Qué música suena en Detrás de sus ojos, la miniserie protagonizada por la hija de Bono, Eve Hewson
El estreno más comentado del mes en Netflix, la miniserie británica Detrás de sus ojos, se ubicó rápidamente entre los diez títulos más vistos de la plataforma. Basada en el libro homónimo de 2017 de Sarah Pinborough, este triángulo amoroso envuelto en el suspenso de un thriller psicológico con alto octanaje erótico tiene también su relato sonoro. En principio, la inquietante Adele (Eve Hewson) no solo tiene nombre de cantante sino que es la hija de Bono, lo que ata a la serie en un vínculo de sangre con la cultura pop. Salvo por algunas excepciones, el soundtrack de la serie (a diferencia de, por ejemplo, The end of the f***ing world aquí la música es espaciada y no tiene una relación tan inmediata con el guion) ancla en nombres poco conocidos evitando el clasicismo o el efecto vintage. La playlist que sigue es entonces una invitación a descubrir muchos de los artistas que suenan por Detrás de sus ojos.
“Cry to me” (Solomon Burke, 1962). Por alguna razón que debería profundizarse, el soul clásico de los 60 aparece como una solución recurrente en la musicalización de las series en la era streaming. Esta apropiación del pop negro de los Estados Unidos excede los decorados de época y parece haberse instalado como una indicación sonora de estado de ánimo, ya fuera eufórico o melancólico-nostálgico. Uno de los clásicos de Burke (1936-2010), “Cry to me” fue rápidamente convertida en cover por los Rolling Stones que la incorporaron a su repertorio en vivo de la era Brian Jones. Se la considera una canción pionera en el cruce de country, gospel y R&B. Musicaliza una escena de Louise (Simona Brown), la joven negra que queda envuelta en la relación retorcida entre Adele y David (Tom Bateman).
“This woman’s work” (Kate Bush, 1989). Una de las madrinas de la canción pop experimental, las atmósferas de Bush impregnan mucha de la música nueva (y poco transitada) que se escucha en la serie. Su nombre es, sin dudas, el más reconocido de todo el soundtrack de la serie y esta canción al piano de su exquisito álbum The Sensual World tiene en sí misma el ADN de casi todo lo que se escucha en la serie aunque sea en breves fragmentos o perdiéndose entre los títulos. El video con el que Bush lanzó el álbum es una magnífica pieza audiovisual más cerca del registro de un cuadro de danza contemporánea que del videoclip. Hay que decir que la serie no está a la altura dramática de la Bush, una de las figuras más incorruptibles de la música pop inglesa.
“Golden touch” (Razorlight, 2004). Como un eco londinense de The Strokes, con un indisimulable gusto por The Kinks, Razorlight fue formado por el guitarrista Johnny Borrell como un spin-off de The Libertines. “Golden touch” es un hit pos brit pop con todos los vicios del retro que le permitió al grupo llegar al número dos en la lista de discos más vendidos en 2004; telonear a los Rolling Stones en Europa y participar en el Live 8 de 2005. Acaso el toque más rocker en el soundtrack que se desvanece en ese arreglo de cuerdas al final, un reconocimiento explícito al clasicismo en el que la banda se sustentó.
“Nicest thing” (Kate Nash, 2007). Como los Arctic Monkeys, la solista Kate Nash (1987) pasó de una plataforma en desuso como MySpace al mainstream de la industria discográfica empujada por Lilly Allen que la señaló como la gran cosa nueva. Esta canción de su debut Made of Bricks la muestra en su faceta más intimista acaso deudora de Regina Spektor y, también, de la ya citada Kate Bush. En vivo es pura dinamita como se la pudo ver en su debut porteño en el teatro Coliseo. El potencial que la joven Nash exhibía en este disco, sin embargo, no se sostuvo en el tiempo, pero en la serie contribuye a afilar el suspenso y la tensión que acerca y separa a los tres protagonistas.
“Rocking Horse” (Kelli Alli, 2008). Las referencias a Escocia son permanentes en Detrás de sus ojos y esta canción que da nombre a un álbum grabado en estudios de Glasgow y Edimburgo trae ecos esotéricos de la cultura celta a la serie. Kelli Alli (nacida Kelli Dayton en 1974) fue la voz de Sneaker Pimps, una banda segunda marca de la ola trip hop de los 90 liderada por Massive Attack y Portishead. “Rocking Horse” es su canción más escuchada en Spotify (como solista tiene muy pocos seguidores para su trayectoria) y está envuelta en un clima folk-místico muy alejado del sonido de los Pimps y más cerca de la música de Fairport Convention o Incredible String Band, pero también con Bush como faro.
