Por amor a Gabriel Ruiz Díaz, Catupecu Machu se prepara para un show tan especial como emotivo
Planteado como un show tributo a Gabriel Ruiz Díaz, el hermano de Fernando y cofundador de la banda que murió el 23 de enero del año pasado, Catupecu Machu regresa por única vez a cinco años de su separación y con casi todos los integrantes que pasaron por el grupo para cerrar el Quilmes Rock
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La vuelta de Catupecu Machu es lo que todos querían pero nadie esperaba. Hace cuatro meses, Fernando Ruiz Díaz -que había dejado de tocar bajo ese nombre en 2017 para dedicarse full time a Vanthra- anunció de sorpresa su participación en el Quilmes Rock con un video en el que, de arranque, dejaba establecidas las dos condiciones que le dan a este regreso su estatus de evento único: van a estar todos los que alguna vez pasaron por la banda y el motivo que los une es celebrar la vida de Gabriel Ruiz Díaz.
El bajista, cofundador y cerebro de Catupecu Machu murió el 23 de enero de 2021, quince años después del accidente que le dejó secuelas graves y le impidió seguir haciendo música. Quien completaba aquel primer trío (después de una “prehistoria” breve con Marcelo Baraj y Javier Herrlein) era Abril Sosa en la batería, que dejó el grupo en 2002 para encarar su propio proyecto, Cuentos Borgeanos. Hoy, Fernando y Abril se reencuentran para darle un ¿cierre? a la historia de la banda que supieron llevar juntos a la gloria y para honrar al hermano y al amigo en el contexto de un festival al que consideran su casa. Se promete un concierto de casi tres horas, y la expectativa es inmanejable.
-¿Cómo viven la previa de este show? ¿Querés que sea ya mismo o al contrario?
Fernando Ruiz Díaz: -No. Estamos disfrutando mucho. No queremos que sea ya y no queremos que pase cada tema. Es muy significativo lo que estamos viviendo.
Abril Sosa: -Te habla un Catupecu que hace veinte años que no toca, y además Catupecu paró hace cinco años. Cada instancia de los ensayos y de abrazar las canciones tiene algo tan especial que no hay nada que apurar. Para nosotros como personas, la razón para este show tiene que ver con Gaby, con una hermandad, un amor por Gabriel. Entonces todo está movilizado por eso. Puede parecer medio místico, a algún distraído le puede parecer exagerado, pero realmente lo vivimos así.
-La idea es disfrutar el viaje...
Ruiz Díaz: -Con todos: Abril, Agustín Rocino, Sebastián Cáceres, Macabre, y con la incorporación de Charlie Noguera y Juli Gondell, que son los Vanthra y están conmigo, acompañándome. Charlie ya era un Catupecu: fue asistente de Gaby, después asistente mío, tocó un montón de veces con nosotros, fue manager de Catupecu. Una vez me corté un dedo haciendo jardinería y no podía tocar la guitarra y tocó Charlie. Hay algo muy familiar. Estamos disfrutando un montón el recorrido. Es más: hasta me gustaría que para el show falte más tiempo. Viste que hay shows que marcan cosas en tu vida. Para mí es el show más importante de mi vida por un montón de cosas.
-Sabiendo lo que significaba emocionalmente, ¿cómo te tomó que te lo propusieran?
Ruiz Díaz: -Me lo propusieron muchas veces y dije que no. Pero se dio una situación particular. Cuando me dijeron “Quilmes Rock” a mí me pegó un montón, porque nosotros tocamos en todos, desde el primero. Significaba un montón para mí. Pensá que hubo un Quilmes Rock en River que fue la primera vez que Gaby fue a ver un show después del accidente. Me acuerdo que dije “está Gaby” y explotó el estadio. Entonces dije: “No, pero déjenme pensarlo”; y después dije: “El homenaje a Gabriel Ruiz Díaz; que se junte Catupecu para eso”. Que el homenaje a Gaby sea en ese festival. Y yo también acepto en el interior que eso suceda después de tantas veces de decir que no porque habíamos tenido ese encuentro con Abril, esa metabolización de Catupecu, Vanthra y Gaby. Cuando él partía tocábamos en Santos Vega, un bar del que nuestro manager es socio. Fuimos a ese lugar y dije: “Toquemos acá”. Y yo digo que Gaby nos juntó tres días antes de partir de este plano. Estábamos tocando a horas de que él partiera. Yo digo que sí porque tuvimos ese reencuentro con Abril tres días antes y vivimos juntos la partida de Gaby, el Día del Músico Argentino. El día del cumpleaños de Gaby llegué tarde a la sala porque mi espíritu no me dejaba y ellos ya habían ensayado con Macabre, Juli Gondell y Charlie, que toca todos los bajos y las guitarras de Gaby. Marcamos tres y era sentir a Catupecu ahí. Era como darle un beso en la boca a Gaby.
-¿Cómo es el reencuentro artístico? ¿Cómo viven hacer música juntos otra vez?
