Phil Manzanera: “Los jóvenes me hacen la misma pregunta que yo le hice a David Gilmour a mis 16 años, ¿qué debo hacer para ser un músico profesional?
El ex Roxy Music repasará su trayectoria en el CCK con dos conciertos y dos propuestas estéticas bien distintas
En enero de 1967, a pocos meses de haber perdido a su padre, Phil Manzanera decidió que no quería ir a la universidad, sino que quería ser músico de rock. Acababa de cumplir 16 y había llegado a Londres, luego de vivir los últimos ocho años entre Venezuela, Cuba y Colombia, país de origen de su madre. Su hermano, ocho años mayor, estudiaba en la Universidad de Cambridge y le dijo que había conocido a alguien que quizá lo podía ayudar, ya que estaba por grabar el primer disco con su banda, Pink Floyd. Así, un buen día los Manzanera fueron a almorzar con David Gilmour y el pequeño Phil reafirmó sus fantasías musicales. “Actualmente soy vecino de David, en Londres, y él siempre bromea: «No sé qué te habré dicho, pero debió ser algo increíble, porque cinco años después formaste Roxy Music». Yo tampoco recuerdo qué me dijo en aquella oportunidad, pero desde ese día, David junto a otro músico que conocí poco después, Robert Wyatt, fueron mis ídolos”.
Cincuenta años después de aquel encuentro, Phil Manzanera está en Buenos Aires para presentar un show retrospectivo en el CCK, que recorrerá su extensa y variada obra, desde las canciones de esa gran banda de la vanguardia rockera que fue Roxy Music en la década del 70 (que compartió con Brian Eno y Bryan Ferry) hasta su más reciente proyecto de espíritu latino, Corroncho. Músico y productor clave del rock británico, que además de Gilmour llegó a trabajar con Bob Dylan, Nico, John Cale o Nina Hagen, entre muchos otros, Manzanera redescubrió en la década del 90 sus raíces latinas y llegó a producir a estrellas regionales como Fito Páez, Aterciopelados y Os Paralamas. “En ese momento, todos por aquí estaban haciendo rock en su idioma y era fantástico”, dice en perfecto español”.
–¿Qué le llamó la atención del rock latino por entonces?
–Principalmente que eran unos músicos increíbles. Cuando vine a trabajar con Fito, la técnica que tenía era impresionante. Además, aquí tenían otra forma de trabajar completamente diferente a la británica. Mientras graban, paran para almorzar, paran para cenar, paran para tomarse unas copas... Era tan divertido.
–¿Sigue atento a lo que ocurre en el rock actual?
–Sé lo que está pasando. Tengo un estudio y la gente joven viene todo el tiempo y me hace la misma pregunta que yo le hice a David Gilmour cuando tenía 16 años: ¿qué debo hacer para ser un músico profesional? Pero claro, todo ha cambiado y ahora es mucho más difícil. Entonces, para poder aconsejar a los nuevos músicos es que me he metido en las cuestiones legales de la música. Porque pienso que tiene que haber leyes que ayuden a los artistas. Hace poco estuve hablando en Bruselas, en el Parlamento Europeo, sobre una ley que quieren introducir para que se le devuelvan los derechos de autor a los músicos, porque las compañías multinacionales no pueden tenerlos por toda la vida. Además estoy también estudiando la forma de hacer que las plataformas digitales les paguen una suma apropiada a los músicos por su copyright. La industria ha cambiado todas las reglas y es muy difícil para los músicos que están empezando, para los más jóvenes, ganarse el dinero para poder vivir. En su momento, David me ayudó mucho y por haber tenido esa experiencia, me gusta tratar de aconsejar a los músicos jóvenes. Porque ahora entiendo más cómo darle más poder.
–¿Qué les aconseja?
–Cada caso es diferente, pero siempre les digo algo: “Puede ser la cosa más simple o la cosa más difícil del mundo, pero lo único que necesitás es una canción. Puede no ser complicada, puede tener dos acordes, pero tiene que tener una resonancia y eso solo te puede abrir todas las puertas”. Lo que estoy diciendo es que todo vuelve a la música, todo viene de ahí, porque la imagen y el resto la podés tener o no, pero la música es lo más importante. Y si por ejemplo no tenés éxito, pero te gustó el proceso, ya es suficiente. Es como una filosofía.
–¿Cómo es el show que viene a presentar?
–Este show lo hice por primera vez este año en Japón, y es un resumen de mi música, mirando los últimos 45 años. Temas de 801, que hice con Eno, de Roxy Music, pero con una cantante femenina, canciones de mis discos solistas, instrumentales. Es una mezcla, porque la mayoría de la gente no ha escuchado de un tiro todo lo diferente que he hecho. Algunas cosas en español también habrá y algunas sorpresas.
–Con Roxy Music nunca exploraron sus raíces latinas...
