Esta noche, el músico celebrará su cumpleaños con un concierto en el Ópera que, además, será transmitido por streaming; además no descarta participar de la competencia gastronómica de Telefe
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“Se hizo difícil no tocar en vivo, por eso, durante el 2020 hice once conciertos on line para suplir el no poder salir. En cambio, este año toqué muy poco, solo hice dos shows presenciales en Córdoba y Rosario en el verano, en anfiteatros al aire libre, que era lo permitido. Fue lindísimo y nos ilusionó con que podríamos volver, pero nos tocó transitar la segunda ola. Así que el de esta noche será el primer concierto en una sala de Buenos Aires desde febrero de 2020”, se ilusiona Pedro Aznar en el inicio de la charla con LA NACION.
Justamente hoy, cuando está cumpliendo 62 años, quien fuera integrante de bandas como Serú Girán, Spinetta Jade o el Pat Metheny Group celebrará con sus seguidores de la mejor manera, haciendo música en el escenario del teatro Ópera porteño, desde las 20.30 y, para quienes no puedan acercarse, se emitirá a través del streaming.
-¿Cómo te influye tener al público en un espectáculo en vivo?
-Aunque parezca una obviedad, es la constatación de la presencia de ese otro. Es la devolución inmediata y no mediada por ninguna tecnología. Ahí está el aplauso, la energía en vivo, uno puede percibir la satisfacción del público. Por eso fue tan raro tocar sin aplauso, aprendiendo a suplir eso sabiendo que el otro estaba del otro lado. Implicaba un esfuerzo de imaginación.
-Entendiendo el aplauso no desde la banalidad, sino desde lo que significa como signo y símbolo...
-El aplauso es una gran forma de devolución. De todos modos, lo lindo de los conciertos on line es que la gente puede escribir su mensaje en tiempo real y uno contestarle. Eso tiene una magia muy especial, con una comunicación que incluye la palabra.
-A pesar de las características del trabajo artístico, manejás en dosis justa tu exposición pública.
-A veces parece que no estoy disponible públicamente, pero no es tan así. Hago giras permanentemente y debo ser uno de los artistas que más toca en vivo con alrededor de 100 conciertos por año en tiempos de la prepandemia.
Pedro Aznar habla pausado, con un tono donde cada sílaba tiene su tono justo y moderado. El músico y poeta, multiinstrumentista y compositor, obliga a su interlocutor a desacelerar rápidamente para ir al encuentro de ese pensamiento que comienza a fluir desde la música para alcanzar cuestiones que hacen a su profunda vida interior.
Flor y raíz, el último disco que formará parte del repertorio del concierto de hoy, está vinculado al folclore de Latinoamérica y contiene joyas del cancionero telúrico como “Perfume de carnaval” de Peteco Carabajal, “Chacarera de los gatos” de María Elena Walsh o “Maldigo del alto cielo” de Violeta Parra. Además el material incluye “Reverdece”, un título de su autoría que grabó junto a Soledad. “El folclore está en mí desde siempre. Cuando era jovencito me interesaba mucho la fusión del género con otras músicas y eso estuvo presente en mi obra. En todos mis discos solistas hay una presencia fuerte de la música de raíz. Aunque debo reconocer que le debía a la gente y a mí mismo, un disco íntegro dedicado a ese cancionero”, dice Aznar, uno de los jóvenes próceres de la música nacional.
Hacia adentro
“Disfruto mucho de la soledad creativa y del espacio de reflexión”, explica cuando se lo consulta sobra la práctica del budismo que sigue desde hace décadas. A pesar de sus numerosos viajes y compromisos artísticos, Aznar elige buscar el paréntesis de una pausa: “Me gusta mucho aprovechar ese tiempo para ejercer una suerte de retiro, hacerme mis momentos para la paz y la espiritualidad. Esas pausas son muy buenas para encontrarme conmigo mismo y para crear”, sostiene el músico que realizó conciertos tanto en el Teatro Colón como en la Casa Rosada.
-¿Por qué te acercaste al budismo? ¿Qué te proporciona?
