En el pueblo caluroso y polvoriento de Vacaville, California, a mitad de camino entre Sacramento y Oakland, se encuentra la cárcel lúgubre en la que Bobby Beausoleil, un hombre delgado, apuesto y muy elocuente a sus 72 años, pasa la vida tras las rejas por el asesinato de un músico amigo suyo, Gary Hinman, ocurrido hace 50 años tal vez como resultado de un negocio de drogas que salió mal, o simplemente como consecuencia de un robo a mano armada, de acuerdo con la versión de los hechos que prefieras creer. Y todo bajo la sombra ominosa de otro de los amigos de Beausoleil: Charlie Manson, el petiso terrible, el famoso cerebro del culto hippie de la muerte y ex convicto hipnotizador sentenciado en 1971 por los horrendos crímenes de Tate-LaBianca que dejaron a siete personas muertas y a un puñado de sus seguidores tras las rejas, y que murió en 2017 provocando el pesar de unos pocos.
Beausoleil está ahora en la sala de visitas de la cárcel, las manos esposadas al escritorio. Los ventiladores apenas mueven el aire. Lleva puestos unos jeans, una camiseta de preso que le queda ajustada y unos anteojos sin marco que dejan ver sus ojos amables. Beausoleil, que dice profesar la fe budista, sonríe fácilmente, y nadie podría negar que, a simple vista, parece un buen tipo. De hecho, el último enero pasó favorablemente la audiencia por la libertad bajo fianza, por primera vez desde que entró en 1969 y tras 18 pedidos rechazados, bajo el principio de que "no plantea riesgos de causarle daño a la sociedad", según la explicación del comité, y de que "ha aceptado plenamente la responsabilidad por sus acciones que causaron la muerte del señor Hinman".
Sin embargo, el comité que puso la firma bajo el informe tiene algunos motivos de duda, especialmente relacionados con la versión de los hechos de Beausoleil, que no es compatible con la versión oficial que dice que el 25 de julio de 1969 Manson lo mandó a robarle a Hinman unos 20.000 dólares que se rumoreaba que la víctima había obtenido de una herencia. Al no encontrarse el dinero, le ordenó matarlo, pero no antes de aparecer él mismo en la escena y cortar a Hinman con una espada, entre la oreja y la mejilla. La versión de Beausoleil gira, en cambio, alrededor de un negocio de drogas que salió mal, sin que Manson ordenara ni hiciera nada. Fue en razón de estas discordancias que, en audiencias previas, la libertad condicional le había sido negada con el argumento de que a través de esta historia Beausoleil estaba tratando de tomar distancia de Manson y de los crímenes que siguieron. En la última audiencia el tema dejó de ser tan importante: el consejo decidió dejar atrás el pasado en base a un examen psicológico de 2016 que sostiene que es "estadísticamente poco probable" que Beausoleil vuelva a cometer crímenes, y para que el convicto pueda dar vuelta la página.
Entonces la decisión de hacerle caso al consejo y poner a Beausoleil en libertad quedó en manos del nuevo gobernador de California, Gavin Newsom.
Beausoleil tenía esperanzas: "Me gusta Newsom", dice. "Es un tipo corajudo, y habla mucho de reformar el sistema de justicia criminal. No planeo quedarme acá mucho tiempo más, ya me despedí de todo el mundo". Beausoleil hizo planes: antes de caer preso, era un músico prometedor. En San Francisco, fue líder de una banda llamada Orkustra que alguna vez llegó a tocar junto a Grateful Dead. También tocó por poco tiempo la guitarra rítmica con el grupo que luego sería Love, pioneros del rock psicodélico. Era un chico con cara de bebé, de apodo Cupido, que usaba un sombrero bajo y tenía una arrogancia cool tan cautivante que el director de cine under Kenneth Anger lo incluyó en una película, Lucifer Rising. Como todo el mundo en esos días, Beausoleil se dedicaba plenamente a ser un rebelde. Pero entonces se fue de San Francisco en 1968, rumbo al sur. Conoció a Manson en un concierto en una posada de ruta en las cercanías de Los Ángeles. Beausoleil creía tener talento y pasó un tiempo con Manson y su grupo en Spahn Ranch, donde manejaba un jeep ruidoso por el Valle de la Muerte. No se consideraba parte del grupo de Manson, pero le gustaba pasar tiempo con ellos, reírse, drogarse, tener sexo, tocar música, ser libre.
