El año pasado, Brittany Howard se reunió con sus compañeros de banda y les contó algunas noticias que probablemente no quisieran escuchar. Alabama Shakes –el grupo que se formó en la escuela secundaria, se dio a conocer en 2012 con "Hold On" y terminó ganando cuatro Grammys– no registraría un sucesor de Sound & Color, su álbum de 2015, en el corto plazo. En cambio, Howard se dedicaría a grabar un disco solista. "Fue como: ‘Bueno, ahora tengo que hacer todo yo’", dice ella. "Necesitaba tomar el control. ¿Y cuándo lo voy a hacer, si no es ahora?".
Jaime, el debut de Howard que se edita en septiembre, es su trabajo más ambicioso a la fecha y está lleno de funk psicodélico de sintetizadores, baladas drogadas, loops de hip-hop y letras que tocan temas como la sexualidad, la tragedia familiar, la culpa religiosa y más. Es un disco poderoso: Howard dice que hace poco hizo una fiesta para escucharlo y que "una chica lloró. Yo estoy acostumbrada, así que me sorprende bastante cuando veo que la reacción del resto es tan intensa".
Al momento de reunirse con la banda, Howard ya había demostrado sobradamente que era una artista inquieta; de hecho, ya había empezado dos proyectos paralelos: Bermuda Triangle y Thunderbitch. Escribir para Alabama Shakes era más difícil. "Hacer canciones es un laburo como cualquier otro", dice. Para ella, el bloqueo creativo es más que nada un problema de plata. "De chica, nunca tuve mucho. Vivíamos en un parque de casas rodantes, y hay una parte de mí que me dice: ‘No quiero volver al parque’. Por eso, cuando los temas no me salen, me pongo mal y pienso: ‘Mierda, hasta acá llegué’".
Esta vez, pensar en ese parque en realidad la ayudó a componer. Se mudó sola a una casa en Topanga Canyon, California, y se sintió cómoda escribiendo sobre su propia experiencia como hija de un padre negro y una madre blanca en Alabama. En la inquietante "Goat Head", Howard cuenta su historia, por más oscura que suene: "¿Quién le tajeó los neumáticos a mi papá y le dejó una cabeza de cabra?", canta. "Me puse en un lugar muy vulnerable", dice. "Pero, si vas a ser honesto, no podés ser solo un poco honesto". Haber cumplido 30 años quizás la haya ayudado a llegar hasta ahí. "Me di permiso para contar las historias de las que nunca hablo".
Una de esas historias es sobre Jaime, su hermana mayor, que le da nombre al disco. "Me enseñó a hacer canciones, a dibujar, todo", dice Howard sobre su hermana, que murió a los 13 por un cáncer de ojo. "Siempre estuve conectada con su espíritu". Howard se inspiró en la colección de casetes de su hermana, que incluía a Elvis y a las Supremes. También escuchó mucho al brasileño Jorge Ben, "porque en sus canciones hay literalmente como 18 cosas pasando al mismo tiempo", dice.
En "He Loves Me", un tema en el que Howard asegura que Dios todavía la ama a pesar de que ella toma alcohol y fuma demasiada marihuana, intercala sus versos con partes de un sermón de un predicador de Houston, el pastor Terry K. Anderson, que encontró en YouTube. En "Georgia", una balada dulce y conmovedora sobre "ser una chica negra gay y estar enamorada de otra chica negra un poco mayor", es igualmente honesta. En el comunicado de prensa del disco, Howard habla sobre los problemas relacionados a su identidad. "En una ciudad pequeña como la mía, ser diferente era malo. Nunca quise ser diferente. Mi mayor deseo era ser como todos los demás".
A lo largo del álbum, Howard parece aliviada ante la posibilidad de contar su verdad. "Si a la gente le gusta, genial", dice. "Pero la verdad es que estoy orgullosa de haber hecho el disco más allá de eso". En cuanto al futuro de Alabama Shakes, no tiene tan claro qué va a pasar. "Somos una familia", dice. "Pero ahora mismo me están dejando hacer lo mío. Si hiciera siempre las mismas canciones, me sentiría miserable, sin importar la cantidad de plata que hubiera. De verdad, eso no me importa".
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