Sale de una radio tan vintage como la canción que, de hecho, no paraba de sonar nunca. La historia es curiosa: la compuso el francés Hubert Giraud pero el manager de los Pop Tops se apuró a comprar los derechos y llevar al grupo a Londres, donde finalmente la grabaron. Fue número uno en Alemania, Francia, Bélgica, Noruega, Dinamarca, Suiza, Suecia y Austria pero en el medio anglo no pegó: número 35 en Reino Unido y 57 en Estados Unidos.
“Just Like Honey” (The Jesus and Mary Chain, 1985). Identificada por la cinefilia como la canción que cierra la película Perdidos en Tokio (Sofía Coppola, 2003), esta yuxtaposición única de sugar pop y noise pos punk es la firma de uno de los grupos más influyentes de la segunda mitad de los 80. Comparados con los Sex Pistols por sus revoltosos shows que duraban apenas media hora, los hermanos Reid de Glasgow dejaron grabado Psychocandy, uno de los mejores discos debut de la década. “Just Like Honey” es su marca de estilo: primer plano para una voz que musita mientras al fondo se escucha un apocalipsis de ruido. Nunca volverían a repetir la hazaña de este álbum.
“Fall In Love With Me” (Tim Booth & Angelo Baladamenti, 1996). Uno de los puntos más altos del soundtrack está en esta colaboración entre Tim Booth, el cantante de James, y el compositor y arreglador Angelo Baladamenti (notorio por sus bandas de sonido para David Lynch). “Fall In Love With Me” es una suerte de sublimación del arte de Roy Orbison que le hubiera quedado muy bien a un ángel pop del bel canto como Rufus Wainwright. Como muchas de las mejores cosas, la vida de Booth & The Bad Angel fue breve: un solo álbum (Booth and the Bad Angel) y dos sencillos. Discografía perfecta.
“I Know You Are But What Am I?” (Mogwai, 2003). Solo para entendidos. Este instrumental con cierto efecto ambient concebido bajo la larga sombra de Satie (que tiene un cameo en el soundtrack también) y el minimalismo de los años 60 recupera a una de las revelaciones de la segunda mitad de los 90. De Glasgow, como The Jesus & Mary Chain, se destacaban por crear atmósferas instrumentales donde la textura de los instrumentos era el elemento predominante. De ahí que se los incluyera en la internacional del pos rock donde se puede ir de Chicago (Tortoise) a Reykjavik (Sigur Ros). Un ejercicio de experimentalismo del que nadie sacó tanto provecho como Radiohead.
“Oh la la” (Goldfrapp, 2005). La acción que abre la serie se desencadena en un ambiente de discoteca en el que se dejan oír distintas variantes de la electrónica pura (house, trance) o esta canción dance punzante y sexy situada entre Garbage y el Primal Scream más tecno. Con un estribillo que trae reminiscencias de “The Passenger” (Iggy Pop), la voz de Alison Goldfrapp orquestada por el arsenal electrónico-digital de Will Gregory consigue un efecto adictivo en la genealogía del “Personal Jesus” de Depeche Mode, algo que se podría llamar blues posindustrial.
“Sleeping Lessons” (The Shins, 2007). Esta canción partida entre una primera mitad atmosférica y otra acelerada con los rasgos que pasaron del pos punk al rock indie de festival forma parte del álbum mejor vendido en la historia del sello independiente Sub Pop, que catalizó la escena grunge entre 1988 y 1991. Mucho más prolijos que Mudhoney y demás bandas de garaje que abrieron el camino para Nirvana, se destacan por sus arreglos antes que por la composición.
“Third Day of a Seven Day Binge” (Marilyn Manson, 2015). Lejos de la controversia del personaje andrógino y sórdido que había construido para los tiempos de Antichrist Superstar, el Manson que suena en El inocente es, al fin, una versión contemporánea del mejor Alice Cooper (su ancestro) de los 70. Su noveno álbum, The Pale Emperor, que incluye esta canción, fue su mejor cosecha en mucho tiempo y uno de los más sentidos, ya que en el proceso de grabación el artista perdió a su madre. Hard rock cíborg y dramático en la madurez de un provocador que acaso ya no asuste a nadie pero mantiene su convicción estética.
“Oh Baby” (LCD Soundsystem, 2017). Casi en el comienzo del primer capítulo de El inocente se advierte ese murmullo digital que desemboca en esta extraña balada cósmica firmada por el multifacético James Murphy, que revitalizó la escena dance trayendo algo del funk blanco de los Talking Heads para darle a la escena electrónica una nueva perspectiva. “Oh Baby” está incluida en el notable álbum American Dream y es casi un género en sí misma: demasiado vital para el chill out, demasiado meditativa para ser bailada. Tiene en su estructura varias capas de electrónica: desde las vetustas secuencias de Tangerine Dream al blues digital de Moby.
“A Ningún Hombre” (Rosalía, 2018). Fuera del hit de los Pop Tops, cantado en inglés por cierto, lo único español que se escucha en esta banda de sonido es Rosalía, la fantástica cantaora 2.0, en un track a capella donde el estilo del flamenco se escucha tuneado. “Voy a tatuarme en la piel/ tu inicial porque es la mía/pa’ acordarme para siempre de lo que me hiciste un día”, remata en un minuto y treinta y cuatro segundos de pura intensidad que en su máscara electrónica recuerda a los tracks vocales de Björk.
“Beaten Down” (Sharon Van Etten, 2020). Con tres discos editados, Sharon Van Etten (Nueva Jersey, 1981) completa la parte más contemporánea del soundtrack de la serie con un registro de canción electrónica intimista que recoge la influencia que PJ Harvey ha proyectado sobre las cantautoras de su generación. En Epic Ten (2021) se mandó con un disco doble en el que replica sus propias canciones en duetos con artistas como Lucinda Williams y Fiona Apple.
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