Phil Collins: entró a Genesis a los 19 como baterista, se convirtió en el líder y acaba de cantar por última vez con el grupo
La banda culminó su gira The Last Domino? en Londres y el cantante y baterista aseguró, sobre el escenario, que aquella era la última actuación del grupo y, muy probablemente, también suya
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“Esta es una noche muy especial. Es la última parada de la gira y el último show de Genesis”. El decir pausado en la voz de Phil Collins, tan poco habitual en su manera de hablar (la mayoría de las veces ágil y llena de inflexiones), seguramente fue para que el mensaje llegara bien claro a los oídos de sus fans. El grupo integrado por Collins, Tony Banks y Mike Rutherford terminó su vida sobre los escenarios con el concierto que dio el último sábado en el O2 Arena de Londres. “After tonight, we’ve all gotta get real jobs” (”Después de esta noche, todos nosotros vamos a tener que conseguir trabajos verdaderos”), agregó el cantante con su humor habitual. Esa fue la manera que encontró para desdramatizar el momento. Y aunque no lo aclaró (porque se refirió al grupo y no a su labor artística individual) seguramente ese show quedará como el último de toda su carrera.
Las humoradas siguieron pero la realidad nunca faltó en ese concierto. En esa misma parada musical que el grupo hizo luego del tercer tema, para anunciar su retiro, hubo referencias a la pandemia Covid-19 y la canción que comenzó a sonar (mientras en la pantalla se proyectaron imágenes de Londres con un cartel que decía “Stay at home”, “quédense en casa”), fue “Land of confusion”, una pieza de mediados de los ochenta que, lamentablemente, no pierde actualidad.
From tonight’s final #Genesis show in London (from left): #PeterGabriel, #PhilCollins, and Richard McPhail (long time friend and tour manager in the ‘70s). If you’ve not read Richard’s book on Genesis, you should. @genesis_band @itspetergabriel @PhilCollinsFeed pic.twitter.com/Zsmo0WMGr1
— World of Genesis (@WorldofGenesis) March 27, 2022
La despedida iba en serio. Hasta Peter Gabriel -antiguo vocalista de la banda que desde mediados de los setenta no tiene relación musical con los miembros de Genesis- pasó a saludar a estos muchachitos ya septuagenarios y luego se sentó en las primeras filas para ver el show. Rutherford no rearmará Mike & The Mechanics; por supuesto que no. Aunque podrá seguir tocando la guitarra en su casa. Banks quizás vuelva a su pasión por la composición orquestal. Pero el ojo siempre seguirá puesto en Collins. De hecho, desde medios británicos y redes sociales se impulsó su retiro anticipado con títulos y párrafos en tono de catástrofe. “Casi no puede cantar de pie”, “No volverá a tocar la batería”. Frases como estas abundaron durante el último año, desde que Genesis volvió a ponerle fecha a la gira que había sido suspendida por la pandemia.
Lo cierto es que por problemas óseos, Collins llevaba muchos años sin tocar la batería ni cantar de pie frente al micrófono. Sus limitaciones previas a la gira de Genesis no eran noticia para nadie. Tampoco le impidieron dar conciertos magistrales en plan solista, como el del 20 de marzo de 2018, en el Campo Argentino de Polo, que muchos argentinos disfrutaron. Durante aquel tour nunca disimuló sus afecciones. Subió a cada escenario a paso lento. Apoyado en su bastón, se sentó en una silla de oficina y repasó, durante un par de horas, lo más destacado de su repertorio. Lo hizo en Buenos Aires y en cada una de las ciudades que visitó dentro de esa gira, que representaba su vuelta a los escenarios luego de varios años que pasó recluido en su casa.
Un día sintió que no tenía mucho para hacer, que el alcohol le estaba ganando la partida y que sus hijos más chicos no lo habían visto nunca sobre un escenario. Por eso regresó, con una condición física disminuida, pero con el ímpetu necesario que se puede resumir en versiones de temas como “In The Air Tonight”, con decibeles apoteósicos.
Su hijo Nicholas Collins estuvo sentado a la batería de esa gira. Lo mismo hizo en ésta, de Genesis, que comenzó el 20 de septiembre del año pasado y que culminó el sábado, luego de 47 shows en Europa y los Estados Unidos. En este tour que llamaron The Last Domino? también acompañaron a la tríada Collins-Rutherford-Banks un viejo compañero de ruta, el guitarrista Daryl Stuermer, y en coros y percusiones Daniel Pearce y Patrick Smyth.
Si bien la anterior reunión fue hace catorce años y desde mediados de los ochenta no publica discos con cierta periodicidad, la producción musical de Genesis es muy rica y absolutamente decisiva para el rock progresivo inglés. El último concierto fue una síntesis de muchos de sus aciertos: desde los hitos de la década del setenta hasta los temas pegadizos de los ochenta y noventa. Fueron 23 títulos en total que saltaron de una época a la otra, sin que esos cambios resultaran abruptos o descolocados, gracias a la perspectiva que solo se puede hacer con el paso de los años. “Behind the Lines” (el tema ideal para abrir el concierto), “Mama”, “The Cinema Show”, Turn It On Again”, “Invisible Touch”, “The Lamb Lies Down on Broadway”, ”I Know What I Like (In Your Wardrobe)“ y los lentos y placenteros “Follow You, Follow Me” y “The Carpet Crawlers”, que puso el cierre definitivo.
