De la Isla de Jamaica a los estudios Island, con una pila de canciones y la herida fresca de un disparo cerca del corazón. No: no era un viaje placentero. Después del atentado sufrido en su residencia de Kingston durante diciembre de 1976, Bob Marley hizo una escala para componer en las Bahamas y partió raudo hacia el invierno de Londres. Inglaterra no era precisamente el paraíso. Colas atestadas para el dole (seguro de desempleo), disturbios callejeros, huelgas de bomberos y recolectores de basura, recesión económica. Allí, el punk florecía en medio de ese caldo de cultivo. Marley, sin embargo, no planeaba un exilio en Londres: planeaba un exilio adentro de un estudio.
Entre enero y abril de 1977, el personal completo de los Wailers tomó los estudios del sello y se puso a trabajar de forma intensiva: Aston "Family Man" Barrett (bajo), Carlton Barrett (batería), Tyrone "Organ D" Downie (teclados), Alvin "Seeco" Patterson (percusión), Junior Marvin (guitarra), las fabulosas I-Trees (coros) y el propio Marley. En ese puñado de semanas, mientras Sid Vicius entraba en los Sex Pistols y estallaba el affaire de "God Save the Queen", los Wailers registraron material suficiente para dos discos y una pila de out-takes. La primera entrega se editó en junio bajo el título de Exodus y, ocho meses más tarde, llegó la segunda parte. Se llamaba Kaya y, como parecía quedar claro después de la primera escucha, el tipo solo quería cantarle al amor y la marihuana.
"Muy probablemente, este es el set de reggae más blando que escuché en mi vida –decía la crítica de Lester Bangs para Rolling Stone-. Marley canta en una luz rítmica y jovial lo suficiente juguetona como para una publicidad de bombachas. La mayor parte de los versos de Kaya aparentemente dialogan con la belleza elemental del reino vegetal, el sol y otros aspectos del insensato mundo orgánico y la manera en la que hacen sentir contento al cantante. La placidez es tan inexpugnable (excepto en una canción de amor perdido y los últimos dos tracks, que de cualquier modo no dicen nada) que Marley aparece como un completo presumido".
El vitriólico Bangs no se detenía allí. También reducía varias canciones al mero cliché y se reía con sorna del romanticismo de "Is This Love" y sus versos centrales: "I wanna love you, and treat you right / I wanna love you, every day and every night". En otro contexto (digamos, un disco de Marvin Gaye como Let’s Get It On) esas mismas palabras serían motivo de celebración, pero tropezaban con las expectativas de la crítica. Los tipos que amonestaban a Bob Marley por olvidar el componente social de su música no eran precisamente jamaiquinos, sino periodistas blancos de rock con sus necesidades básicas satisfechas. Digamosló así: era como si un investigador del Conicet especialista en cumbia villera le reclamara más tiros a una canción de Mala Fama.
Cuando los Wailers firmaron su contrato con Island, una de las primeras operaciones promocionales del sello fue subrayar su costado rebelde para facilitar su ingreso en el mundo del rock
De algún modo, Bangs caía en la trampa del mercado que pretendía combatir. Allá por 1972, cuando los Wailers firmaron su contrato con Island, una de las primeras operaciones promocionales del sello fue subrayar su costado rebelde para facilitar su ingreso en el mundo del rock. Kaya, sin embargo, sonaba como un regreso a las fuentes (canciones como "Sun is Shining" o la propia "Kaya" venían entremezcladas en el repertorio de los Wailers desde antes de su desembarco en Londres) y los bailes sesentistas de rock-steady. La diáfana "Easy Skaning" marcaba el sentido del todo: "Discúlpenme mientras enciendo mi porro / Oh Dios, tengo que elevarme / de la realidad que no puedo atravesar / Por eso voy a quedarme con este riff". Toda la tónica de Kaya estaba sostenida sobre acordes mayores y la síncopa para mecerse en el balanceo de, como diría Donald, las olas y el viento. El célebre metrónomo de Dios.
El disco era, a su manera, un Tratado de Paz en tiempos de guerra. Bob Marley, que había crecido sin agua ni electricidad en Nine Mile y que solo unos meses atrás había recibido varios disparos dentro de las cuatro paredes de su casa, no acusó recibo de todas las críticas. El tipo no tenía tiempo que perder. Para entonces ya estaba haciendo las valijas de regreso a Jamaica para brindar un concierto multitudinario en plena escalada hacia una guerra civil.
La escena es parte de la historia. Sobre el escenario de aquel One Love Peace Concert, los Wailers encararon su rendición de "Jammin" y Marley llevó hacia el centro del escenario a los dos íconos de la antinomia social y política: el primer ministro socialista Michael Manley y el laborista Edward Seaga. Allí, frente a la multitud que se extendía sobre el Estadio Nacional de Kingston, el cantante unió las manos de los rivales sobre su cabeza. "Solo quiero que estrechen sus manos y le muestren a la gente que vamos a hacerlo bien, que vamos a estar unidos –dijo Marley, en estado de éxtasis religioso-. La luna está justo sobre mí y yo les doy mi amor".
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