"Era genial", dice. "Eso es lo que la gente no entiende. Al principio era todo diversión. Pero, a la vez, quizás eso era lo que Charlie quería que yo viera: al músico vagabundo y feliz. Para otras personas, el asunto era completamente distinto. ‘Hagamos lo que funciona en el momento, sea lo que sea’: esa era la filosofía global de Charlie".
Beausoleil todavía toca. En la cárcel terminó la banda de sonido de Lucifer Rising, y desde entonces sacó otros seis discos. Fue líder de varias bandas de presos, tocó con varias Stratocaster propiedad de la prisión, y con una guitarra acústica que conectaba a una pila doble A con clips y hierro de soldadura para sacarle un sonido eléctrico. Beausoleil también es un artista, y sus piezas fantasiosas, llenas de temas mitológicos, pueden encontrarse con facilidad en internet. Hace dos décadas, dibujaba escenas de chicos a los que les daban palmadas en la cola para newsletters como Sassy Bottoms, publicado por su difunta esposa Barbara, antes de que las autoridades los descubrieran y le ordenaran discontinuar la tira, a pesar de que un inspector postal afirmara que los dibujos no llegaban al grado de pornografía infantil. Como sea, Beausoleil tiene una cantidad de talentos que él cree que pueden ser de utilidad en el mundo exterior. Ya tuvo una reunión con Holt McCallany, una de las estrellas de Mindhunter, la serie de Netflix sobre los comienzos del perfilamiento de asesinos seriales en el FBI, para un posible proyecto cinematográfico.
"Es un preso ejemplar", dice McCallany. "Estoy convencido de que estamos frente a un hombre que solo piensa en tratar de reconstruir lo que le queda de vida. La idea de que va a volver a cometer un crimen no tiene nada que ver con la realidad: si no fuera por su vínculo con Manson, de hecho, hace tiempo estaría en libertad".
¿Qué le gustaría hacer a Beausoleil fuera de la cárcel? "Primero que nada, conseguirme un perro. Tengo 71, y las mujeres todavía compiten por mí. No sé por qué. Estuve 31 años casado con un hermoso ser humano, y cuando ella murió... no me gustaría empezar una relación, ¿sabés? Solamente estoy pensando en ser soltero y adoptar un compañero, que es lo que hice cuando estuve en la calle antes. Los únicos momentos en los que me metí en problemas fue cuando no tenía un perro. El último se llamaba Hocus".
En abril, sin embargo, Newsom rectificó la decisión del consejo y dejó a Beausoleil tras las rejas, al menos por un año más, cuando el caso vuelva a revisarse.
Newsom dijo que entendía que Beausoleil solo tenía 21 años al momento de matar a Hinman. Y que reconocía que había pasado la mayor parte de su vida tras las rejas, tratando de ser una mejor persona. Pero, en definitiva, el crimen le parecía demasiado horroroso. "El señor Beausoleil ayudó a la familia Manson a perpetrar el primero de sus horribles crímenes de alto impacto, en lo que ellos consideraban era el comienzo de una guerra racial que acabaría con la civilización tal como la conocemos. Beausoleil y otros miembros del grupo tuvieron encerrado a Hinman y lo torturaron a lo largo de varios días, tratando de obtener su dinero para financiar su causa apocalíptica. Después, Manson cortó a Hinman en la garganta y le arrancó una oreja, antes de que Beausoleil lo acuchillara hasta matarlo".
Hay una gran cantidad de errores en el relato de Newsom. Para empezar, Manson no le cortó la garganta a nadie, y tampoco tiene mucho sentido su preocupación por si Beausoleil vuelve a fumar marihuana si sale de la cárcel. Lo cierto es que, para el gobernador, Beausoleil tiene al menos una responsabilidad parcial en los crímenes que iban a venir. Y por supuesto que ningún gobernador en su sano juicio cometería la torpeza política de dejar libre a nadie relacionado con los crímenes de Manson justo en el 50° aniversario de los hechos de Tate-LaBianca y con la llegada de Había una vez....en Hollywood de Quentin Tarantino, con su Manson sonriente y su cohorte de chicas asesinas, además de las infinitas revisiones de los comentaristas televisivos sobre lo que pasó, no pasó o puede haber pasado.