Ruiz Díaz: -Yo nunca separé mi vida de mi vida artística. Yo viví la vida artísticamente. Para mí lo más cercano a estar con Gabriel es el escenario, los estudios. Pero físicamente es estar con Abril. Por esa cosa germinal de estar los tres juntos. Mi hija es lo más grandioso que me pasa, y yo le hablo de Gaby y hago que ella lo tenga presente a su tío. Un día estábamos viendo El grito después, la película de los veinte años, y me dice: “¿Quién es él?”. Le digo: “El tío Gaby”. Ella a Gaby lo conoció en silla de ruedas, le sacaba la gorra, se le trepaba y le daba besos y Gaby se reía y se volvía a poner la gorra. Pero ella lo conoció así a Gaby. Ella va a ser grande y no se va a acordar nada porque se murió cuando tenía ocho años.
-Así como decidiste reunir a Catupecu, primero tuviste que separarlo. ¿Cómo fue aquella decisión?
Ruiz Díaz: -Yo dije que a Catupecu lo paraba, y después me di cuenta de que lo había separado, porque me estaba muriendo. Me sentía un émulo de mí mismo. Estaba tocando covers de mi banda, y para eso los toco con Vanthra. Para mí no fue terrible. Era terrible por pensar en los demás. Ya era un medio de vida. Cuando empezás con un grupo querés tocar en todos lados para que te conozcan, y te emociona. Y después hay lugares que no te emocionan más porque tocás ahí nomás para ganar plata. Pero para mí es una cosa seria esto. Y cuando sentí que no lo estaba haciendo en Catupecu sentí que le estaba faltando el respeto al legado. Te voy a contar una cosa muy importante y no la conté nunca: hay shows que les decimos “take the money and run” (“tomá el dinero y corré”), porque son shows, te contratan, la producción es tremenda... aunque para mí nunca fue “take the money and run” porque siempre dejamos todo. Una vez Quilmes nos contrata y yo me acordé de cuando tomaba una Quilmes en una plaza cuando nos contratan para lo que ellos le decían “gira inter-nacional”, con guión en el medio. ¿Viste que acá tenemos Palermo Hollywood, Villa California en Santa Fe, pueblos que se llaman Las Vegas o Londres y viven mil personas? Entonces ellos llenaron el país de afiches diciendo “Las Vegas, San Francisco”. Y después tocábamos en un pueblo de 3.000 personas y venían 2500; una locura. En esos shows dábamos todo pero yo bajaba como enojado. Entonces entra Charlie contento y yo me estaba peleando con los pibes. Yo estaba enojado con muchas cosas que me pasaban. Entonces después del segundo show yo dije: “Si vos me decías cuando empezamos con Catupecu que me iban a pagar esta guita para hacer tres shows soñados, que la gente la pase increíble, está todo servido”, compraba. Y yo bajaba frustrado. Porque no le estaba rindiendo culto a lo que siempre pregoné, a mis propios estandartes. Yo me había separado de la mamá de mi hija y me fui a Mendoza a pasar Año Nuevo, y en un momento viene Marcelo Pelleriti que es mi hermano, con quien hacemos vinos, y se va mi hija con la mujer de él y se queda todo en silencio. Yo me siento a ver los Andes, las nubes y digo: “me voy a morir”. Lo sentí, ¿eh? Gaby no había muerto todavía pero un montón de cosas en su vida murieron con el accidente, yo lo tuve claro. Yo dije: “loco, me estoy muriendo y no quiero, ya pasó a Gaby por lo mismo; por el estrés de las cosas, hacer cosas que ya ni sabés por qué las hacés”. Dije: “no, esto no puede ser”. Volví, los junté a todos y dije “chicos, me estoy muriendo, hay que parar”. Y fue lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida haber parado a Catupecu o, me hago cargo hoy, haber separado a Catupecu. Yo admiro mucho a Sandro, pero después ya era como un émulo de él. Cuando sos un tributo a tu banda, no va. Así que para este show me siento más Catupecu que nunca y todos se sienten así y está buenísimo.
-También es muy importante saber parar.
Ruiz Díaz: -Claro, tenés que saber parar a tiempo. A Gaby le pasó algo así. Nosotros estábamos teniendo el momento más grandioso de nuestras vidas. No parábamos. Avión privado, ganando dinero a bolsas. Pero eso no alcanza. Porque ¿sabés qué te pasa cuando estás así de estresado con las cosas? Te nublás y te pasa lo de Gaby, o lo de Taylor Hawkins. ¿Vos te pensás que Taylor Hawkins se quería morir? ¿Vos te pensás que Gustavo Cerati quería que le pasara lo que le pasó? Ni loco. Yo estuve con Gustavo viendo a Depeche Mode y él me contaba de la gira Ahí vamos, re entusiasmado (la previa al último disco y tour: Fuerza natural)... No se quería morir Gustavo. Como dice la canción de Alejandro Sanz: vivir es lo más peligroso que tiene la vida. A mí me estaba pasando eso y no me gustaba más estar tocando en el marco de Catupecu. Y yo lo hice a Catupecu, le puse el nombre. Había gente que me decía: “¿Vos estás loco? ¿Cómo vas a matar la gallina de los huevos de oro?”. Y estuvo buenísimo: no estaría pasando lo de hoy.