-A las filosofías orientales las conozco desde chico. A los quince o dieciséis me comenzaron a llamar la atención, razón por la cual leí mucho al respecto. Desemboqué en el budismo porque me gustó que no fuera exactamente una religión, sino una filosofía de vida. De hecho, el budismo no tiene una teología, no te explica quién es Dios o dónde está. Deliberadamente no se mete con eso y me parece muy bien porque creo que hay un misterio inherente a esas cuestiones que está bueno respetar.
-Te referís a algo de un orden no racional.
-Está bueno entender que las palabras no alcanzan para definirlo o aprehenderlo. Por eso, entiendo que es mucho mejor el acercamiento del budismo que propone trabajar sobre el propio corazón y la compasión, y sobre la apertura hacia la magia, el misterio y la maravilla de la vida. Además, el budismo está abierto a los demás y esa es nuestra tarea nada menor. La idea sería no perder tiempo en tratar de explicar a Dios, sino trabajar sobre tu propio corazón.
-Ejercer la divinidad.
-De alguna manera... por lo pronto, se trata de ejercer la compasión, que no es poco ni es tarea fácil.
-La música también es eso.
-La música es servicio, no es solamente una expresión de tu individualidad, sino que, a través de esa individualidad, percibís el mundo y se lo comunicás a los demás y los demás con eso, hacen cosas. Es un modo de comunicación muy profundo, una vibración, que va más allá de lo racional.
-Vivimos en un mundo que pareciera privilegiar el caos y atentar, permanentemente, con todo eso que vos planteás.
-Eso es, en alguna medida, una apariencia.
-El caos acontece.
-El mundo siempre es caos y siempre es orden. Algunas cosas las pensamos como formas del orden y otras como formas del caos, pero, en definitiva, son más o menos lo mismo. El caos, según la ciencia actual, es una forma del orden que no sabemos explicar. Por eso, se trata de ver dónde uno pone el foco. Podemos ver el mundo como un caos o como una obra en construcción y en proceso permanente de modificarse. Yo elijo esto último, aunque a veces percibo el mundo como un caos y me angustio mucho. Este último tiempo que hemos transitado me ha angustiado mucho, igual que a todos.
Inspiración
-Tengo entendido que hay alrededor de 250 composiciones de tu autoría.
-Hoy ya deben estar cerca de las 300.
-Cada una de esas 300 piezas son una fotografía de ese momento de composición. ¿Cómo llevás a la creación artística eso que te acontece? ¿Te manejás con método o dejás que las musas vayan haciendo lo suyo inesperadamente?
-Suceden las dos cosas. Muchas veces me despierto habiendo soñado una música y como tengo la gimnasia de prestarle atención a los sueños, le puedo dar entidad y eso redunda en más comunicación.
-Decodificás lo que sucede en la no vigilia.
-Llevo un diario de sueños. Muchas veces sueño músicas, así que me levanto y las escribo para desarrollar durante el día. Es un trabajo intuitivo, cuando aparece un sueño trascendente o lleno de psicología, lo anoto. Si uno se sienta solamente en el mundo racional, eso te deja de hablar.
-No todos recordamos los sueños o podemos acceder a esa zona más inconsciente.
-Creo que es algo que uno decide habilitar.
-¿Qué aporta transitar por esas zonas no tan racionales?
-Extiende la vida mucho más. Borges decía que todo hombre es un gran poeta cuando sueña. En los sueños hay imágenes, posibilidades, situaciones del territorio de lo fantástico que en nuestra vida cotidiana difícilmente aparezcan. Los que trabajamos con la imaginación estamos más habituados a navegar en esas aguas y sus beneficios, ya que los sueños evitan cierta locura de la lógica y la razón absoluta.
-¿Seguís alguna escuela?
-Me acerqué a Jung porque lo nombró Sting. Cuando lo descubrí, me volvió loco, al punto tal que llegué a hacer terapia con una analista junguiano, que sigue la línea en la que los sueños son una materia prima importantísima. He aprendido más buceando en lo que apareció en los sueños, que en el psicoanálisis tradicional.
Hitos
-Aunque todos los temas incluidos en un repertorio tienen una razón, ¿hay alguno que te remita a un momento muy particular de tu vida?
-Lo primero que se me viene a la cabeza es “El cosechero” y me lleva a los conciertos de Mercedes Sosa cuando volvió de su exilio.
-En el Ópera, la sala donde te presentarás esta noche.