Además, tenemos al primo de Gary Hinman, Kay Hinman Martley, que dijo que "el jurado lo condenó a muerte, y le dieron una segunda oportunidad cambiándola por cadena perpetua, que es lo que se merece", y le pide a quien lo quiera escuchar que firme contra la libertad condicional en el sitio noparoleformansonfamily.com. Y también está Debra, la hermana de Sharon Tate, que dijo: "Su plan para la libertad condicional es llevar la vida grandiosa de una estrella de rock, básicamente viviendo de las royalties de sus propios crímenes. Cincuenta años y nada cambió. ¿Qué va a pasar si está afuera y le empieza a ir mal? Lo mismo que pasó entonces. Esa es la naturaleza de un sociópata. No cumplir con las leyes de Dios, ni con las del hombre. Ponerlo en la calle es poner vidas en peligro".
Así que Beausoleil sigue acá sentado en la sala de visitas, y dice: "Mi historia se trata de cómo logré interactuar con el mundo y cómo superé todo el tema del crimen y de Manson. Mi historia tiene que ver con cómo rompí mi propia prisión para entender lo que le hice a Gary. Pero no sé si alcanza para compensar lo horrible que es quitar una vida. A la familia de Gary le debo una vida. Y yo tomé la horrible decisión de cometer un acto horrible. No hay nada que pueda cambiar eso. Pero, de acuerdo con la ley estrictamente, ya cumplí mi tiempo". Aunque tenga razón, el Hocus de sus sueños va a tener que esperar.
***
Hasta hace poco, la llamada "teoría Helter Skelter" de los asesinatos de Tate LaBianca (tal como la promulgó el fiscal Vincent Bugliosi, fallecido en 2015) ha sido la explicación habitual de los crímenes, y a grandes rasgos justifica también los motivos aducidos por Newsom para negarle a Beausoleil la libertad condicional. Se trataba, según esta teoría, del comienzo de una "guerra racial" en la que Manson y sus seguidores, en medio del caos que ellos mismos habrían de generar, iban a asumir el control. Hoy en día puede parecer un extravío lunático, pero en la época en la que Bugliosi se lo vendió al jurado, y al resto de país, tenía perfecto sentido que una canción de los Beatles pudiera sintetizar un pensamiento sobre el homicidio en masa, de forma tal que el 8 de agosto de 1969, Manson mandó a Tex Watson, ex atleta de secundario, Susan Atkins, que alguna vez cantaba en el coro de una iglesia, Patricia Krenwinkel, ex alumna de un colegio católico, y a una recién llegada llamada Linda Kasabian, a matar a todos los que estuvieran en la casa del 10050 de la calle Cielo Drive en Los Ángeles. La carnicería contó con la presencia entre las víctimas de Sharon Tate, 26, esposa del director Roman Polanski; el peluquero de celebridades Jay Sebring, 35; el guionista Voytek Frykowski, 32; y Abigail Folger, heredera de la familia Folger, 25. A la noche siguiente, otra vez bajo la dirección de Charlie y con la ayuda de un nuevo miembro (Leslie Van Houten, ex reina de la belleza de su escuela), los asesinos repitieron el formato, esta vez sobre el dueño de una cadena de comercios, Leno LaBianca, de 44 años, y su esposa Rosemary, de 38. En las dos escenas, los asesinos escribieron las frases "Cerdos", "Healter Skelter" y "Muerte a los cerdos" con sangre de las víctimas en las paredes, la puerta y la heladera. Y así, dejando las muertes vinculadas a la causa de las Panteras Negras, fue como empezó la revolución.
Por supuesto, la revolución nunca ocurrió. Y todos los involucrados menos Kasabian, que no participó en los asesinatos y ofreció pruebas al estado, fueron presos y condenados a la cámara de gas, hasta que la pena de muerte fue cambiada por cadena perpetua. Bugliosi, el fiscal, escribió un libro sobre su triunfo, Helter Skelter, el policial de no ficción más vendido de toda la historia, y Manson pasó los siguientes 48 años proclamando su inocencia, haciendo morisquetas frente a las cámaras, y en general comportándose como un loco de remate. En 2013 me tocó pasar dos días con él en la prisión estatal de Corcoran, donde me golpeó el antebrazo, llamándome alternativamente "querida", "soldado" y "maricón" antes de anunciarme que me mataría si pudiera. Manson me decía que él era "un marginal, un mafioso, un rebelde, un desesperado". "Cuando disparo, no aviso" era otra de sus frases. Puede ser que todo eso haya puesto mal a la conductora Diane Sawyer de ABC allá por 1993, a la que le ladró las mismas bravuconadas.
