Pedro Aznar: las múltiples vidas del artista que abrazó la excelencia musical
De The Beatles y Pat Metheny a Leda Valladares, en los 35 años de trayectoria del ex Seru Giran hay evoluciones estilísticas, grandes influencias y la constante: la búsqueda de nuevos caminos
El 6 de marzo de 1982, Pedro Aznar se despidió públicamente de Seru Giran durante un show en el estadio Obras Sanitarias y de ahí que "los Beatles argentinos" decidieron no seguir adelante con este proyecto musical sin su bajista estrella. Apenas un mes más tarde, en el mismo momento en que la última dictadura que gobernó el país lideraba la toma de las islas Malvinas, Aznar ya estaba mezclando el primer álbum con su firma en los estudios Ion. "Lo terminé y me fui a Boston para poder estudiar en Berklee. De hecho, cuando se editó, yo ya estaba viviendo en los Estados Unidos", recuerda Aznar. Entonces tenía 22 años y Pat Metheny ya lo tenía en la mira para sumarlo a su grupo, después de haberlo visto tocar en un festival en Río de Janeiro.
35 años después, Aznar construyó un plan para revisitar toda la obra que compuso desde aquel iniciático y adrenalínico hito en su vida hasta estos días. Y el plan incluye una reedición masterizada de sus 18 discos solistas, una autobiografía musical, un puñado de canciones nuevas y una gira bajo el nombre Resonancia que hoy y mañana tendrá su celebración en el teatro Ópera.
Un show cronológico que incluirá canciones de todos sus discos, desde aquel debut que recibió en formato vinilo en su casa de Boston, mientras se codeaba con los músicos de Berklee, y que ahora tiene entre manos. "Fue muy emocionante volver a este disco, porque no lo escuchaba con tanta atención desde hace mucho tiempo, y me encontré sorprendido por la apuesta musical que tiene. Es muy alta. Para un chico de 22 años lanzar un primer disco así..."
-¿Te acordás qué te llevó a componer este primer disco?
-La ambición musical, entendida en el mejor sentido. Una búsqueda de la excelencia, apasionada y profunda. Por eso también me fui a estudiar a los Estados Unidos. En este primer disco creo que está en potencial mucho de lo que después desarrollé.
El álbum que lleva su nombre se anticipaba a lo que vendría con un tema llamado "Boston" y otro "Pat Meth". "Cuando llegué a Boston lo llamé a Pat y me invitó a un ensayo. Empezamos a tocar más seguido en su casa, nos hicimos medio amigotes y al poco tiempo me invitó formalmente a formar parte del grupo. Con Pat Metheny tuve dos épocas: de 1983 a 1985 y de 1989 a 1992."
Pero nada de este material es parte de esta celebración hecha show, que tendrá un repaso cronológico de la música de Aznar como solista, salteándose lo que él mismo llama en el libro "los siete años en el Tíbet", que van de 1986 a 1994. En esos siete años, Aznar participó de un disco fundamental para el cruce definitivo entre el rock y el folklore argentinos, encabezado por Leda Valladares; compuso música para películas; grabó dos discos junto a Charly García firmados como Tango y Tango 4; volvió con Metheny y grabó otro disco con la banda norteamericana; protagonizó el regreso de Seru Giran, con dos históricos conciertos en el estadio de River Plate y un álbum de canciones inéditas incluido, y grabó RadioPinti, con música compuesta junto a Charly y letras de Enrique Pinti. "Muchas de mis músicas se fueron a esos proyectos, por eso no hubo un álbum mío en esos años. En el libro ese período lo considero como si fuera un disco más."
De ese período pertenece el proyecto Grito en el cielo, un encuentro que Aznar considera definitivo para el futuro de su carrera. "Leda Valladares convocó a varios músicos de rock a grabar un disco en el que se sumaban también cantores vallistos, de los Valles Calchaquíes, más cantantes de folklore «profesionales». Cuando le preguntamos por qué había tomado esa decisión, ella nos dijo: «Porque los músicos de rock cantan el grito africano, que es un canto de libertad, un canto del hombre que sufre, que ha sido esclavizado en América. Eso está en los espirituals, en el blues y en el rock. Y sé que ustedes van a entender perfectamente bien. A mí me pasó lo mismo porque yo empecé cantando jazz, hasta que me di cuenta de que tenía unos blues que estaban en el patio de atrás de mi casa, en Tucumán, a los que no les estaba prestando atención. Ese era el blues que tenía que cantar y yo siento que a ustedes les va a pasar lo mismo con esto». Y dicho y hecho. Creo que a todos los que participamos en eso, nos cambió la manera de entender la música y la manera de cantar. Para mí fue un antes y un después. Como también seguramente lo fue para Gustavo Cerati, con quien compartimos una canción, y para Fito [Páez]."
-¿Por qué te cambió la manera de cantar?
