Quién es Ysy A, el músico y emprendedor de 21 años que se disputan todas las discográficas
Todavía era Alejo Nahuel Acosta, un adolescente de 13 años que iba al Ingeniero Huergo de Caballito y bailaba breakdance en el monumento del Parque Rivadavia. Una noche de marzo de 2012, Ysy A se sentó frente a su computadora, armó un evento de freestyle en Facebook y cambió para siempre la historia del hip hop en la Argentina. Al primer encuentro fueron 14 personas en total y tuvieron que decirle a un grafitero amigo que se sumara para completar la llave de ocho participantes. Alejo ganó la competencia y obtuvo de premio los 10 pesos que le dio un señor que pasaba por ahí. "Para la coca, pibe", le dijo.
Para la segunda fecha, ya eran 30 personas y para la tercera Muphasa, que entonces tenía 18 años, se sumó como socio de Alejo. El encuentro de batallas ya tenía como nombre El Quinto Escalón, en referencia a la escalera del Parque Rivadavía donde se realizaba, y tendría un crecimiento tan paulatino como constante. Cinco años después, se había convertido en la competencia de plazas más grande de habla hispana y muchas de las grandes estrellas de la música urbana actual habían dado allí sus primeros pasos. Como Duki, Wos y Paulo Londra, por ejemplo. Pero a Alejo, que ya era Ysy A, empezó a notar que los encuentros y los videos en YouTube que se volvían virales se llenaban de un público demasiado joven, que poco entendía de la cultura hip hop. "Parecía un espectáculo de Cris Morena y yo me sentía Topa, te lo juro", cuenta ahora.
Parecía un espectáculo de Cris Morena y yo me sentía Topa
En paralelo, había encontrado en el estudio un refugio donde pasar horas rapeando y experimentando con métricas enrevesadas que hoy son parte de su marca de estilo: el flow de Ysy A tampoco es para nenes. "Le vi la veta al estudio y no a putearme con pibitos que ni conocía", explica. Entonces entabló amistad con Neo Pistea y organizó la primera gira nacional de trap. Aprovechó los contactos que había hecho en todo el país por ser el fundador de El Quinto Escalón y así lanzaron el "Quiero ganarme la vida tour", que iba desde San Martín de Los Andes hasta Ushuaia durante los meses más fríos del año. "Yo no conocía la nieve", se ríe.
Una vez que le puso fin a El Quinto Escalón, reproches de gran parte de la escena mediante, Ysy A se metió de lleno en la música. Para marcar distancia con aquel público preadolescente, acuñó un sonido crudo y rimas a la par. "Del Quinto Escalón no soy porque rompí la mierda hoy", escupe en "Dame droga", la canción que él mismo define como su "primer freestyle con autotune". "Busqué desapegarme de todo lo que no me interesaba, fue decirles 'Todos ustedes que están viendo batallas, no vengan porque esto no les va a gustar', recuerda. "Mi objetivo fue darle esa impronta, subir el rango de edad, y lo lo logré. Hoy en mis estadísticas de Spotify tengo más gente de 28 a 34 que menores de 18".
Ysy A piensa de manera orgánica el arte y los números. Esa mentalidad emprendedora que explotó a los 13 años hoy le permite ver todo el panorama de una música que tracciona millones. "Supe convertirme en un hombre de negocios", dice sin ningún tipo de culpa. Hoy tiene una marca de ropa propia, edita su material de forma independiente y tiene sus oficinas en Palermo, donde está construyendo una "base de operaciones" que próximamente incluirá estudio de grabación. Todo "hecho a mano", como el título de su segundo y, por ahora, último disco, un trabajo que se ubica cómodo entre lo mejor del trap argentino. "Ahora se acercan Sony, Universal, Warner, pero no estuvieron viendo todo lo que nos costó. No voy a permitir que se lleven ni rédito ni mucho menos plata. Nunca nos dieron pelota y tampoco voy a permitir que nos exploten".
Pero la cronología de los hechos tiene momentos clave entre aquélla gira por el Sur y su último disco. Y la mayoría de esos mojones están signados por su amistad con Duki. Ambos delinearon gran parte del sonido del trap argentino y fueron los que, en palabras de Ysy A, le dieron "la unión con el mainstream". Las noches en el estudio de grabación dieron fruto enseguida y cuando junto a Neo Pistea formaron #ModoDiablo, la cosa explotó por el aire. "Le supimos dar pie y conexión a la historia", afirma Ysy A. "No fue que se terminó El Quinto y Argentina estuvo quieta sin saber a dónde mirar. Al toque saltamos nosotros".