Mientras tanto, Beausoleil, ya tras las rejas, decidió que nadie iba a deberle un favor. Llamado a testificar en 1973, en el juicio de otros socios de Manson, dijo en la corte: "Estoy en guerra con todos en esta sala, así que mejor recen para que nunca salga de la cárcel". Ese mismo año le concedió una entrevista a Truman Capote, pionero del policial de no ficción. (Durante mucho tiempo, A sangre fría fue el segundo bestseller del género, detrás de Helter Skelter). Ahí Beausoleil aparece como un idiota narcisista:
Capote: ¿Veías a Manson como un líder? ¿Sentías que te influenciaba?
Beausoleil: Por favor, no. Él tenía su propia gente y yo la mía. Si alguien influenció a alguien, fui yo a él.
Capote: ¿Te parece que está bien matar a gente inocente?
Beausoleil: ¿Quién dijo que eran inocentes?
Capote, más tarde: La verdad es que los LaBianca y Sharon Tate y sus amigos fueron asesinados para protegerte.
Beausoleil: Ya veo de dónde viene todo esto…
Capote: Esos crímenes fueron imitaciones del asesinato de Hinman, para probar que no podrías haberlo matado, y sacarte de la cárcel.
Beausoleil, más tarde: Si un miembro de nuestra familia estaba en riesgo, no lo abandonábamos. Entonces, por amor a un hermano que estaba en la cárcel por un tema de asesinato, se dieron todos esos crímenes.
En otras palabras, y de acuerdo con este intercambio: al diablo con Helter Skelter y la guerra racial. Todo eso no tuvo nada que ver: los crímenes tuvieron por objeto sacar a Beausoleil de la cárcel. Tiene algo de sentido, ya que los mensajes escritos en sangre por el grupo de Manson imitaban lo que Beausoleil escribió en la pared de Hinman, con la sangre de la víctima: las palabras "político cerdo" y una impresión de una huella de pantera. En cierto punto, Beausoleil aceptó que se había puesto en contacto con el grupo tras su arresto: "Les hice llegar novedades y en dos días habían matado a siete personas". Así que, sin el asesinato de Hinman, los asesinatos de los LaBianca no habrían existido.
En años recientes, esta teoría suplantó el esquema sensacionalista del Helter Skelter de Bugliosi como el motivo más probable de los crímenes, al punto de que la sostiene un episodio de la segunda temporada de Mindhunter. Lo que el Manson de la serie dice es bastante parecido a lo que el Manson real me dijo en persona. "Ese fue el motivo que tenían exactamente". ¿Y quién vino con la idea de un crimen de imitación? ¿Tex y Susan Atkins? "Lo sé, pero no me gusta delatar a nadie". Un momento después, acotó: "No fue solo una persona. Fue el grupo entero. Fueron todos".
Probablemente es cierto, tomando nota del charco psicótico en el que todos los miembros del grupo estaban chapoteando, lo que también deja lugar a la teoría Helter Skelter y a muchas otras teorías. Está esa que involucra al productor de Beach Boys, Terry Melcher, que había vivido en la casa de Cielo Drive, y que según Beausoleil le prometió a Manson 5.000 dólares por su canción "Cease to Exist" y luego se arrepintió, lo que a un chico vengativo como Manson pudo haberlo enojado al punto del homicidio.
La ensayista Joan Didion escribió sobre aquellos años: "Nada se podía decir, pero todo se podía imaginar". Pero, en el rancho, estaba permitido hacer o imaginar lo que fuera, especialmente cuando llegaba la noche y el ácido empezaba a hacer efecto, y la piel tocaba otra piel, y todos los anhelos y necesidades y miedos se mezclaban. "Al principio todo era amor y paz", dice Beausoleil. "Charlie era divertido y muy profundo: hacía pequeñas improvisaciones cómicas y te morías de risa".
