"Lo que pasa es que me aburro fácil; aunque sea una persona que hace canciones y sale de gira, me aburro fácil", dice un flamante productor de cervezas artesanales. La frase queda sobre la mesa de café y guiará una charla de más de una hora, que no es de diván pero sí tocará algunos temas personales de este personaje de la música local conocido como Bahiano .
Vive en un barrio tranquilo de Escobar. En el momento en que muchos tienen su merecido descanso (el fin de semana) él sale a trabajar. Canta en la Argentina y a veces en el exterior. Y el resto de la semana lo dedica a otras tareas: "Soy de esos padres que llevan a los hijos al colegio y también los van a buscar", dice. Pero quiere ocupar cualquier otro tiempo que le quede libre. Está en plena campaña de difusión de su marca de cerveza; está terminando de darle forma a su nuevo proyecto, una big band con la que hará un grandes éxitos celebratorio de su extensa carrera. Los 30 años en la ruta de la música se le pasaron de largo (ya suman 18 con Los Pericos y 14 desde que comenzó como solista), pero las ganas de celebrar siguen. "Necesito constantemente adrenalina. Maduro un proyecto aunque no tenga un objetivo claro. Lo de hacer una big band tuvo que ver con eso. Me reformatee en varios modelos. Tríos, bandas pero sin vientos o completas. Pero volví a escuchar a la Brian Setzer Orchestra y una serie de grabaciones que replicaban música de los Stray Cats en una big band. Pensé qué pasaría si llevaba mis canciones a una sonoridad diferente, para festejar esos treinta años".
Eso incluyen sus 18 años como frontman de Los Pericos y una carrera solista que lleva adelante desde 2004, con cinco discos editados. "Pensé que en algún momento la idea iba a decantar". Así fue que apareció Daniel Camelo, director uruguayo de big bands, que hizo las orquestaciones. "Nos juntamos un día a charlar y me dijo que conocía mi repertorio y que sabía lo que yo quería hacer. Y ahí me animé. Al día siguiente ya tenían temas arreglados. Después de probarlos un poco en ensayo y en vivo me gustó lo que pasaba. Empecé a notar que las canciones estaban siendo bien representadas, aunque cambiaran los matices".
—¿Cómo querés que terminen sonando en un disco?
—No tan Caribe ni rocksteady sino más americano. Más de big band aplicada a la canción. En un show en Gálvez, provincia de Santa Fe, pusimos la piedra fundacional en vivo. Pero todavía no nos sentamos a grabar y escucharnos. Tengo todavía un último disco con Sony aunque aun no hablamos de lo que quiero hacer. En principio, este formato me gusta, aunque sigo tocando en formato de banda. A veces por cuestiones de logística toco con banda, incluso tengo backing bands en México o Colombia, armadas con músicos locales. Son herramientas que uno puede utilizar y esos músicos te aportan cosas distintas.
—¿En catorce años como solista, en ningún momento pensaste en asociarte con otros músicos y volver a ser parte de una banda?
—No pero pasó algo curioso. Con la gente de Klub Los Auténticos Reggaementes (la banda que versiona temas de los Decadentes) me tocó ser un cantante dentro de un grupo que no me pertenecía. La pasé muy bien, me divertí mucho. Hicimos gira en México. No tenía preocupaciones, solo me ponía frente al micrófono y cantaba tres canciones.
—¿Fue como volver a los veintipico?
—Cuando hicimos las fotos de la banda se eligió una pared graffiteada. Me sentí como cuando comencé. Qué mejor que ese lugar para una foto, ¿no?
—¿Extrañas cosas de los veintipico?
—Todo. Obviamente la actividad que tenés a los 24, y las ganas de salir y olvidarte del mundo es algo que se extraña. Pero es natural que uno crezca, tenga hijos. A los 32 empecé a armar mi tropa familiar con mis hijos Candela, Tadeo y Santino. Asumí una responsabilidad que no sentí como obligación.
—La carrera solista también debe ser una resposibilildad individual.
—Totalmente. Pero también me pasó durante 18 años como frontman y nexo para muchas cosas. Solo que había que hablar en plural. Al momento de ser solista, ya tenés ese ejercicio y la costumbre sólo que ahí sos directamente el paragolpes.
Estudio marketing digital y gerenciamiento gastronómico y armé la marca de cerveza artesanal Kruner, que era una manera de armar algo a futuro y que la vida no sólo pasara por el escenario
—¿Qué cosas podés seguir haciendo como a los 20?
—Muchas cosas. Estudio marketing digital y gerenciamiento gastronómico y armé la marca de cerveza artesanal Kruner, que era una manera de armar algo a futuro y que la vida no sólo pasara por el escenario. Son cosas en las que se piensan a medida que se crece. No es sano estar esperando un contrato o una convocatoria. A uno le gustaría estar siempre sobre el escenario. Pero también, como mi trabajo pasa los fines de semana, durante la semana me preguntan: ¿Pero qué hacés acá en casa? ¿No tenés nada que hacer?
—Ah, por ahí venía el asunto.
—[Se ríe]. Claro, hay un tema colateral. En realidad, podría haber sido vino, muchos colegas están metidos con el vino. Pero sacando el eslogan "del encuentro", la cerveza es una bebida que me viene acompañando desde hace mucho tiempo y lo pensé como un emprendimiento lindo para encarar. Me refiero a ser un productor de cerveza. Y a partir de eso, vamos a hacer en EL Marquee fiestas Kruner. Yo doy el puntapié con mi grupo pero después, la idea es tener bandas emergentes. Buscar los caminitos para que estas cosas se conecten. También para que la gente conozca otra faceta diferente de la del cantante.