Terminado El Quinto Escalón, en 2017, con un Malvinas Argentinas agotado para la última fecha, 2018 fue el año de explosión definitiva del trap argentino. Y claro, Ysy A estuvo allí. Al éxito de #ModoDiablo con "Quavo" (un título que hace referencia a uno de los miembros de Migos, el trío de trap estadounidense) y de Duki en solitario con hits transversales como "She Don't Give a FO", Ysy A se sumaría con una apuesta arriesgada para un universo que se mueve al pulso de los singles: sacar un disco. Así fue como en noviembre publicó Antezana 247, su álbum debut en el que ya se nota con claridad sus intereses por definir un sonido bien local. "Sacar discos y hacer shows, yo estaba muy seguro de que ese era el camino para hacernos eternos", dice.
Ver esta publicación en Instagram"Estoy perdido entre las notas de lo que grabé". [R] 24/4 ATH ft. @o.n.i.r.i.a
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Antezana 247 es, también, la dirección de la casa de Villa Crespo donde Ysy A y Duki vivían por aquellos años y a la que llamaban La Mansión. Si hoy se busca esa dirección en Google Maps, el marcador dice: "La casa de Alejo". En ese punto geográfico se cocinaron gran parte de los hits fundacionales. "Hacíamos música re volada" cuenta Ysy A. "Cuando me di cuenta de que tenía un montón de canciones que hablaban sobre lo que estábamos viviendo ahí adentro, supe que tenía que hacer el disco y ponerle así". Lo que ambos vivían ahí adentro incluía excesos varios que no pretende ocultar: "Me estaba drogando un montón y experimentaba ahí, nos quedábamos encerrados, no salíamos a bardear. No me jode hacerme cargo de toda la imagen que di. Por eso ves un cambio muy grande en mis letras, porque ese cambio se dio en mi vida, pero no me arrepiento de nada".
El cambio de Ysy A no se dio solo en las letras. Su música también se mueve de un lugar a otro, siempre con el hip hop y su flow como núcleos principales. En agosto de 2019, lanzó el single "Traje unos tangos", en el que incluye bandoneones y a partir del cual consolidó el tag con el que se define: "El varón del trap". Entre su lista de influencias tangueras, destaca a Julio Sosa, Edmundo Rivero y las orquestas de Aníbal Troilo. "Les saco jugo, las estudio mucho, puedo escuchar 10 veces la misma canción para grabarme un detalle", cuenta. "Del rock argentino me gustan mucho Los Redondos, Pescado Rabioso y Babasónicos. Mis letras son bien argentinas y estoy en la búsqueda de lograr un combo de la argentinidad en el sonido, lo voy a tener que buscar en el estudio porque no sé cómo explicarlo en palabras. Nunca me encasillé, puedo hacer lo que yo quiera".
Parado en el centro de la escena de la música urbana argentina, Ysy A en verdad puede hacer lo que quiera. Para eso viene trabajando desde los 13 años. Cuando, además de organizar El Quinto Escalón, se subía a los subtes y trenes a rapear y pasar la gorra y con lo recaudado, organizar festivales de hip hop que incluían bandas en vivo, concursos de graffitis, beat box, freestyle y breakdance. Hoy, sin miedo a dar procesos por terminados y comenzar nuevas etapas de inmediato, busca llevar todo al próximo nivel. "Siento la responsabilidad de aportarle a la música argentina lo mas que pueda, nos quedó una posición regalada, llegamos hasta acá por puro amor y por inercia del corazón", se entusiasma. "Quiero compartir y expandir mi energía. Apuesto mucho a artistas nuevos, a que más guachos puedan vivir de esto, que no sean dos o o tres los que llenan lugares. Tengo el plan decidido pero no definido, siempre fue así: apuntar y matarse".
Cuando tenía 10 años, Ysy A, que todavía era Alejo Nahuel Acosta, vio en YouTube a Don Omar haciendo una "tiradera" en un estadio lleno. A partir de ahí supo que quería más de eso. Desde que a los 13 fundó El Quinto Escalón y hasta ahora, rapeó durante todos los días de su vida. Logró que su familia entendiera que eso era lo que quería ("Mi mamá hizo todo lo posible para que yo no sea esto y lo soy igual", se ríe). Hoy, su madre tiene la letra de "Alma" como imagen de perfil en su WhatsApp, tuvo un hijo que le cambió la vida ("Me hizo entender todo, fue toda la información que necesitaba para que el mundo no me parta, me frenó de hacer cosas malas y le dio valor a lo que hago, tengo que dejarle algo enorme", dice).
Alejo Nahuel Acosta escribe como pocos y construye rimas como nadie. Cuando habla, suelta conceptos claros con un vuelo poético que se le cae de los labios casi sin darse cuenta. "El tiempo siempre me gana", dice Alejo sobre las ansiedades que maneja internamente y la frase parece destinada a hacerse canción. Vive en estado de gracia artística desde hace por lo menos dos años, y lo sabe. Pero Alejo ya no es más Alejo. Aquel pibe que se hizo presentador de batallas a la fuerza y tuvo que dejar de competir en el mismo encuentro que fundó, ahora cambió, mutó, transmutó y acá está: "Hoy soy Ysy A, tengo 21 años y me cago de risa".
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