Pero después, el 1º de julio de 1969, Tex Watson tuvo una pelea con un vendedor de drogas negro llamado Bernard Crowe y Manson salió del rancho a pegarle un tiro. Pensó que Crowe era un Pantera Negra, que lo había matado y que las Panteras iban a venir a buscarlo: la idea de ir a la cárcel lo preocupó y la paranoia le llenó la cabeza de ideas. Necesitaba dinero y necesitaba protección, que obtuvo de parte de una patota de motoqueros llamada The Straight Satans. En cuanto al dinero, Manson había escuchado que Gary Hinman, un músico hippie y budista, había recibido una gran cantidad, así que decidió robárselo y mandó a Beausoleil a hacer el trabajo, junto a Mary Brunner y Susan Atkins.
También puede ser que el motivo del crimen fuera distinto. Según Beausoleil, le había comprado a Hinman mil dosis de mezcalina a cambio de 1.000 dólares, de parte de los Straight Satans. Pero los muchachos apenas tomaron una parte, dijeron que les cayó mal y pidieron de vuelta su dinero. Así fue que Beausoleil fue al lugar de Hinman en Topanga Canyon, con la compañía de Atkins y Brunner, que aparentemente solo querían tomar un poco de aire. Hinman era un estudiante de sociología de 34 años de la UCLA, algo así como un activista político, un pianista, un profesor de música. Beausoleil había vivido un tiempo con él y lo consideraba un amigo. "Era un blandito", dice Beausoleil, "pero Dios lo tenga en la gloria, porque merece mi respeto, aunque en ese momento un blandito no me parecía respetable".
***
Beausoleil había crecido en Santa Bárbara, California. Era el más grande de los cinco hermanos del matrimonio católico de una ama de casa y un padre trabajador que de día repartía leche y a la noche manejaba una licorería. Vivían en una casita para veteranos. A la edad de 12 años, Beausoleil ya tenía problemas de ausentismo, que lo llevaron a pasar un año en un reformatorio cuando tenía 14. Después se fue a Los Ángeles, donde comenzó a tocar la guitarra, y luego a San Francisco, donde formó Orkustra. Bajando de nuevo al sur, lo encontramos en el Laurel Canyon probando ácido lisérgico, dando vueltas en compañía de Manson y los suyos, y finalmente llegando a la casa de Gary Hinman en Topanga Canyon.
"Cuando conocí a Bobby, en medio de la noche, él tenía 19", me dijo Manson. "Tenía una galera, mocasines indios y un halcón en el hombro. Tocaba la guitarra, agarraba cualquier guitarra como si le perteneciera, tenía mucho espíritu. Era realmente cool, y es un tremendo ser humano, ¿sabés? Nos gustaba mucho tocar juntos. En cuanto a lo de Gary Hinman, hizo un buen trabajo. Hizo lo que había que hacer. Me pidió ayuda, y lo ayudé en lo que pude, pero él quería estar a cargo. Y está bien. Beausoleil... ¿sabés lo que significa? Sol hermoso".
Beausoleil fue cambiando con los años su versión de lo que pasó en la casa de Hinman. Pero esto es lo que sabemos, más o menos: la noche del 25 de julio de 1969, armado con una pistola nueve milímetros, entró en la casa de Hinman con Brunner y Atkins. Le pidió el dinero pensando que todo iba a ser como "comerse una uva". Hinman les dijo que no tenía nada. Beausoleil lo golpeó en la cabeza un par de veces con el revólver. Hinman les mostró la chequera, para que vieran que estaba sin un centavo. Después de una discusión violenta, Hinman les firmó la entrega de sus dos camionetas, una Fiat y un VW de fines de los 50, solamente a cambio de que se fueran. Trato hecho, todo bien.
Entonces hubo un golpe en la puerta. Hinman abrió, y del otro lado estaba Manson. Una de las chicas lo había llamado diciendo que necesitaban ayuda. Así que ahí estaba, dispuesto a conceder el tipo de ayuda que siempre podía dar: sin rienda, sin motivo y con resultados catastróficos.
"¡Charlie!", le dijo Hinman con alegría. Hinman había pasado tiempo en el rancho, conocía bien a Manson y lo apreciaba. Sin decir nada, Manson sacó una espada y dio un sablazo, cortando a Hinman a la altura de la mejilla.
Beausoleil estaba desconcertado. Estaba por irse, con los papeles de los autos en la mano, y ahora esto. "¿Por qué hiciste eso?", le dijo a Manson, mientras la mejilla de Hinman chorreaba sangre por todo el lugar.
