“Polaroid de locura ordinaria”: la canción que Fito Páez escribió inspirado en Bukowski y que tenía grandes similitudes con su historia de amor
La historia sobre cómo Fito Páez compuso una de las canciones más populares de toda su carrera a partir de un cuento del “poeta maldito”
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Considerado uno de los escritores más influyentes de la literatura norteamericana y uno de los símbolos del “realismo sucio”, Heinrich Karl Bukowski, más conocido como Charles Bukowski, gastó sus días entre el alcoholismo, la pobreza y la vida bohemia, que le merecieron su condición de “poeta maldito”.
Entre diarios, relatos, novelas, poesías, ensayos y hasta el guión cinematográfico de “Barfly”, basado en su álter ego, Henry Chinaski, su obra literaria estuvo fuertemente influenciada por el ambiente de la ciudad de Los Ángeles, donde pasó la mayor parte de su vida entre admiradores y detractores que lo acusaban tanto de practicar un estilo ordinario como auténtico y salvaje. La historia es que, por recomendación del escritor Marcelo Figueras, Bukowski se convirtió en uno de los escritores favoritos de Fito Páez, y uno de sus cuentos, incluido en la colección Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, publicado en 1978, resultó la fuente de inspiración para componer “Polaroid de locura ordinaria”, uno de los grandes clásicos de toda su carrera.
En “La chica más guapa de la ciudad”, así el nombre del cuento apuntado, el viejo Bukowski narra en primera persona la desgarradora historia de Cass, una bonita chica para la cua, su belleza, lejos de representar una virtud, significa un auténtico calvario. Luego de conocerse, Cass y el narrador mantienen una relación amorosa, un romance sórdido entre las sombras, el desamor y las adicciones. Con el desarrollo de la trama, ella se autoflagela con cortes en su cuerpo. Hacia el final, el narrador le propone a Cass que vivan juntos; ella rechaza la propuesta y él, poco después, se entera que ella se había suicidado. Es una historia de amor, simple y directa, con tintes trágicos, donde el escritor norteamericano deja aflorar todo el realismo sucio que lo caracteriza.
“Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo, y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decían que estaba loca. Lo decían los tontos. A los hombres Cass les parecía simplemente una máquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía”, comienza el relato en el que se inspiró Fito Páez para componer “Polaroid de locura ordinaria”, el quinto corte de Ey!, editado el 15 de septiembre de 1988. Un álbum que, originalmente, iba a llevar el título Napoleón y su tremendamente emperatriz, pero al ser cuestionado en la discográfica por demasiado extenso, finalmente propuso Ey! a modo de protesta por la restricción del sello.
En el cuento, la historia termina cuando un barman le cuenta al narrador que Cass se había suicidado. “Me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad, muerta a los veinte años”, concluye Bukowski.
¿Cómo nació “Polaroid de locura ordinaria” de aquel cuento? En una entrevista que le hizo Gerardo Rozín para el programa Esta noche libros, donde los invitados llevaban sus libros favoritos para comentarlos, Fito Páez mostró Cartero, una novela de Bukowski donde su protagonista describe los doce años en que estuvo empleado en una sórdida oficina de correos de Los Ángeles. Y así, libro va, libro viene, la charla derivó en el origen de la popular canción del rosarino, inspirada en “La chica más guapa de la ciudad”.
Eran mediados de los ochenta y Fito Páez y Fabiana Cantilo, estaban de vacaciones en la Isla Margarita. Fito ya conocía la obra del poeta maldito: justamente, el escritor Marcelo Figueras le había puesto en las manos Cartero, la primera novela de Charles Bukowski, unos años antes.
“Vamos a ser justos. Este libro me lo pasa Marcelo Figueras, en un departamentito que tenía en una calle yendo hacia Caballito. Y me dice: ‘Lee esto que está buenísimo’. Me da el libro un viernes, el sábado me voy a La Habana y me fumo todo El Cartero en La Habana. Se me hizo un amigo entrañable Chineski [álter ego de Bukowski], porque era una época mía también de muchos excesos, entonces no tenía con quien compartir todos esos disparates. Hasta que llegué a sus otros libros, Factótum, Hijo de satanás. He leído todo de él. Es un gran escritor Bukowski. Cuenta muy al grano, es muy conciso, utiliza la técnica de Hemingway, de frases cortas, lo que hay que contar, lo que va. El es muy directo (…) Bukowski nos viene a traer un hombre vivo en el medio de un mundo que arde. Y se caga de risa también, no le importa mucho, no quiere ser millonario”, señalaba Fito.
Tiempo después, durante una estadía en la isla Margarita, Páez se adentraba en la lectura de Erecciones, exhibiciones e historias generales de locura ordinaria, obra que en la edición de Anagrama se publicó en dos libros: Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y La máquina de follar. En esas páginas encontró “La chica más guapa de la ciudad”, el cuento de 1978 que narra la historia de Cass, la más linda de cinco hermanas y de toda ciudad.
“Estábamos en la isla Margarita con Fabi, y Fabi era la chica esa, la flaca esa que se cortaba la cara. Y estaba al lado mío. Yo estaba con la guitarra, estaba leyendo el libro. Era como si la vida me dijera: ‘Dale flaco, hacé la canción’”, recordó.
Al igual que en el cuento, la canción escala en sus notas hasta el trágico desenlace. Es la historia de un suicidio y en el punto más crítico, llega la estrofa que marca el final: “Sangró, sangró, sangró y se reía como loca, no he visto luz ni fuerza viva tan poderosa”.
Adaptar historias de otros artistas al formato de canción, con el tiempo se convirtió en un entrenamiento que Páez adoptó para sentarse a componer. Tal fue el caso de “Son días en la vida”, la canción inspirada en el film Thelma y Louise, la road movie dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Geena Davis y Susan Sarandon. También encontró una fuente de inspiración en “Acerca del niño proletario”, la canción escrita a partir del cuento El niño proletario (1973), del escritor argentino Osvaldo Lamborghini, incluida en el álbum Rey Sol (2000).
Truman Capote también fue de la partida. El último de sus libros publicados antes de su muerte, Música para camaleones, fue el nombre con el que Páez bautizó una de las canciones incluidas en el álbum Naturaleza sangre, de 2003. “Cuando Dios te da un don, también te da un látigo. Y ese látigo es solamente para autoflagelarse”, escribió el autor de A Sangre fría. La frase es tomada textual hacia el final de la canción, como un claro homenaje a su autor.
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