“Never forget you” (Noisettes, 2009). ¿Qué fue primero? ¿El martirio de Amy Winehouse o el éxito de Mad Men? Entre ambas cosas se disparó una corriente de neo soul purista (clavándole visto al hip hop) que se disemina en varias de las series que ya fueron repasadas en esta sección (Big Little Lies, por caso). “Never forget you” dialoga con el clásico de Solomon Burke como uno de los pocos momentos poptimistas y bailables en el soundtrack solo que fue grabado casi cincuenta años después. La canción fue publicada en Wild Young Hearts, el segundo álbum del trío liderado por la bajista y cantante Shingai Shoniwa, nacida en Londres de padres zimbabuenses. Su nombre de resonancias chinescas viene sin embargo del dialecto bantú shona y significa “ser valiente, bravo, corajudo”. También se corresponde a una escena de Louise quien parece construida entre el patrimonio y la novedad del pop negro.
“I know places” (Lykke Li, 2011). Nacida en Suecia, pero con una infancia nómade entre Portugal, Marruecos y Nepal, Lykke Li Timotej Zachrisson (1988) apareció hacia fines de la primera década del siglo XXI como otra de las voces femeninas que eran mucho más interesantes que el rock de guitarras que a esa altura daba señales de agotamiento crónico. Entre el piano, las bases electrónicas y un arsenal percusivo peculiar había construido un sonido propio en su debut Youth Novels y el posterior Wounded Rhymes de donde la serie tomó prestada “I know places”, una canción minimalista e íntima que se despide en forma de suite con una coda que parece un nuevo comienzo. Detrás de sus ojos abre la puerta (una simbología onírica omnipresente en la trama) a esta compositora que merece ser explorada.
“Bittersweet symphony” (London Grammar, 2017). El cover de una canción original de The Verve cuyo sample de una versión orquestal de “The Last Time” de los Rolling Stones terminó en tribunales. La voz de Hanna Reid (con cierto eco de Annie Lennox) le hace justicia a Richard Ashcroft en esta versión de piano y percusión electrónica que el trío London Grammar incluyó en la versión expandida del álbum Thruth is a beatiful thing, el segundo en su discografía. London Grammar es un nombre bastante nuevo que sintoniza con los artistas elegidos para musicalizar la serie (la mayoría de 2005 en adelante) y su clima, pero la canción “Wasting my young years” llegó a tener 55 millones de visitas en YouTube y araña los cien millones en Spotify. Desconocidos y masivos, paradojas del pop post streaming.
“Bad things” (Summer Kennedy, 2018). Más nueva y menos conocida aún es Natalie Nicoles, la voz por detrás de Summer Kennedy que apenas tienen un álbum (The Bright Side) editado en 2018. “Música, cantante, compositora y soñadora nacida y criada al pie de las colinas de Los Ángeles” se presentaba en su perfil de la plataforma Bandcamp donde también se podía escuchar la música de su anterior proyecto The Branches. “Bad things” tiene todo para encajar en el soundtrack de Detrás de sus ojos y hasta podría tomarse como leitmotiv. Empieza en el piano, trémula, y rompe en un estribillo que explota recursos del hip hop convirtiéndose en una balada contemporánea. Todo un hallazgo.
“Don’t let be misunderstood” (Eliza Shaddad, 2021). La paradoja del pop hace que la canción más nueva de la playlist (lanzada en estos pocos días de 2021) sea una versión del clásico compuesto por Bennie Benjamin, Gloria Caldwell y Sol Marcus para Nina Simone. Debe ser uno de los standards más apropiados y reversionados, desde The Animals (que para el oído rocker es el original) a Lana del Rey, de cuya versión clonazepunk baja esta de Eliza Shaddad que consigue lo imposible: darle un carácter propio a una melodía tan transitada. Hija de una familia mixta de Sudán y Escocia, Eliza se formó en el jazz y editó hasta aquí un único álbum llamado Future (2018) y una miríada de sencillos. El acento escocés de David se traslada a la juke box de la serie que, con mucha sutileza, pone al oído en la panorámica de las Highlands.
10 razones para ver Detrás de sus ojos
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