Phil Spector, el gran inventor
Phil Spector es el paradigma del productor de discos. El supo ver –como nadie– el enorme negocio discográfico que permanecía virgen luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando la juventud norteamericana comenzaba a diferenciarse de sus padres y a elegir sus propias costumbres sociales, su propia música, su propia vestimenta, su propia literatura, su propia forma de ver el mundo. La guerra había terminado con dos bombas atómicas, pero se advertía cierto confort, ciertas facilidades económicas que los ayudaría a independizarse. Más allá de ser un personaje pintoresco, de entender la esencia de la música pop como ninguno de sus pares, de decir que “todo disco puede ser un éxito si concentras tus esfuerzos en hacerlo lo mejor posible” y de ser responsable de buena parte de los temas inolvidables de los años 60, el trabajo de Spector se resume fácilmente: trabajó con los Beatles y los Rolling Stones, con Leonard Cohen y los Ramones.
Todo era posible a partir de Spector. Por supuesto, no sólo se dedicó a los nombres mayúsculos; también se movió en el mundo de las producciones para teenagers, con muchos nombres en su haber. El trabajo era así: se elegían a los intérpretes; luego, a los músicos que apoyarían a ese grupo vocal, y entonces sí, los autores les componían los futuros éxitos (al menos ésa era la ambición).
En la segunda mitad de los años 50, la industria discográfica ya había impuesto esa moda de los grupos pop “producidos” para contrarrestar la furia del rock and roll que generaban Bill Halley o Elvis Presley, entre otros.
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Si bien hoy fueron olvidados, aquellos grupos inventados para el consumo adolescente dominaron el mercado de la música joven hasta la aparición de los Beatles (ellos mismos grabaron, en sus comienzos, temas de algunos de esos grupos). Los conjuntos femeninos estuvieron al tope de las preferencias juveniles, y si bien el antecedente más exitoso había sido el del trío Three Tons of Joy (Tres Toneladas de Alegría), que conquistaron el mundo del blues y el soul con sus cuerpos exuberantes y su gracia en los años 50, se eligieron tríos y cuartetos de mujeres atractivas (algunos con voces negras y otros con voces blancas) que, si bien no planteaban ningún reclamo protofeminista, conquistaron a las jóvenes de su tiempo con canciones de amor. Grupos como las Shirelles o las Shangri-Las eran el modelo que Spector siguió para construir a las Ronettes, Crystals, Darlene Love o Bob B Soxx & The Blue Jeans.
Hoy, algunos padres están preocupados. Dicen que sus hijas consumen compulsivamente cuadernos, figuritas, cacerolas y remeras con las fotos de Bandana. Para colmo, dicen que ahora eligen a jovencitos para hacer la versión masculina del superéxito y que temen que sus hijos se anoten para participar de la elección. Parece que el problema que tienen algunos padres es que, además, cantan. Paciencia. Todo pasa, aunque sea Phil Spector quien juegue detrás de la consola.
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