Apenas terminó el secundario, Pipi Piazzolla se anotó en la facultad para estudiar Marketing. Duró apenas un día. "Me mandaron a estudiar el Ámbito Financiero... me paré y me fui", cuenta ahora, sentado en el living de su casa minutos después de haber dado una clase de batería. Aunque sabía que una parte de su familia no iba a estar de acuerdo con su decisión, también sabía que iba a tener el apoyo más grande con el que cualquier músico podría soñar: el de Ástor Piazzolla . "Vamos, Pipi querido. Sé músico. Sé pobre pero sé feliz", recuerda que le dijo su abuelo.
Tres décadas más tarde, Pipi Piazzolla está a punto de celebrar los 20 años de Escalandrum -tal vez la agrupación más sólida de la historia del jazz argentino- con un show en el Teatro Ópera este jueves 9 de mayo. "Pasó rápido el tiempo", dice. "Pero se cumplió la frase que tiré cuando armé el grupo: 'nos vamos a hacer viejos tocando juntos, vamos a viajar y nos va a a ir re bien'". Tan bien les ha ido que durante el recorrido grabaron 11 discos de estudio, tocaron en festivales de todo el mundo y, sobre todo, definieron un sonido y un lenguaje que no podría ser etiquetado de otra manera que no sea jazz argentino. Tanto es así que su último disco, Studio 2 -grabado en Abbey Road y compuesto por música original del sexteto- les valió cuatro nominaciones a los Premios Gardel, donde ya ganaron el de Oro en 2012.
-Existe una suerte de polémica sobre la existencia o no de algo que pueda denominarse jazz argentino y vos sos de los que defiende esa etiqueta, ¿por qué?
-La polémica es innecesaria porque somos pocos y nos queremos mucho. Es al pedo, todos los que tocan jazz tradicional, que lo mantienen vivo, que lo defiendan a muerte, como los que lo hacen con el tango. Yo hago otra música, que creo que es un jazz que se toca acá, que suena argentino. No se puede decir que no existe porque existe, como existe el jazz brasileño, el jazz latino con Paquito D'Rivera, o el jazz francés que se toca con acordeón. Hay que ponerle un nombre para que no caiga todo en la misma bolsa, porque tal vez hay pequeños detalles y está bueno aclarar.
-¿Creés que existe un sonido distintivo del jazz argentino?
-Creo que así como el fútbol se creó en Inglaterra pero existe el fútbol argentino, o así como está el rock nacional que también se invento allá, pero tiene sus características... era inevitable que pasara con el jazz. Si el rock nacional se cantara en ingles y todos sonaran como los Beatles, no sería rock nacional, pero se canta en español, tiene una onda propia y hasta hay algunas melodías tangueras... Bueno, nosotros al jazz lo mezclamos con aires de tango, de folklore y lo que nos gusta de otras músicas. El sonido de Escalandrum se reconoce aunque estemos tocando Mozart, y cuando nos llaman para tocar afuera es porque valoran que sonamos diferente.
-¿Y creés que vos también encontraste tu sonido distintivo?
- No te podría decir que tengo mi propio sonido, aunque la gente dice que me reconoce en el toque, pero yo sigo buscando, todo el tiempo. Me defino como un baterista versátil. No me gusta tocar hoy igual que ayer. Si me empiezo a repetir, me empiezo a sentir mal. Busco todo el tiempo, viendo qué salió nuevo. Los grandes músicos por lo general se rodean de nuevos talentos jóvenes, chequeo esos talentos, con quienes tocan y así encuentro otros talentos, otros grupos. Y todos me generan ideas y motivaciones para volver a tocar mañana. Escucho mucha música actual, me mantiene fresco y con ganas de mejorar y de encontrar algo nuevo. Siempre quise ser un músico arriesgado.
-El quiebre de dedicarte de lleno al jazz vino casi en paralelo con la formación de Escalandrum ¿recordás cómo sucedió?
Me di cuenta de que en el jazz sonaban todos los tipos distintos, y quería eso. Empecé a usar bombo de 18" y afinación más alta, ahí la batería tiene tonalidad. Pude pensar a la batería como un piano y no como un conjunto de instrumentos todos separados. Ahí cambió mi vida, tomé la decisión de pasarme a eso y largar lo otro. Todo fue muy casual, iba de a poquito, empecé a tocar con Guillermo Klein, con Richard Nant y me llamó Juan Cruz de Urquiza, que es mi ídolo, y fue como que te llame Bielsa para ir a la selección. Y Escalandrum se formó en paralelo. Ahí arrancó la cosa de este cambio de sonido. Me aboqué al jazz, hice todos los estilos y ahora los aplico a uno solo. Desde que encontré el jazz no me fue necesario imitar a nadie.