Ya no hay vuelta de página. El libro dice fin. Hoy comienza la nostalgia y eso quizá subraye los valores más importantes de estos músicos. Tal vez las canciones de Collins vuelvan a sonar más fuertes que todo aquello que salió de su vida privada por la ventana de su casa. Desde los motivos (¿impositivos?) por los que un día se radicó en Suiza hasta sus infortunios amorosos. Hay canciones que dicen más de sus autores que las revistas del corazón: desde aquella desolada “The Roof Is Leaking” hasta aquellos temas de su primer disco en solitario que no eran otra cosa que una confesa catarsis de su primer divorcio. Y de allí a las baladas que miles seguramente bailaron a la hora de los lentos, en los ochenta. “Against All Odds (Take a Look At Me Now)”, que compuso para la película que llevó ese mismo nombre, y “Separates Lives” (a pesar de que la escribió Stephen Bishop, fue un éxito de Collins y Marilyn Martin en la banda sonora de la película White Nights). Con los años también aparecieron otras, como “Do You Remember”, “Take Me Home”, “Groovy kind of love” y “Another Day in Paradise”, que le daban forma a un repertorio iniciado por las exquisitas “If leaving me is easy” y “This must be love”, de su primer disco.
Aquel muchacho de 19 años que, en 1970, había conseguido el puesto de baterista en Genesis por un aviso de la revista Melody Maker, terminó como cantante del grupo a mediados de aquella década, cuando Peter Gabriel abandonó el proyecto. Nunca fue un baterista virtuoso (de hecho, ninguno del grupo era un músico virtuoso). Sí fue uno muy bueno. Había que serlo para tocar rock progresivo, lenguaje que, si bien la época demandaba estilos expansivos (especialmente en géneros como el jazz-rock), la clave en Genesis no estaba en las individualidades o en determinado swing sino en la capacidad de sorprender al público desde toda la estructura musical, con agilidad y cambios ritmos, con precisión en la alternancia de patrones ( 4/4, 7/8 o 9/8). Sentado detrás de los parches, vivió uno de los períodos más desarrollados del grupo (1970-1975), con el estreno de discos notables. La trilogía Foxtrot, Selling England By The Pound y The Lamb Lies Down On Broadway fue absolutamente excepcional e insuperable, no por sus canciones en sí sino en los términos de un álbum como concepto, algo que en el siglo XXI cayó totalmente en desuso.
A principios de los ochenta su carrera solista comenzó a tomar vuelo. Sus dos primeros discos, Face Value y Hello, I Must Be Going! tuvieron múltiples influencias. Para el tercero, No Jacket Required, se animó con temas bailables y se convirtió en una figura de peso en la industria del pop. Phil Collins fue la única estrella de la música que actuó en los dos escenarios que el Festival Live Aid montó el mismo día de 1985 a cada lado del océano Atlántico, en Londres y Filadelfia. Tocó primero en Inglaterra, unos temas sentado al piano, y luego subió a un avión Concorde para llegar rápido a los Estados Unidos y actuar con una formación de Led Zeppelin para la ocasión, en el escenario de Filadelfia.
Supo, como otros colegas, reinventarse para no quedar al costado del camino. Apenas iniciado el nuevo milenio, tenía en su haber más de 150 millones de discos vendidos, con Genesis y solo. Su estrella brillaba en el paseo de la Fama de Hollywood y la banda con la que se había hecho famoso entraba en 2010, en el Rock and Roll Hall of Fame. Cuatro años antes había vuelto a juntarse con Rutherford y Banks para reamar Genesis, no tanto con pretensiones creativas sino evocativas de los cuarenta años de vida del grupo. En 2006 comenzaron una exitosa gira llamada Turn It On Again: The Tour. La gira incluyó más de doces países y tuvo un costo para Collins. Los problemas de columna que acarreaba se acentuaron, afectaron la sensibilidad de sus manos y terminaron alejándolo de los parches.
Como todo en la vida, se podrá ver el vaso medio lleno o medio vacío. Pensar en la decadencia de un artista o creer en su resiliencia. Collins tuvo cinco hijos, tres esposas y divorcios complicados, especialmente el último, de Orianne Cevey (que luego de ser desalojada de una mansión de Phil que no le pertenecía, acusó al cantante de no lavarse los dientes con frecuencia). Además, Collins tuvo una carrera plagada de éxitos discográficos. La manera que encontró para reinventarse como artista, aunque más no fuera para evocar su exitosa carrera (solista y en banda), también unificó lo musical con lo familiar. Porque Nicholas se convirtió en el baterista de su banda y de Genesis. De alguna manera, el show del sábado, el último de una banda legendaria, también fue para Collins la manera de cerrar un círculo musical y afectivo.
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