Pescetti, entre música y acertijos
El multifacético conductor reparte su tiempo entre la Argentina y México
Luis María Pescetti (47 años) es actor, escritor, compositor, intérprete de canciones, musicoterapeuta y, en definitiva, un profesional fuera de serie que conduce desde hace casi tres años "Vampiro negro", por Radio Nacional (AM 870), los sábados, de 11 a 12. Alterna esta labor radiofónica con otra similar que desarrolla en México y con sus actuaciones para la TV y el teatro en varios países latinoamericanos y en España. A manera de juglar propone juegos, canciones y acertijos que siguen, con igual entusiasmo, niños, adolescentes y adultos.
-¿Cómo definiría su programa tras casi tres años en Nacional?
-Es un programa de corte infantil, pero para público familiar. Porque, de hecho, lo escuchan desde adultos y adolescentes a jóvenes, y niños también. Podríamos decir que es un programa infantil incluso para niños (risas).
-Siempre se dice que trabajar con mascotas y niños es muy difícil. ¿Por qué eligió dedicarse a los chicos?
-Trabajé siempre como docente de música en escuelas públicas de la Capital durante 12 años. También lo hice en el interior, pero orientado a la docencia musical, y de ahí saqué todo mi bagaje de conocimientos y de trato con los niños. En relación con que los niños son un público difícil, es verdad, lo son. Pero a veces sirve de mucho y otras veces de nada, porque al ser un público especial no es atendido ni valorado.
-¿Por qué cree que existen tan pocos programas para niños en la radio?
-No conozco tanto el panorama en la Argentina, pero hay una parte que tiene que ver con la no intervención del Estado en cuanto a no habilitar espacios que la iniciativa privada no encuentra rentables. Esto no es asumido activamente por el Gobierno, ya sea por razones políticas o por falta de políticas. Por otra parte, a los niños se los tiene como elementos de consumo sólo en algunas épocas del año: las vacaciones de invierno, el Día del Niño y las Fiestas. Entonces, al hacer un programa para chicos te dicen que sólo hay sponsors en determinadas épocas del año, pero en otras nadie quiere invertir. Además, en la Argentina hay una pobre valoración del trabajo que se hace con chicos. Lo que yo ofrezco es una combinación de músicas de distintas partes del mundo, junto con desafíos de tipo intelectual, como acertijos, y yo, en vez de ponerme en el lugar de papá, les digo: «No vayan a molestar pidiendo canciones». Por supuesto, lo primero que hacen es llamar pidiendo temas musicales.
-De alguna manera, usted rompe ciertos esquemas.
-Sí, porque lo que se supone que debería ser el trato con los chicos se refiere a un niño público y en situaciones públicas. En privado, el trato con los chicos no es así. En cambio, en la vida cotidiana es una lucha de poderes muy fuerte. La relación que tengo con ellos es la de un profesor que daba clases en una escuela pública con 30 alumnos por aula, por lo que no hay lugar para la idealización, sino que se trata de una relación muy cotidiana. Además, uno no les hace ningún bien idealizándolos, no se los atiende en sus problemas y asuntos reales. Tengo en claro dos cosas, que soy varón y que soy adulto. Como adulto, nunca me disfrazo de niño, y como varón hago juegos de "papá oso", no de neutro o de maestra. Con lo cual estoy jugando con el lugar de autoridad; es decir que me pongo a disposición para que ellos me ganen. Por ejemplo, hago trampa y entonces ellos descalifican mi lugar de autoridad, pero siempre en un "como si" y en un espacio de juego muy cuidado.
-¿Cuáles son las características fundamentales del programa?
-Son cuatro bloques. El primero es una canción para niños de algún lugar del mundo o de la Argentina, más un acertijo de lógica, de matemática o literario. Luego, yo canto una canción en vivo acompañándome con la guitarra. En el segundo, hay tres canciones referidas a un eje temático, por ejemplo, las moscas; así, hay tres canciones para niños o para adultos y también doy la solución al acertijo. En el tercero, muy de vez en cuando, propongo la lectura de un cuento o bien un juego más pesado de matemática o lógica que exija ponerse a hacer cuentas o resolverse de otra manera más compleja, y pongo música muy movida: la idea es que si hacen matemática lo tengan que hacer bailando. Y sobre el final, una canción de cinco minutos que puede ser un fragmento de una obra clásica, o alguna música del mundo, generalmente más tranquila e íntima.
-Usted es el creador, el productor y el conductor del ciclo.
-Sí, claro. Llego a la radio con mi mochila y mi guitarra. Cuando no estoy en el país paso programas que he realizado en México, en vivo. Y esto acerca a los dos países porque hay muy poca relación entre la Argentina y México, pese a que allí hay una gran comunidad de argentinos. También lo que hago, cuando viajo, es invitar a grupos. Les dejo la estructura del programa y ellos tienen que llenarla, con lo cual sigue siendo mi programa con distintos conductores y contenidos puestos por ellos, lo que para mí es hermoso. Lo hice aquí con "Los musiqueros".
-¿Escucha radio?
-Sí, pero en la Argentina muchos programas me desencantan. La radio está empezando a tener un vicio que es muy grande en la TV argentina, que es hablar de sí misma. Es autorreferencial, con muchos conductores riéndose de lo bien que lo están pasando. Creo que faltan guiones. La radio se volvió muy espontánea, pero en el mal sentido de la palabra. La radio de hoy me parece muy autocomplaciente y con una mala valoración de lo que es espontáneo. Para ser un buen improvisador, hay que tener un manejo enorme y no un espejo en el que uno se hable a sí mismo.
Por adentro
- Equipo: "Vampiro negro" cuenta con la asistencia de producción de Diego Grecco, la operación técnica de Fernando Ybarra y la locución de Norma Salas. Taui Curia atiende los teléfonos. Pero lo más llamativo es que todo el staff de la emisora (locutores, integrantes del control central y de otras áreas) se acercan al estudio para participar del programa junto al grupo de chicos y padres que habitualmente presencia en vivo el programa cada sábado.
- Literatura: entre los libros infantiles escritos por Pescetti se destacan "El pulpo está crudo", "Naranjas y marcianos", "Caperucita Roja como se lo contaron a Jorge", "Nadie te creería" y "La tarea". También escribió varios libros para adultos.
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