–No, nada de nada. Nunca apareció. Yo lo entendía, porque era una onda europea, mezclada con un poquito de lo que pasaba en el under de Nueva York. Ellos estaban más interesados en eso, porque lo que se les había presentado como música latinoamericana era muy cutre en esos tiempos. Tenían una idea de la música latina que no era real. Y en los diez años de Roxy Music ningún periodista me preguntó por mis raíces. Todos estaban más interesados en el rock anglosajón. De repente sale Peter Gabriel y Paul Simon y la música africana, y todos se sorprendieron: “Oh, hay un mundo afuera”.
–¿Y cuál cree que ha sido el legado de Roxy Music?
–Creo que tiene un significado para la música rock de los años 70 y que lo más importante ha sido demostrar que cuatro o cinco tíos, que saben dos acordes, pero tienen una idea, pueden tener éxito. Lo importante es el concepto, pensar conceptualmente. Hoy hay mucha música, pero suele ser en una sola dimensión. Lo que hemos hecho con Roxy Music fue crear todo un mundo en el que cuando entrabas, la sonoridad conceptual y la música que estaba dentro tenían una profundidad que te permitía ingresar a otra dimensión. Si escuchás un disco de música dance de hoy está muy presente y tiene una sola dimensión: está hecha sólo para bailar y uno se puede perder en el ritmo. Ahora que lo pienso, creo que por eso la gente toma tantas drogas en el ámbito de la música dance, para lograr acceder a esa otra dimensión. A lo mejor hay algo ahí.
–¿Qué significa hoy el rock para usted?
–Más que el rock, lo importante es qué significa la música en general en la actualidad. Todo el mundo quiere hoy música para todo, para bodas, para funerales, para la televisión, para hacer ejercicios, para bailar. Se ha expandido increíblemente. Entonces ha subido el valor de la música. Lo único que veo es que hay muy pocos Jimi Hendrix o Bob Dylan, no ha vuelto a salir gente como esa, pero el nivel es increíblemente alto y cada país ha logrado producir su equivalente a Bob Dylan.
–¿Cuál ha sido su sello como productor?
–Hacer nada, ja, ja. Ser invisible. Yo vengo de la escuela de George Martin, lo que quiere decir que no soy de la escuela de Phil Spector, que impone su sonido con cada artista con el que trabaja. No veo la razón para hacer eso, si uno está ahí es para sacar lo mejor del artista, no para imponer su idea. Si querés hacer eso, hacé tu propio disco. A veces es frustrante, pero uno tiene que recordar que está ahí para ayudar al músico, no para decirle qué hacer. Al final, si es necesario, podés sugerirle, pero es la decisión del músico. Un poco es como ser un padre, hay que guiarlo, sin imponerle nada.
–En su último disco, Corroncho 2, grabó una versión de “Live Forever”, de Oasis, pero traducida al español, ¿cómo se le ocurrió?
–En el primer disco que hicimos con Corroncho grabamos “Forever Young”, de Bob Dylan, en español, y adquirió una resonancia diferente. Salió como un himno, una especie de “We Are The World” para América del Sur. Con esa idea de tomar una canción y ponerla en otro contexto, grabamos la canción de Oasis, le añadí unas palabras de Pablo Neruda y lo pusimos a sonar en el desierto de Atacama como un homenaje a los desaparecidos de la Caravana de la Muerte... Eso de vivir para siempre toma otro sentido.
–De hecho, resulta casi el significado opuesto al original...
–Sí, exacto. Por eso no me animo a decirle a Noel Gallagher lo que he hecho con su tema. Estuve en una fiesta con él y pensaba: «¿Se lo digo o no? No, mejor no», ja, ja...ß
Un show y una charla abierta en el cck
Phil Manzanera subirá dos veces al escenario del CCK. Primero, lo hará pasado mañana, a las 20, en formato banda y con un show que repasará toda su música, desde Roxy Music hasta su último proyecto, Corroncho. Esa noche, en la Sala Sinfónica, el guitarrista estará acompañado por la cantante portuguesa Sonia Bernardo, el guitarrista español Lucas Polo y un seleccionado de músicos argentinos: Fernando Kabusacki, el saxofonista ricotero Sergio Dawi, el tecladista Matías Mango, el baterista y bandoneonista Fernando Samalea y el bajista Paul Dourge. El show, además, será transmitido en formato streaming, a través del sitio www.cck.gob.ar.
El segundo encuentro será en formato charla abierta y se realizará el lunes, también a las 19 (las entradas gratuitas estarán a disposición a partir de hoy, de 12 a 19, en Sarmiento 151, hasta agotar la capacidad de la sala), en La Cúpula. La idea central es la misma del concierto, repasar su obra, pero esta vez en sus propias palabras.
“Siempre pensamos que el rock and roll era una cosa que hacías a los 20 años y a los 30 te morías. Ahora hay una pila de gente como yo, que tengo 66 años, o los mismos Rolling Stones, con más de 70, que todavía siguen dando vueltas. No hay antecedentes de esto y por eso nos gusta reflexionar al respecto entre los músicos de nuestra generación. Esta situación aparece por primera vez: nadie había visto antes a rockeros de 70 años. Bueno, por eso hay tantos músicos de mi edad contando sus experiencias”, dice Manzanera.
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