Manson le contestó: "Para mostrarte lo que es un hombre". Y entonces se fue, dejando a Beausoleil y a las chicas a cargo de la situación. En algún punto, alguno de los tres –Beausoleil dice que fue él– trató de coser la herida con hilo dental. El día siguiente lo pasaron tratando de convencerlo de que no fuera al hospital, que así solo lograría que la policía se inmiscuyera. Pero Hinman no se convencía, y entonces hubo otro llamado al rancho. Esta vez fue Beausoleil, que le dijo a Manson: "Mirá, man, me dejaste este problema. Viniste y lo cortaste a este tipo, algo realmente innecesario. Así que es tu problema".
Manson dijo algo así como: "Bueno, ya sabés lo que tenés que hacer, igual que lo sé yo".
Beausoleil salió de la casa. "Di vueltas, me hice la cabeza y tomé la decisión. Sentí que tenía dos opciones: llevarlo al hospital o matarlo. Entonces le metí un cuchillazo. Creo que para el segundo él ya estaba tirado en el piso. No me di tiempo para pensar. Lo hice un par de minutos después de llamar a Charlie. Me sentía atrapado, fue un momento de desesperación animal". Se toma un minuto, y entonces agrega: "Lo que me empezó a parecer obvio con el tiempo es que el estado en el que estás bajo la influencia del miedo, la desesperación, la paranoia o la furia es el estado mismo en el que perdés la capacidad de pensar".
Pasa otro momento. "Después de matar a Gary, volví al rancho", sigue Beausoleil. "Un día, Charlie me encontró junto a un arroyo y me dijo: ‘¿Cómo se siente matar a un hombre?’. Fue brutal de su parte. Recuerdo que estaba jugando con un cuchillo. Fue un momento terrible, tanto como acuchillar a un hombre y tener que acuchillarlo de nuevo porque la primera vez no alcanzó para matarlo". Poco después, Beausoleil se metió en el Fiat de Hinman y se dirigió al norte, rumbo a San Francisco. La maldita camioneta se fundió cerca de San Luis Obispo, y Beausoleil decidió dormir una siesta. Los policías lo rodearon, encontraron el cuchillo que había usado con Hinman, y eso fue todo. Era el 6 de agosto de 1969.
Dos días después, con Beausoleil ya encarcelado, y bajo órdenes explícitas de Manson o no, Tex Watson salió con las chicas a cometer sus crímenes tremendos, dejando signos similares a los que Beausoleil había dejado en lo de Hinman. De ahí la teoría del crimen imitado. La única debilidad de esta teoría, de acuerdo con Beausoleil, es que nunca fue verdad, no importa lo similares que fueran los crímenes o lo que él pudo haberle dicho a Truman Capote, ni su testimonio anterior frente a la corte respecto del llamado al rancho, ni ninguna otra cosa. Para Beausoleil, la teoría Helter Skelter era un sinsentido ("En los 20 meses que estuvimos juntos, nunca lo oí a Charlie hablar de guerra racial ni nada parecido, ni siquiera después de matar a Bernard Crowe") tanto como la teoría de la imitación.
"Mirá", dice, "no llamé a nadie después de que me arrestaran. El único teléfono en el rancho era un teléfono público, y no podés llamar por cobrar desde un teléfono público a otro".
¿Y lo que escribió Capote en los 70? Beausoleil dice que era pura ficción, nacida de las fantasías de Capote y de un cerebro empapado de alcohol. "Él tenía un fetiche con los jóvenes lindos que mataban gente. Yo solo era un vehículo para él". Como prueba, cita, con razón, las controversias alrededor de A sangre fría, muchos detalles y escenas que, con los años, mucha gente empezó a creer que habían sido inventados o, al menos, muy exagerados.
Pero cuando Beausoleil dice este tipo de cosas, es difícil saber qué pensar. Mató a un hombre. Se pasó los primeros diez años en la cárcel mintiendo acerca de su participación. Su historia actual, acerca de una venta de drogas que se frustró, solo la sostiene él. Las otras personas involucradas –Atkins, Brunner– dijeron que fue un intento de robo, aunque Manson en algún momento se acopló a la explicación de Beausoleil. Pero ellos también son todos célebres mentirosos. Es una confusión que lastima el cerebro.