-Exactamente. Esos conciertos de 1981 fueron conmovedores y una revelación. Recuerdo que ella hizo aquel tema junto a Raúl Barboza.
-Te llevo a zonas más terrenales. Muchos artistas participan en certámenes de televisión como concursantes o como tribunal que puntúa. ¿Cocinarías en MasterChef Celebrity o serías jurado de La Voz Argentina? ¿Te involucrarías en alguno de esos ciclos tan populares?
-Cocinaría sin ningún lugar a dudas, me divierte muchísimo. Soy un cocinero amateur muy dedicado, así que participaría en MasterChef Celebrity con mucho gusto.
-Patricia Sosa me confesó que lo traumático de su experiencia fue correr contra el tiempo, cumplir con el plazo de minutos en el que se deben concretar los platos. ¿Te bancarías esa presión?
-No lo sé...
-Pero si te llaman irías...
-Ahora que me decís lo del reloj, me lo estás haciendo pensar dos veces... Soy muy particular cuando cocino, me concentro mucho y es como una forma de meditación. Suelo ponerme música clásica instrumental y lo paso muy bien. Lo disfruto.
-Más allá de eso, no le cerrás la puerta a MasterChef Celebrity.
-No, la posibilidad está.
-¿Cuál es el plato de cabecera de Pedro Aznar?
-Hago una paella que está muy bien.
-La Voz Argentina se convierte en una vidriera bien interesante para cantantes talentosos y que no están visibilizados. ¿Serías jurado? ¿Te resultan interesantes este tipo de formato?
-Honestamente, no lo vi en detalle, pero el juzgar cómo alguien hace algo me da un poco de recelo, creo que puede ser hiriente o, incluso, hasta nocivo y puede truncar un talento o una posibilidad. No lo sé... tendría que ver más el programa. Si algo no me perdonaría sería cercenarle la carrera o la vocación a alguien.
-Hay algo de la vulnerabilidad del otro que entra en juego.
-¿Querés saber cuál fue la única materia del secundario en la que me saqué un 1?
-No me vas decir que fue Música...
-Sí, por no saber la fecha de nacimiento de Mozart. Arbitrariedades. Tonterías. Por eso digo que no se puede herir los sentimientos de nadie.
-¿Te volviste a cruzar con ese docente que te aplazó?
-¡No!
-Cuando tu nombre comenzó a hacerse conocido y lograste trascendencia como artista destacado, él quizás se acordará de vos arrepentido por aquella situación.
-Dejémoslo abierto a que si lee esta nota, se comunique.
-O quizás fue un motivo de orgullo: “Le puse un 1 a Pedro Aznar”.
-O, cuando me vio tocar públicamente, tal vez corroboró que el 1 me lo merecía...
-Le regalaste una guitarra al presidente Alberto Fernández.
-Sí. Como con el luthier Fanta Beaudoux estamos haciendo una línea preciosa de instrumentos que lleva mi nombre, le llevé a Alberto una guitarra de regalo.
-Una gran sorpresa para el Presidente.
-La recibió con mucho cariño, estaba contentísimo. Fue un enorme placer saber que una de esas guitarras está en sus manos.
-¿En qué circunstancias se la obsequiaste?
-Cuando fuimos a cantar con Sandra Mihanovich y Lito Vitale a la Casa Rosada para celebrar el 25 de Mayo. Fue un homenaje a todos los trabajadores esenciales, así que les cantamos una zamba a cappella. Ese día le llevé unos cuantos regalos a Alberto...
-¿Qué más le regalaste?
-Le acerqué mi caja de resonancia donde están mis discos recopilados. También lo convidé con mis vinos porque sé que es un amante y conocedor del tema.
-¿En qué consiste ese emprendimiento?
-Tengo una bodega junto con el enólogo mendocino Marcelo Pelleritti. Desde 2013 estamos en el mercado y ya llevamos ocho o nueve añadas, vendemos en la Argentina y exportamos muy bien. Tenemos cuatro tintos, uno blanco y vamos a agregar otras etiquetas más.
-El vino tiene mucho de la esencia tu disco Flor y raíz.
-Viene de la raíz, se convierte en flor y luego da el fruto que permite el vino. El milagro de la naturaleza.
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