-¿Sentiste alguna vez la presión de ser músico y llevar un apellido con tanto peso?
-Todos los 90. Era chico y siempre estuve bajo una gran presión, sentía que tenía que tocar perfecto siempre. Fue una responsabilidad, me empecé a relajar cuando dejé de tener tiempo. Iba para todos lados a tocar, no había practicado ni una nota y funcionaba, así que relajé. Aunque estudio todos los días. La gente pretende que siempre toques bien y si no tocás bien sos un gil. Me preparé muchísimo, cuando toque mi primer show profesional había estado durante 2 años tocando 17 horas diarias. Cuando iba a la escuela de música y tenía que pasar a dar una lección estaban todos viendo qué iba a hacer, porque si sos Piazzolla ya tenés que tocar bien... y yo era un alumno promedio no era un crack. Eso hizo que prepare las lecciones como nunca. Una vez fui a un ensayo, no pude leer algo a primera vista y me trataron de ladrón que no tenía vergüenza el apellido que tenía. Me trataron tan mal que casi dejo de tocar, me olvidé el bombo en la sala de ensayo de lo mal que me trataron. Desde entonces me preparé para que no me pase nunca más algo así. Fue un motor para mí, tener la responsabilidad de tener que estar tocando en cierto nivel todo el tiempo.
-¿Por qué creés que la música de tu abuelo tiene aún tanta vigencia y admite tantas lecturas diferentes?
-Porque inventó una música universal, y eso no lo hizo mucha gente. Tiene raíces argentinas, un poco de rock, de música contemporánea, de música clásica, de jazz... y en todo el planeta cae bien. Pero no es masivo, hay gente que lo sigue descubriendo, que se le aparece y se enamora. No creo que los chicos del jardín de infantes de Rusia que cantan "Libertango" sepan que mi abuelo se tuvo que pelear con todo el mundo para hacer lo que hizo. Les gusta la música y listo, tiene esa magia. Y creo que poco a poco se va a ir sabiendo cómo hizo para lograr esa magia. La película Piazzolla: Los años del tiburón está muy buena en ese sentido, porque se ve cómo lo atacan y cómo se defiende él. Se ve cuando la pasó muy mal en Nueva York porque no tenía un mango...
-¿Cómo vivían ustedes toda esa situación en el seno de la familia?
-Se sabía pero yo era chico y no le daba mucha bola. Mi papá sí tuvo que pelearse para defenderlo. Pero mi abuelo no hablaba de esos temas en las reuniones familiares. Era gracioso, divertido, siempre estaba haciendo bromas pesadas. Lo acompañé a mil shows, me venía a buscar en auto y nunca tuvo problemas con nadie. Sí me quedó marcado que tenía fans grosos de verdad, capaces de pelear por mi abuelo donde sea, medio barrabravas. Yo iba a la escuela y a todos les caía bien Piazzolla, nadie me atacó por eso. La única vez que me pasó algo feo fue en un taxi en los 90. Sonó un tema de mi abuelo en la radio y le digo a mi amigo... el tachero me dice: "¿Quién es tu abuelo? Piazzolla era un hijo de puta". Me bajé y ni le pagué. A mi abuelo le pasaba que algunos taxis le paraban y otros no. Los que paraban lo adoraban y los que no paraban lo puteaban. Es que mi abuelo salía en la tapa de los diarios todo el tiempo, era mediático, siempre estaba en el ojo de la tormenta pero lo manejó muy bien, le sacaba provecho. Yo creo que se mataba de risa.
-¿Cuál es el show de él que más recordás?
-Cuando tocó en el Colón. Fui temprano a probar sonido con él. Estaba muy emocionado, le daban el Colon y la orquesta por primera vez, él había estudiado toda su vida para ser un músico clásico. Ya había tocado en la Scala de Milán y en la Ópera de París pero ese día fue profeta en su tierra y lo re disfrutó, estaba prendido fuego y se nota en el toque. Yo tenía 11 años y sentí la magnitud de lo que pasaba. ese día me firmó el programa de mano y decía "Para Danielito, mi querido nietito. No te olvides nunca de la noche que tu abuelo triunfó".
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