A fuerza de covers, el líder de The Libertines repuntó su presentación en Colegiales recién en los bises
Con la camisa a medio salir del pantalón y los tiradores aflojados a la hora de los bises, Pete Doherty empezó a improvisar con su acústica, mientras The Puta Madres, el grupo que lo secunda desde fines del año pasado, hacía lo posible por seguirlo. De a poco, convirtió la zapada en “Ride Into the Sun” de Velvet Underground primero y en “Don’t Look Back in Anger” de Oasis después, yendo y viniendo entre una y otra. El gesto, casi minúsculo, sirve para entender la dinámica del quinto show en solitario del británico en Argentina, en donde nada pareció atenerse a un plan y las cosas se sucedieron sin contemplar si había alguien para seguirle los pasos.
Acompañado por una banda en la que prima más la contención anímica y espiritual antes que la versatilidad instrumental, Doherty zigzageó en Vorterix por todas las vetas de su carrera. “I Don't Love Anyone (But You're Not Just Anyone)” y “Last of the English Roses” fueron un comienzo prolijo y bien encaminado. Al rato, “Kolly Kibber” empezó a mostrar los hilos de la incertidumbre, con el guitarrista Jack Jones cargándose el protagonismo junto a la violinista Miki Beavis y la tecladista Katia de Vidas.
A la hora de “The Whole World is Our Playground”, el desconcierto pasó a ser la directriz principal del asunto. Las versiones de “Arcady” y “Music When the Lights Go Out” fueron poco más que esbozos que se extinguieron apenas después de su primer estribillo, y a la altura de “Don’t Look Back Into the Sun”, las cosas terminaron con un plomo haciéndose cargo del bajo después de que el responsable de ese instrumento pasase tres temas sin poder pivotear el ritmo.
Después de una hora y cuarto de incertidumbre, Doherty recuperó el vigor en los bises de la mano de temas de Babyshambles y The Libertines. Primero, una versión acústica y rabiosa de “What a Waster” sirvieron para entender que, ahora que está limpio, el músico inglés todavía puede (y necesita) canalizar los efectos de su abstinencia. Poco después, “Killamangiro” y “Fuck Forever” reafirmaron esa idea en formato de banda. Por primera vez en la noche, Doherty y sus compañeros parecían haber encontrado un lenguaje en común. Para desgracia de sus seguidores, eso ocurrió cuando el show estaba llegando a su fin.