***
Hasta cierto punto, charlar con Beausoleil bajo el calor de la sala de visitas de Vacaville es como charlar con cualquier otro perdedor, alguien que cuenta historias de sus días de gloria en San Francisco a fines de los 60, en el Verano del Amor. Cómo se ponía ese sombrero y la gente lo conocía por eso, y cómo su grupo, Orkustra, una vez teloneó a Grateful Dead, y él vio a un tipo en el público que tenía el mismo sombrero, así que le dijo a Jerry Garcia: "Hey, Jerry, él tiene uno igual", y Jerry le dijo: "No te preocupes, Bobby, todos saben que vos sos el original".
En gran medida, Beausoleil pasó su tiempo en la cárcel volviéndose mejor persona. Trabaja editando videos y creando contenidos multimedia para el sistema de la cárcel. Trabajó con jóvenes en situaciones de riesgo. Completó varios niveles de un programa de comunicaciones no violentas, y ha estado activo en grupos de alcohólicos anónimos. Construyó su propia guitarra doble.
"A nadie lo define lo peor que hizo en su vida", dice, "a menos que eso sea lo único que hizo. Ni siquiera a Charlie". Ahora parece triste, con los dedos entrelazados, y los ojos algo llorosos. "¿Sabés qué fue lo más difícil?", dice. "Superar la vergüenza por lo que hice".
Es complicado escucharlo hablar sobre vergüenza y de cómo se perdonó a sí mismo por haber asesinado a un hombre a quien consideraba un amigo. Por supuesto, la vida en la cárcel no fue fácil. Tuvo conflictos con supremacistas blancos, primero en una horrible pelea entre pandillas en 1974, y una vez más cuando uno de ellos intentó vengarse en 1982. "Me apuñalaron cerca del corazón y en ambos pulmones. Exactamente lo que yo le hice a Gary. Es karma, man. En la sala de operaciones, de hecho, estuve muerto, y haber podido volver de esa experiencia, de una manera muy íntima, me ayudó a darle un cierre al trauma. Por más loco que suene, cuando pasó, fue algo bastante sanador. Lo que le hice a Gary es lo que me hizo este trastornado a mí. Y yo también estaba trastornado cuando maté a Gary, si no, no habría hecho lo que hice".
Dice que estas experiencias no lo hubieran cambiado tanto si un amigo suyo no le hubiera mandado un papel con un dibujo psicodélico. Cuando todavía tenía sentencia de pena de muerte, esperaba hasta la noche, cuando había pasado el infierno del día, y masticaba ese papel, embarcándose en viajes de LSD que lo distanciaban de sus circunstancias actuales, y le abrían los ojos a otras posibilidades. Aún hoy, le resulta difícil describir los cambios que ocurrieron; solo puede decir que: "Fue el principio de que las cosas se sacudieran un poco, eso seguro. Fue catártico. No fue algo instantáneo".
Pero después vuelve a la idea del asesinato de imitación, para separarse de la serie de asesinatos que empezaron dos días después de su arresto.
"No tuvieron nada que ver conmigo", dice. "Yo no tenía ese tipo de seguidores. Esto es lo que pasó. Al mandar a Tex a lo de Tate, él se estaba ocupando de dos problemas. Uno era que, como Tex había sido testigo cuando Manson mató al Pantera Negra, Manson necesitaba atarle las manos a Tex, para que no lo delatara. El otro problema era que Terry Melcher lo había cagado con esa canción. Yo sé que se dice que él sabía que Melcher ya no vivía ahí, pero creo que es pura mierda. En un momento, yo estaba en una celda con Charlie y le dije: ‘¿Qué mierda pasa?’. Él nunca admitió que había hecho algo mal, pero de repente parecía avergonzado. ‘Mandé a Tex para matar a Terry’, me dijo. Y después explotó todo. Así fue. Te lo garantizo. No tengo dudas. Tex fue allá en busca de un solo hombre. Todo lo demás, como el Helter Skelter y la guerra racial, vino después".
Por supuesto, lo demás vino después. Lo que él dice puede ser sincero, o puede ser pura basura, o puede ser una mezcla, o puede ser lo que él cree. Charlando con él en la sala de visitas, es difícil que el tipo no te caiga bien, es difícil no querer perdonarlo, no querer creerle, aunque no le creas. Estuvo acá 50 años. Fue mucho tiempo.
Erik Hedegaard
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