Phil Collins volvió a sus grandes éxitos en una noche nostálgica
Hace tres décadas, "Against All Odds" era uno de esos temas que se escuchaban al final de una noche de boliche (de matiné o de trasnoche). Tenía que pasar toda la música bolichera de aquellos años ("Tarzan Boy", "Self Control", "Brother Louie", "It´s a Sin"y tantos más) para que llegara, dos o tres horas después, el momento de los lentos. Y ahí, si el muchacho tenía suerte, podía sacar a bailar a la chica que había estado buscando durante toda la noche. La pista se oscurecía y se encendían aquellas famosas luces negras. Él la tomaba de la cintura y ella rodeaba su cuello mientras sonaba "Against All Odds".
Es parte de la historia emotiva de muchos de los que ahora están aquí, en el Campo Argentino de Polo. Y Phil Collins lo sabe, por eso comienza su recital de la manera que ningún especialista en recitales de estadios recomendaría: con una balada. Claro que no es cualquier balada ni cualquier cantante. El inglés que está ahora sobre ese escenario tiene 67 años y 50 de trayectoria artística. ¿Cuántos son los que pueden enseñarle algo? Entra caminando despacio, apoyado en su bastón, y se ubica frente al micrófono, en el frente del escenario. Saluda, pregunta si el público está listo y comienza a cantar. Y créanme que esa balada es el mejor comienzo. Luego sigue con otra, "Another Day in Paradise" y pronto pone rumbo a ese R&B y ese soul de brasses que comenzó a cultivar a principios de los 80 y que daban cuenta de su pasión por la música negra de los 50, 60 y 70 (Motown incluido). Las pruebas están en temas como "I Missed Again" y "Hang in Long Enough" con una sección de brasses demoledora, como aquellas que comenzó utilizar en sus primeros discos solista.
El repertorio de Collins es un grandes éxitos que va de los lentos a los rápidos y de ahí a los de medio tempo, con canciones de su discografía solista y de Genesis. Por eso del R&B vira rápidamente a "Throwing It All Away". Ningún especialista en grandes recitales le recomendaría salir de gira a un hombre que ha pasado por problemas de salud difíciles de sobrellevar, de un retiro de los escenarios que lo ha dejado fuera de forma y de la decisión de regresar con un bastón. Su gira se llama Not Dead Yet (no muerto aún). Esa fue la primera señal que dio antes de comenzar sus tours. Canta todo el recital sentando. Pero eso no hace una gran diferencia. Cuando tomó el lugar de frontman en Genesis, tras la partida de Peter Gabriel, para el disco A Trick of the Tail, no era el gran showman que saltaba de acá para allá sobre el escenario. Cantaba con las manos en los bolsillos. Ahora tampoco; lo suyo es como volver a esa experiencia, aunque con otro camino recorrido.Ya no tiene a Chester Thompson para hacer duelos de batería. De hecho, no puede tocar la bata en vivo. Pero está bien acompañado. Tiene a uno de sus hijos -Nicholas, que a los 16 años toca los temas tal cual los grabó su padre, hace treinta o cuarenta años- sentado tras los cascos y platillos, y a laderos que son viejos compañeros de ruta, como el guitarrista Daryl Stuermer y el bajista Leland Sklar además de sólidas secciones de coros y vientos. Su carrera tuvo proyectos con arreglos de secciones de brasses que no se volvieron a repetir jamás en la música pop.
El concierto es una retrospectiva y el público va a ver eso. Cuando suenan temas como "Follow You Follow me" en las pantallas se ven imágenes de la historia del grupo Genesis, de diferentes momentos de Phil Collins sentado a la batería y de sus compañeros. "Esta próxima canción es de No Jacket Required", dice y enseguida lanza "Who Said I Would" (quién dijo que lo haría) Y aunque la canción hable de otra cosa, vale la pena preguntarse: ¿Quién dijo que lo haría? Quién dijo saldría de gira. Y lo hizo.
En la Argentina las entradas se agotaron varios meses antes del concierto. Había un público que quería escuchar un repertorio como este. "Separates lives", la balada para iluminar todo el estadio (con esos encendedores ahora llamados smartphones); la ácida "In the Air Tonight"; el rhythm and blues de la factoría Supremes "You Can't Hurry Love"; el "Easy Lover" de la dupla que Collins hacía con el ex Earth, Wind & Fire Philip Bailey; el "Sussudio" de su breve etapa bailable; o el manso "Take me Home", para la despedida.
La eterna voz de Chrissie Hynde
Antes de su concierto hubo una banda muy especial que hizo de telonera: The Pretenders . Un lujo que el público se pudo dar como primer plato de una noche fría. La voz de la ahora rubia Chrissie Hynde no acusa el paso de los años. Suena con ese color tan particular que hace de temas como "Brass in pocket" (un clásico que el año que viene cumplirá cuarenta años), piezas únicas. En esta gira en la que acompaña a Collins la banda también trae grandes éxitos como "Back On The Chain Gang", "I´ll Stand By You" y "Don’t Get Me Wrong". Y ante la escasa presencia de rock en los escenarios actuales (la última edición del Lollapalooza, el último fin de semana, ha sido una prueba contundente) es un verdadero lujo escuchar la potencia de temas de la usina Pretenders, como "Middle Of the Road" y el country- rock "Thumbelina".
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