-Porque el canto con caja, el canto de la baguala, de la vidala, son cantos de la entraña, como decía Leda. Es un canto ancestral, es un canto que no pretende ser decorativo ni estético, es un canto desgarrado, como el flamenco, el blues, cosas que se cantan con la tripa y que no pretenden agradar. Es un canto desnudo lanzado al cosmos, ella lo llamaba canto cósmico. Eso a mí me abrió la cabeza en todo lo que canto. Todo lo encaro como si fuera una baguala en el sentido emocional, todo tiene que tener ese desgarro.
Raíces musicales
Aznar había comenzado a bucear en sus raíces musicales unos años antes del encuentro con Valladares y en su segundo álbum, Contemplación, ya incluía candombe, chacarera, ciertos aires de milonga. Entonces sí, una vez recorrido los "años en el Tíbet", coincidiendo con la salida de su álbum David y Goliath (1995), el músico asegura haber logrado una síntesis de su obra. "Ese es el momento en que siento que se conforma esta síntesis de lo que hago hoy y que vengo haciendo desde hace veinticinco años, que es esta fusión del rock canción con elementos de música latinoamericana, de jazz, de pop, de música clásica."
Cuando saqué mi primer disco, con 22 años, mi intención no era otra que la de buscar la excelencia, apasionada y profunda"
El próximo mojón en su historia discográfica, Aznar lo marca tres años después, en 1998, con la salida de su álbum Cuerpo y alma. "Es un disco que abraza la identidad musical de América del Sur, en donde hay música de Perú, de Uruguay, de Brasil, de Chile, de la Argentina, una mirada muy abarcadora de todo eso. Siempre con esa impronta del rock canción en el centro. Ese disco funda eso en mi música. Después, discos como Contraluz (2016) lo retoman y redoblan la apuesta, pero con la diferencia de que son todas canciones propias. En Cuerpo y alma está Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Chabuca Granda, Chico Buarque, Chico César, Cuchi Leguizamón, están mis referentes en ese panorama musical. En Contraluz, ya lo hago desde mi propia obra como compositor."
Sin embargo, la prolífica carrera de Aznar encuentra recién en 2008 una respuesta del público que lo reubica como un músico popular más allá de lo que hasta aquí lo había posicionado en el pedestal de "músico virtuoso".
La vuelta final, entonces, llega con Quebrado, "que tiene una energía muy especial y cierto abandono que remite a un largarse a lo que la canción pide, sin detenerse demasiado en detalles. Dejar que la canción pida hacia dónde quiere ir y respetar eso. A partir de ahí y hasta ahora, mi composición se hizo más directa en lo que busca comunicar. Fue como sacarle capas a la cebolla y quedarse con el centro. Lo medular de esto está acá y encontrar qué es esa semilla y dejarla que haga lo que tiene que hacer".
De uvas y corcheas
Pero la pasión de Pedro no tiene una sola dirección, sino que en todos estos años que revisa por estos días también se dedicó con la misma ambición por la excelencia a tomar fotografías y hacer vinos. "Hace diez años que me metí seriamente con el vino y me puse a estudiar la carrera de sommelier. Conocí al enólogo Marcelo Pelleriti, que es el Messi del vino, y nos asociamos en un proyecto que se llama Abremundos. Me pareció entonces que si iba a jugar con alguien de las grandes ligas, tenía que ponerme a tiro.
-¿Cómo se incorporó el vino en tu música?
-El mundo del vino y la música tienen muchas cosas en común. Es un arte y una ciencia, como la música, donde tenés una parte que es matemática y otra parte que es arte, intuición y aventura. Y en el vino pasa lo mismo. Tenés que ser un poco loco, un poco osado, aventuro, un poco zarpado, y conocer muy bien las reglas para poder romperlas. En los vinos se produce una hermosa síntesis entre una parte que es totalmente salvaje y natural, lo que hace la madre tierra, y la mano del hombre que poda, que siembra, que cosecha y también que sabe cuánto tiempo tiene que estar a tal o cual temperatura, en qué barrica la va a poner. En un buen vino de verdad encontrás esa potencia salvaje y, a la vez, la delicadeza de notas, aromas y sabores que une a la naturaleza y al hombre.
-¿Hacer vino es más como componer una canción o como grabar un disco?
-Es más como una canción, porque hacer un disco sería como hacer tu portafolio de vinos, donde cada uno cuenta una historia. Pero lo bueno es que con los vinos reescribís esa canción todos los años, porque el clima cambia todos los años, la uva no es la misma, no hubo el mismo sol ni la misma cantidad de lluvia. Uno también está distinto. Cada año es diferente y vos sos diferente, no estás igual y la mano del que hace el vino es una gran parte de lo que le pasa al vino. Para mí, el viñedo es como una partitura y el enólogo es el ejecutante.ß
"Desde que me crucé con Leda Valladares, todo lo encaro como si fuera a cantar una baguala en el sentido emocional, todo tiene que tener ese desgarro"
"Tanto como para hacer una canción como para hacer un vino tenés que ser un poco loco, un poco osado, aventuero, un poco zarpado, y conocer muy bien las reglas para poder romperlas"
Sebastían Ramos
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