—La cerveza como excusa de juntada es equivalente a la música como punto de encuentro. En general sos uno de esos artistas a los que se convocan de tantas fiestas argentinas y festivales porque podés lograr que la gente pase un buen momento. ¿Pensás en ese rol?
—Lo noté cuando hice el disco Rey mago de las nubes, que fue para mi la frutillas del postre del ciclo televisivo MP3. Fue después de haber estado con gente como La Mona Jiménez, Atilio Stampone o Rubén Blades. Grabé un disco que mucha gente no entendió. Porque solo entendía la parte divertida: canciones como "Home Sweet Home", "Caliente", "Párate y mira", "El ritual...". Y ahí fue cuando me pregunté si la gente quería palo y palo y gritar "jojoi", o escuchar canciones como "Pupilas lejanas", "Sin cadenas", "Rey mago de las nubes" y "Príncipe azul". El "Jojoi" que se escuchó en el arranque de "Párate y mira" fue muy identificatorio. Quedó a fuego. Si me ven por la calle y me dicen "Jojoi", me cago de risa, porque eso construyó mi personalidad y me mantuvo. Pero también veo adonde me proponen tocar. No hay que hacer siempre el mismo show. No toda la gente reacciona igual ni canta tus canciones. Así uno va planteándose cosas a partir del público que tenés enfrente y para qué te quiere.
—¿Cómo fue la experiencia con gente muy joven y de todo el país del programa de la TV Pública Una tarde en cualquiera?
—Conducir un programa diario, de una hora y media, y multiplataforma, fue una de las mejores experiencias que me pasaron. Era el paso siguiente a un programa enlatado de entrevistas [MP3 música para el tercer milenio]. Y tuvimos entrevistados de distintas posturas. Políticos en campaña como Larreta, Alfonsín, Zamora o Myriam Bregman, en una época en la que se hablaba del voto a partir de los 16 años, ante unas tribunas colmadas de adolescentes. Eso me acercó a otros lugares sociales que uno sabe que existen pero no los conoce tan de cerca. Ahí aprendí un montón. Mi hijo, ahora de 16, venía y escuchaba como se habla desde drogas hasta embarazo adolescente. También había crudeza y yo trataba de tejer algo con todo eso. Y darle la posibilidad a todos para que hablen. La base que traía era haber estado ante diferentes públicos de diferentes países. Eso te va forjando. Tocar en el mismo bar para la misma gente es fácil.
—Forjaste tres décadas de carrera. ¿Qué pasó que no pudiste celebrarlos cuando quisiste?
—Se apilaron muchos festejos en la misma compañía discográfica. Incluso mis ex compañeros pudieron hacer un Pericos & Friends con las canciones que todos conocemos [editado por Music Brokers] pero yo no puede hacer un disco que junte toda mi historia y ahora, el formato big band sirve para eso. Lo necesito, lo quiero hacer. Es el momento para hacerlo de esta forma. Seguramente habrán también algunos temas nuevos. Si no, siempre tengo que andar explicando qué hago y no me parece justo.
—¿Pensás que la gente no sabe qué hacés?
—Me refiero a que por ahí las generaciones más nuevas me conocen intermitentemente. Sí, hay plataformas digitales. Pero es distinto si todo eso está en un solo lugar. Es como tener la ropa desordenada y necesitar ponerla en un solo lugar.
—¿Es una manera de que vuelvan a asociar determinadas canciones con vos, en un registro actual?
—Hay dos cosas. Me activo cuando tengo un objetivo. Por otro lado, necesito aunar porque en cada época personalicé las canciones en diferentes timbres de voz y de cantar. La voz que sentís más natural es la que querés poner en esas canciones. Actualizarlas. Traerlas al 2018. Eso es lo que quiero hacer.
—¿Pusiste fechas?
—No, pero si hay ideas. Todavía no sé si será en vivo o de estudio. Pero tal vez grabe en enero o febrero para sacar a rodar canciones y luego editar el álbum. Hay mucho público fan que pregunta cuándo vamos a hacer algo así. Puede llegar a ser un gran disco.
—¿Qué otras deudas tenés?
—No siento que las tenga más allá de este disco que quiero hacer y la constante, que es que no le falte nada a mi familia. Estoy acá porque lo plantee de esa manera. Pero siempre va a haber algo que me dé ganas de hacer.
Un crooner de la Kruner
La cerveza del Bahiano se llama Kruner y se hace en City Bell. "Rodrigo Zamponi es el maestro cervecero que hace las recetas y la birra, pero ya he cocinado con él", dice Bahiano. El nombre Kruner viene de los cantantes de la big band, los crooners. "Sentí empatía con eso. Por suerte se está conociendo. Y me pone contento el hacer, desde los estilos hasta la manera de mostrarla, que no es como el de las cervezas alemanas, sino mucho más relajado".
Por el momento las opciones son cuatro. Perry Lee, una red ale de homenaje al jamaiquino Lee "Scratch" Perry; una cream Ale llamada Criminale; una american IPA, bautizada Fleepa, y una edición limitada que saldrá en época de Halloween, que se conocerá como Freddy Kruner. "Hay objetivos y motivaciones. Es como armar un disco. Eso hace que no me aburra. Y cuando la probás, te volvés loco. Lo bueno es estar en la molienda, en el empaste, al lado del fermentador, etiquetando porque todo es artesanal. Estamos testeando todo eso que la gente hace en la fábrica. Estoy aprendiendo mucho y acompañando la fabricación", dice el cantante.
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