"Voy a dejarles todo lo que pueda". Para Freddie Mercury, para Queen, siempre se trató de eso: de dejarlo todo. De un exceso de formas, de pulir el detalle, de la técnica impoluta, de sonar, también, para todos. Incluso en sus composiciones de estructuras más ambiciosas ("Bohemian Rhapsody", "Innuendo"), se percibía un destello pop que las hacía apta para las masas, para el público rockero y para el no rockero también. Y Made in Heaven, el último disco de estudio del grupo, del que este viernes se cumplen 25 años, es ese último grito -el dejarlo todo que Freddie Mercury le había prometido a Brian May durante las sesiones de grabación- cuyos ecos no iba a escucharlos él pero sí el mundo. El álbum, de hecho, fue publicado cuatro años después de la muerte del cantante. Una promesa cumplida, una presencia trascendental.
Por eso, el título (en español "Hecho en el paraíso") tiñe el disco de esa épica con la que Queen y su público atravesaron el dolor: la confianza de estar presenciando algo que está bien. Hay, también, mucho de anti-rock en ese nombre. La cultura que coquetea con el diablo y lo prohibido desde el mítico iniciático de Robert Johnson a "Sus majestades satánicas" de los Rolling Stones, mas los viajes a lo profundo del infierno del heavy metal, tiene acá un contrarrelato. ¿Cuánta irreverencia puede tener un disco "hecho en el paraíso"? Visto así, poca. ¿Gracias a qué giro en la trama pudo un homosexual víctima del VIH SIDA, la enfermedad maldecida de los 80, convertirse en portavoz de un público transversal? Made In Heaven, más el título que su contenido, es parte importante en la construcción de ese relato, de esa subversión de lo establecido.
El proceso de grabación de Made In Heaven fue bien espaciado en el tiempo. Freddie Mercury había grabado sus partes pocos meses antes de su muerte el 24 de noviembre de 1991 y el resto de la banda recién volvió al estudio a terminar el trabajo recién dos años después. La idea de Brian May, Roger Taylor y John Deacon fue, junto al productor Richard Davis, aprovechar todo el material que había dejado el cantante y diseñar el disco a partir de ahí, como si fuese uno más del grupo. Todo el proceso, tanto con Freddie Mercury en vida como después de su muerte, tuvo al estudio del grupo en Montreax, Suiza, como base de operaciones. No hay nada mejor que casa.
Una vez en el mercado, Made In Heaven tuvo las ventas esperadas para un disco póstumo de Freddie Mercury. Más de 5 millones de copias vendidas, al tope de los charts en Europa y doble platino en Argentina. Eran años de alternatividad al palo tras la muerte de Kurt Cobain, en 1994, y del reinado del britpop con Oasis y Pulp disputándose visibilidad. Queen, por supuesto, profundizó sus puntos fuertes. El amor setentista por lo majestuoso y el pulso pop de los 80 se mantienen como el pathos de lo que ya había sido probado y comprobado mil veces. Brian May con su guitarra de distorsión amigable y Freddie Mercury con la garganta perfecta y profunda. El melodrama operístico del cantante, como si fuera un barítono de bravura, cargaban a las canciones de una contextura heroica (ver Muse para un ejemplo actual). Y aquí, incluso cuando la muerte estaba a centímetros suyo, nada de eso se pierde. El dolor está presente en las interpretaciones, claro, pero desde la épica no del vencedor vencido sino del vencido vencedor. Que el inicio del disco sea con "It's A Beuatiful Day" ("Es un día hermoso") es todo un desafío, no a la muerte, sino al oyente: el día es hermoso a pesar de la ausencia y es el ausente quien viene a remarcarlo.
Y aunque en la sumatoria la lista de temas es despareja, Made In Heaven extendió el legado hitero del grupo. "Too Much Love Will Kill You", que Brian May ya había transformado en éxito en su disco solista Back To The Light (1992), y "Heaven For Everyone" se sostienen como canciones que bien podrían haber sido parte del repertorio ochentoso del grupo, más orientado hacia el power pop. Los crescendos que elevan las melodías hasta el cielo, se acentúan como fórmula ganadora. "Esto podría ser el paraíso para todos", canta Freddie Mercury en una línea que, dados los acontecimientos, no hace más que borrar esa línea de lo terrenal con lo celestial, como si fuera posible un tráfico libre entre ambas esferas.
"Mother Love", cuarto tema del disco pero el último que Freddie Mercury grabó en su vida, está repleto de guiños y referencias escondidas que le dan a la canción un carácter de mítico cuando se la escucha con el diario del lunes. Según contó el propio Brian May, antes de grabar el verso final, Mercury le dijo que necesitaba descansar, y que volvería en los días posteriores a terminar la sesión. Nunca sucedió. Por eso, la última estrofa fue completada por el cantante y a modo de coda se agregaron líneas de la versión que había hecho de "Goin' Back", un tema de Carole King: "Creo que voy a volver a las cosas que aprendí tan bien en mi juventud".
Pero vayamos a la obra y no al proceso. Made In Heaven contiene diez canciones y trece tracks. Una vez terminada la lista, se incluyen una reversión de "It's A Beautiful Day" en el número 11 y un instrumental como track escondido en el 13. El 12 dura apenas 5 segundos y una sola palabra, es la voz de Freddie Mercury diciendo/cantando/gritando/exhalando/gimiendo/finalizando: "Yeah". Así con esa expresión del ser rockero & canchero, los Queen que no eran Freddie Mercury decidieron hacer decir a Freddie Mercury. Un gesto de autoridad y eliminando los golpes bajos que sí suenan en varios momentos del disco.
Made In Heaven es un capítulo más en el relato de Queen como esa banda ATP que viene a salvar al mundo a pura belleza, sin puntos desagradables. Un relato idealizado que continúa hasta hoy y tuvo a la película Bohemian Rhapsody como apuesta fuerte de esa historia oficial. Los buenos bien buenos y los malos bien malos. El tratamiento de la estrella como un ser inmaculado para que entre a todos los hogares.
Por eso, ese "Yeah " final no es más que una reafirmación de la victoria (es el grupo que cantó "We Are The Champions" después de todo) por sobre el dolor. Freddie Mercury, LA VOZ del rock, había muerto y ahora estaba en el cielo "haciendo" su último disco. Freddie Mercury en las manos de Dios. Y ya sabemos que tiene que hacer Dios con la reina: salvarlo, salvarla.
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