Una tarde en el verano de 2011 mientras el sol caía sobre las playas y casitas de Cabo Polonio un video captó el momento exacto en que una canción llamada "Ríe chinito" pasaba de ser una melodía bucólica y acústica de dos chicas en plena libertad vacacional, a transformarse en un himno de fogón y en el primer fenómeno local de Youtube visto hasta la actualidad por diez millones de personas.
Dolores Aguirre y Julia Ortiz , las cantantes y protagonistas del video, no eran amigas, no tenían un grupo y no pensaban tenerlo. Tenían 25 y 27 años y las dos habían terminado sus relaciones de pareja. Con la guitarra como único sustento habían dejado atrás la cómoda vida mundana en zona norte y confluyeron en un viaje liberador a Uruguay, desconectadas del mundo, viviendos sus días en una carpa y tocando en barcitos a la gorra. "Estábamos experimentando la libertad. Antes de grabar el video recuerdo que nos metimos al mar y toda esa energía se siente y se refleja en esa canción", recuerda Julia.
"Era un momento previo a que apareciera internet en los celulares y podíamos desconectarnos del mundo. La idea era hacer música para mantenernos en el viaje y nada más", apunta Lola.
Ese verano de 2011, ese video y esa canción marcó sus vidas y fue el catalizador colectivo de un espíritu de libertad con el que se identificaron miles de seguidores. "Fue una sincronía de un montón de factores. Pocho estaba en el lugar justo. Nosotras también. Fue como si se acomodoran varios hilos para que estuviéramos ahí y se generara todo esto. El video ni siquiera lo subimos nosotros. Pasaron un montón de cosas misteriosas y que son lindas que no tengan explicación. Las personas que lo vieron por primera vez no entendían que era lo que los atrapaba tanto. Algo las absorbió", relata Julia, que en el video aparece haciendo la segunda voz con una sonrisa en el rostro que se asemeja mucho a la felicidad.
Un año después Lola y Julia se subían a una camioneta que se había comprado Pocho Alvarez, el documentalista que grabó el video de "Ríe chinito" aquella misteriosa tarde, junto al percusionista Martín Dacosta y el guitarrista Diego Cotelo. Recorrieron miles de kilómetros tocando en pueblitos y ciudades del norte y del sur, parando en la casa de sus seguidores y el nombre de Perota Chingó se volvió una fábula hippie y nómade que recorrió América Latina y Europa, llenando centros culturales independientes, armando fogones en plazas y agotando entradas en todos los teatros sólo con el boca a boca. Para el medio musical que no entendía lo que estaba pasando ese dúo cancionero de fogón, (que podía reinterpretar con despojo y dulzura obras de Violeta Parra, Los Piojos, Eduardo Mateo y temas del folklore anónimo popular), eran solamente las chicas del video. "Hoy es como vintage eso porque muchas bandas surgen así", acota Julia.
Había algo hipnótico en la combinacion de esas voces y en la mística de esos conciertos acústicos que acrecentaron la fama del grupo y traspasaron las fronteras sin mediar un sello o una productora. "Aprendimos que no hay una forma de hacer las cosas. Tenemos esa bendición que no dependemos de nadie. No estamos con ningún sello ni con nadie que nos diga que tenemos que hacer o donde tenemos que ir. Nosotras somos las que vamos viendo que camino hacer y hacia donde vamos más allá de lo que pase a nuestro alrededor", asegura Lola, la de la voz oscura y que brilla como diamante en el dúo.
El otro secreto del grupo fue la sensibilidad para convertir clásicos perífericos en pequeños himnos de fogón y reunir repertorios y estilos que trazaron eslabones entre la tradición y el presente musical. "Somos muy distintas con Lola y eso nos nutre. Ella trae toda un palo más folklórico y a mi me gusta la música actual", reconoce Julia
"De lo que trae cada una como influencia y de la combinación de nuestras voces siempre sale algo nuevo. Perota no es lo que haríamos cada una por su lado sino lo que amasamos entre las dos", reconoce Lola.
En sus siete años de historia el crecimiento fue tan importante como la viralización de su tema "Rie chinito" cantado hasta por Joss Stone, la princesa inglesa del soul y el R&B. Sin proponerselo Perota Chingó empezó a reflejar otro boom acústico como el de Onda Vaga, reuniendo a dos mil personas en el Patio del Konex.
Con Aguas su nuevo disco, que presentarán en dos fechas el 15 y el 29 de junio en el ND Teatro, traducen la madurez artística del proyecto, superando notablemente su álbum debut. Casi la totalidad de sus canciones son de su autoría y navegan por cadencias de ritmos latinoamericanos, aires de reggae, guiños al hip hop, el rock y los sonidos ancestrales. Musicalmente el grupo mudó a un sonido más ambicioso y conceptual, detallista en sus arreglos y la búsqueda coral. "Queríamos que cada canción fuera una obra. Nos animamos a otros sonidos, imágenes y letras. Fue como abrir ventanas y empezar a profundizar en ellas. El sonido de Perota cambió. Ahora producimos mucho más las cosas. Antes casi no ensayabamos realmente. Ahora nos compranos una consola y nos encerramos tres meses a probar cosas en la casa de Lola y Martín para ver que salía artísticamente".
También está cambiando la estructura de la banda: tienen stage, sonidista, iluminador y músicos invitados y coristas. "Antes nos sentábamos con cuatro sillas y tocábamos", recuerda Martín Dacosta, integrante de la banda desde el comienzo. "El debate era quedarnos en lo que veníamos haciendo o arriesgar más. Y el disco fue un poco eso también. Una apuesta". El grupo fue transformando su modus operandi artesanal para pasar a una estructura que soporte la demanda que empezó a tener el grupo. "Se pierde eso de recorrer los lugares, donde había un contacto con la gente más cercano y directo. Hoy en día ya no se puede hacer eso. Somos muchos", reconoce Martín, otro integrante de los inicios.
Los cambios se aceleraron con la salida del guitarrista uruguayo Diego Cotelo. "Se cumplió un ciclo natural y arranca algo nuevo que tampoco sabemos muy bien donde va. Es como el cierre de un estado en el que venimos hace siete años. Ahora estamos probando esto de arbrirnos a la prensa y a todo un estrato que eramos mas reacias. Eso es parte de conquistar otros espacios y nuevos lugares desde lo musical también", reconoce con honestidad Julia.
El grupo es consciente que en ese camino pueden llegar a perder la espontaneidad que fogoneó la mística colectiva y comunitaria que fue sembrando la banda en sus conciertos. "Estamos buscando una coexistencia de lo que eramos en esencia y nuestras necesidades. Antes nos subíamos a la camioneta y no importaba si volvíamos a casa en tres o cinco meses. Ya no vivimos en un estado de gira permanente. Hubo un tiempo para reflexionar, parar y pensar que queríamos transmitir. Ya no somos adolescentes donde todo está bien. Reconocemos la oscuridad que tenemos como personas y eso nos hace transformarnos. Tiene que ver también con la aceptación de lo que somos ahora como grupo. Nuestra realidad es otra y Perota se tiene que actualizar", dice Lola Aguirre, autora del himno "Ríe chinito". Su compañera Julia Ortiz la mira con esa sonrisa diáfana que tenía en el popular video y desliza con tono zen: "Quizás no caigamos más a las casas de las personas a dormir, pero ahora se trata de buscar esa mística en otros espacios. No es algo que se pierda sino que se transforma".