-Pasó mucho tiempo y no son los mismos músicos que eran. ¿Cómo se aborda ahora una canción del primer disco? ¿Se la adapta? ¿Se hace el esfuerzo por tocarla igual?
Ruiz Díaz: -Yo dije: “Quiero entrar a la sala, que marquen tres y salimos volando”. La pregunta es: ¿cómo fue reencontrarme con “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”? Nos miramos con Abril, marcó tres y [tararea el riff de la canción]... ¡Alucinante!
Sosa: -Quizás es el lenguaje de la música, del rock: no está contaminado. Arranca la canción y no hay teoría, y son sensaciones que todos compartimos, y un respeto y una admiración muy grandes.
Ruiz Díaz: -Mirá Axl Rose, está todo roto, sigue tomando, está gordo. Pero yo lo vi en vivo en Las Vegas y sale Axl y a mí me gusta más que antes cuando era flaquito. Pero si lo llamara a Steven Adler para la batería, está todo roto: quedó re limado y no es más lo que era. Así que también tuvo que ver con este reencuentro que Abril tiene 40 años y parece que tuviera 20 y toca mejor que antes, porque estudió más y pasaron un montón de cosas. Y además que sea en el Quilmes Rock. Cuando me llama nuestro manager y me dice: “Fer, ¿qué te parece hacer la comunicación con una foto tuya y el símbolo de Gaby?” y le digo que está bien, pero lo llamo al rato y le digo: “No, la foto tiene que ser la de Gaby que está volando”, que es del primer Quilmes Rock. Ahí, cuando sale el flyer -que ahora está la ciudad empapelada con eso- los fans me empiezan a escribir: “Loco, ese tiene que ser el emblema del Quilmes Rock, no de Catupecu”. Todos los shows del festival son importantes, pero me empezaron a agarrar amigos y gente en la calle para decirme: “Está todo bien con todas las bandas, ¿pero vos entendés que es el show más importante de la historia del Quilmes Rock?”. Yo digo “¿eh? ¿cómo?”. Recién ahora estoy reaccionando, es una locura esto. Y no sabés lo que va a ser el show. Vos pensá que tocamos nosotros y antes toca Divididos, je. Yo iba a ver a Sumo a Obras, hoy somos amigos.
-De hecho, Diego Arnedo tocó con vos en aquel primer show después del accidente de Gabriel [el 22 de abril de 2006 en Obras al aire libre]
Ruiz Díaz: -El show lo abrimos con “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, con Diego y lo cerramos con “A veces vuelvo”, con Zeta [Bosio] tocando el bajo. Hablábamos con Mario Pergolini ese día: Gaby juntó a Sumo y a Soda en un escenario.
-Es imposible calcular desde afuera la intensidad que debe haber tenido ese show para vos.
Ruiz Díaz: -Nosotros teníamos tres Obras adentro agotados, y eso era a los 25 días del accidente de Gaby. Entonces hicimos Obras al aire libre. Y ese show fue muy importante para mí pero es el show que menos recuerdo de mi vida. Ni sé cómo toqué. Tengo que hacer el esfuerzo, y mirá que tengo mucha memoria. No me acuerdo cómo fue. Fuimos a saludarlo a Gaby, que lo habían sentado por primera vez en la cama en terapia intermedia. Después con Abril tocamos “Entero o a pedazos” los dos solos, como va a pasar en el Quilmes. Y terminó el show, yo me fui y a las seis de la mañana estaba con Gaby otra vez. Ni sé cómo toqué. Si yo pienso en la vida mía y en la vida de Catupecu es surrealista todo lo que pasó. Y este show está siendo mucho más surrealista e importante para mí de lo que pensaba. Sin lugar a dudas te digo que es el show más importante de mi vida, por lo que significa.
-¿Cómo sigue esto? ¿Existe la posibilidad de que Catupecu toque otra vez después?
Ruiz Díaz: -Yo no necesito que vuelva Catupecu para ser feliz. Toco con Vanthra y soy feliz, estoy con él [Abril] tomando un vino y soy feliz, estoy con mi hija y soy feliz. Sé que hay una necesidad del universo de que vuelva Catupecu. En algún momento vamos a ver qué nos pasa. Obviamente con esto me lo planteé pero tuve que dejarlo al costado porque me di cuenta de que era tan importante este show que lo dejé.
No estás pensando en qué vas a hacer después...
Ruiz Díaz: -Después me voy a ir a tomar la cerveza más rica de mi vida, je. Es una celebración, la más importante de mi vida. Estamos celebrando la obra de Gaby y la obra de Catupecu. Es la celebración de celebraciones. Lo que veo en este show es el final de la vida terrenal de Gaby, como cuando termina El gran pez. ¿Viste que está la mujer con las dos cabezas... todos? Bueno, eso.
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