Pifies que empañan lo que debería ser una fiesta
No es cierto que Gardel cada vez cante mejor. O al menos eso debieron pensar muchos televidentes el martes al ver la transimisión de la entrega de los Premios Gardel a la Música. La idea era buena: comenzar la ceremonia con "El día que me quieras", con Lalo Mir recorriendo la platea y sumando las voces de Raúl Lavié, Marcela Morelo, Alejandor Lerner y Ariel Ardit. Pero no funcionó: porque el canto no es el fuerte de Lalo y porque faltó ensayo (las voces no se escuchaban bien, ni los cantantes entre ellos, con lo cual todo se descoordinó dramáticamente).
Es cierto que siempre algo puede fallar (en los últimos Grammy, le faltó retorno de audio a James Hetfield en el esperado encuentro de Metallica con Lady Gaga) pero en este caso parece sumarse a una larga lista de situaciones fallidas de estos premios a la Música.
Es una pena, porque un año más se frustró la posibilidad de tener unos premios a la altura de la capacidad musical de los artistas locales. Hubo rencillas previas (Universal, uno de los tres sellos internacionales grandes decidió no participar, al discrepar con la lista de postulantes) y por supuesto muchos se preguntaron si premiar con el Oro por tercera vez a Abel Pintos, sin poner en cuestión su talento, no era la prueba de un jurado no muy curioso ni activo.
Nuevamente, entonces, habrá que esperar que para el año próximo, en el que se celebrará la vigésima edición de estos, los únicos premios a la música locales, se tome nota de los errores y se apunte a mejorarlos de una buena vez para que se eleven por encima de esta chatura que los acerca a esos premios locales y pequeños que retrata Néstor Frenkel en la película Los ganadores.