Piquer, la reina de la copla española
Casi siempre, las biografías no autorizadas han alcanzado esa categoría diciendo exactamente la verdad. Por eso, y por el mérito de ser lo más extenso y documentado que se ha escrito sobre Conchita Piquer, hay que confiar en la publicada por Martín de la Plaza sin permiso de la hija y aceptar que quien fue la mejor cantante popular española nació realmente en 1906 -el viernes se cumple un siglo- y no dos años más tarde como dijeron siempre.
Unas pocas tomas radiales de principios de los cincuenta encontradas en La Habana y editadas en 2003 por el sello Alma Latina bastarían para aceptar que se trató de un prodigio interpretativo sólo comparable en su época con Billie Holiday o Edith Piaf, pero además existen doscientos y tantos títulos realizados en estudio a lo largo de cuatro décadas -los más representativos, disponibles en disco compacto- y está el reconocimiento explícito de Imperio Argentina y otras rivales, algo importante, porque la Piquer puede haber sido un genio, pero no una mujer simpática ni bondadosa con sus colegas.
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Una de las cantantes más expresivas que se puedan escuchar en idioma castellano sólo aprendió a hablarlo a los veinte años, cuando retornó a España sabiendo sólo el valenciano de su infancia y un inglés adquirido en teatros de music hall neoyorquinos, donde la llevaron de muy chica y llegó ser una atracción secundaria en revistas de Eddie Cantor y Al Jolson.
Con la cara pintada de negro igual que ellos y cantando "If You Knew Susie" en inglés, se recicló en el agonizante circuito de variedades madrileño, filmó algunas malas películas y a partir de 1932, cuando mostró lo que era capaz de sugerir con temas que un poeta del círculo de García Lorca llamado Rafael de León le escribía sin conocerla, comenzó a adueñarse del nuevo cancionero que durante la Guerra Civil crearon León, Salvador Valverde, Antonio Quintero y un portento que se hacía llamar Maestro Quiroga, combinación de Falla, Canaro y Gershwin, que fue el músico popular español más importante de la primera mitad del siglo XX.
Copla española se denominó ese género de cuentos cantados en tres minutos con música de inspiración andaluza y una temática muy variada de historias pasionales, estampas costumbristas, tragedias rurales y llantos por toreros o gitanos espectaculares, que quedó sintetizada en una obra magistral: "Ojos verdes", bulerías que Conchita Piquer hizo suyas poco menos que a la fuerza.
Aunque hubo notables cantores de coplas -Angelillo y Miguel de Molina, que debieron refugiarse en la Argentina-, esas canciones a las que les bastaba el título para desalentar a intérpretes de escaso temperamento -"Tatuaje", "No me quieras tanto", "La bien pagá", "Lola Puñales", "Romance de la otra", "Falsa moneda", "No me llames Dolores"-, terminaron siendo una especialidad de mujeres, con Conchita Piquer por encima de todas.
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Fue tan famosa, que sus éxitos llegaron a influir en el habla popular, como ocurrió con el mote de "Parrala", aplicado a cualquier persona indecisa luego de que ella estrenara ese pasodoble, y la expresión "dar más vueltas que el baúl de la Piquer", en alusión a sus constantes giras por América, una manera de poner distancia entre el franquismo, que la tuvo como favorita sin que lo halagara demasiado, y una situación familiar -vivía con un torero que vivía de ella y tuvo a su hija en Buenos Aires- imposible blanquear ante el régimen.
Aquí también se la admiró enormemente. Tuvo temporadas memorables en el teatro Cómico, acompañada en guitarra por el Niño de Huelva o Esteban de Sanlúcar; grabó milongas de Manzi y Expósito; filmó la película que mejor la representa - Me casé con una estrella , de Luis César Amadori- y supo ubicarse bien cerca del poder, tanto, que la fiesta de casamiento de Perón con Eva Duarte se celebró en su casa de Belgrano.
La llegada a la copla de Lola Flores y Carmen Sevilla fue suficiente alerta para comenzar a planear una retirada que demoró hasta 1958 -treinta y dos años antes de su muerte-, después de grabar nuevamente lo principal de su repertorio, que incluyó un "Ojos verdes" de cinco minutos que se queda "clavaíto en el corazón" de cualquiera que escuche a la Piquer por primera vez.