Paul Stanley: del éxito musical a la consolidación de Kiss como marca
A poco tiempo de cumplir sesenta y nueve años, es indudable que Paul Stanley es uno de los grandes "monstruos" vivos del rock. El cantante y guitarrista de Kiss encontró en la música una forma de reinventarse a sí mismo, tomando distancia de una sufrida niñez. Pero más allá de su innegable talento netamente musical, Stanley junto a Gene Simmons revolucionó la lógica del rock como negocio, y convirtió a su banda en una de las marcas más rentables en la historia de la música.
Huir de la infancia
En su libro Face Off, Paul Stanley escapa al recuerdo de su infancia. Al ser una biografía, su niñez es un casillero inevitable, pero doloroso. En esas páginas iniciales, en las que describe su hogar como un sitio "en el cual el afecto y el cariño brillaban por su ausencia", Paul relata la indiferencia de su padre, la falta de protección de su madre y los brotes psicóticos de su hermana. Stanley Bert Eisen nació el 20 de enero de 1952, con el diagnóstico de una malformación llamada microtia, que afectaba su oreja derecha. No solo tenía anulado el canal auditivo de ese lado, sino que su oreja tampoco se había desarrollado apropiadamente. Durante su infancia, ese cuadro fue la gran cruz de Stanley, que se sentía un monstruo entre sus compañeros de clase. "Los chicos parecen disociar a la persona de la deformidad, pasé a ser un objeto en vez de un niño. Pero ellos no eran los únicos que se me quedaban mirando, los adultos también lo hacían y era peor. No hará falta decir que no tenía muchos amigos", escribió el músico sobre su niñez y la nula contención que recibió de sus padres.
Lejos de las reuniones sociales, sin un círculo de amigos y con una familia que prácticamente lo ignoraba, Paul no tardó en encontrar un refugio en la música. Como a muchos niños y niñas de su generación, el momento bisagra en el que nació el amor por el rock se puede fechar en febrero de 1964, con los Beatles en El show de Ed Sullivan. "Mientras los observaba cantar pensé de repente: 'esa será mi vía de escape'. Aquel era el vehículo que podría utilizar para salir de la miseria, para hacerme famoso, para ser respetado, apreciado, admirado, envidiado", reconoce Stanley en sus memorias. La música era la promesa hacia una vida mejor. El niño soñaba con el rock como la máscara que le permitiría reinventarse, sin saber cuán literal iba a ser esa fantasía. A partir de ese momento, Stanley comenzó una educación melómana que lo llevó a conocer a Bob Dylan, Tom Rush y, especialmente, a la Jimi Hendrix Experience. Era la segunda mitad de los sesenta, el flower power se encontraba en auge y de golpe, los marginados eran la nueva normalidad.
Con la música como escarapela, Stanley formó su primera agrupación, The Post War Baby Boom. Pero la identidad sonora no era el único ingrediente al que le prestaba atención, y así lo reconoció: "Las bandas británicas tenían una especie de elegancia decadente. Llevaban unos cortes de pelo con toda la onda, vestían de seda y satén, y demostraban cohesión no solo en lo musical, sino también en su actitud y vestimenta. Tenían identidades individuales, y también una identidad grupal (…). Por otra parte, bandas como Jefferson Airplane, Grateful Dead o Quicksilver Messenger Service tenían músicos que parecían cirujas, que se vestían como si acabaran de salir de la cama". Aún faltaba mucho para Kiss, pero Paul en ese momento no concebía una banda solo desde lo musical, sino también desde la necesidad de contar con integrantes que sedujeran al público.
La mejor dupla
"Me llamo Gene Klein" le dijo a Paul un joven al que luego describió como alguien "fornido y grandote". Entre ambos no hubo una chispa inmediata, pero sí un serio compromiso por abrirse camino en el mundo de la música. En Gene, Paul encontró al socio ideal: "Tenía dedicación. Cantaba y tocaba bien el bajo. Nos gustaba el mismo estilo de música, armonizábamos bien". Claro que por otra parte detectó un problema no menor: "Al ser hijo único, el trabajo en equipo no era uno de sus fuertes".
Paul y Gene formaban parte de Wicked Lester, un proyecto que no prosperó, y que dejó a los dos amigos frente a la necesidad de armar otro grupo desde cero. De ese modo aparecen en escena Paul Daniel Frehley (luego rebautizado Ace Frehley) y Peter Criscuola (Peter Criss). Desde el primer minuto, Paul y Gene asumieron el control de las cosas, y entre ambos se reforzó esa idea de una sociedad profesional. "Stanley es el hermano que nunca tuve" reconoció Simmons en su libro Me.Inc, aunque eso lo destacó no solo por el vínculo afectivo, sino también por el empresarial.
Desde su adolescencia, Stanley sabía que la estética era un elemento clave para captar al público. Bajo esa mirada, de golpe sus fantasmas personales se convertían en proyecciones musicales, su deseo por huir del mundo evolucionaba hacia la necesidad de maquillarse, y su admiración por el look de los músicos ingleses lo inspiraba a trabajar concienzudamente en la impronta de su grupo. Tapar su oreja, maquillar sus miedos y convertirse en otra persona, esa era la promesa de la poética glam.
En 1974, Kiss lanzó su primer disco, pero el público no le prestó demasiada atención. Hotter Than Hell y Dressed to Kill tampoco cambiaron notablemente dicha tendencia, hasta que en 1975 el lanzamiento de Alive! lo cambió todo. "Rock and Roll All Nite", aunque estaba incluida en Dressed to Kill, ganó una gigantesca popularidad gracias a Alive!, pero lo más importante fue que ese disco le permitió a Stanley transmitir esa energía tan única que tenían sus shows en vivo. El uso de un vestuario extravagante, el maquillaje y la fascinación por estar ante músicos que no revelaban sus rostros eran elementos que generaban una fascinación inédita. Eran como superhéroes con guitarras eléctricas y tacos altos. Y a partir de ahí, todo fue hacia arriba. La segunda mitad de los setenta entregó una de las grandes etapas de la banda, con muchos himnos repartidos entre discos imprescindibles como Destroyer, Rock and Roll Over, Love Gun y Dinasty.
Un sueño artístico (y comercial) exitoso
La fantasía de Paul Stanley se había hecho realidad, y así lo reconoció en una entrevista: "Kiss es un ideal, es un punto de vista. Es darle a la gente una idea sobre que todo es posible, y que tenemos derecho a una noche alocada. Nosotros cantamos sobre cosas eternas, sobre la libertad y el festejar la vida". Esa identidad casi de historieta, permitió que Kiss se convirtiera en experimentos de merchandising que iban más allá de las típicas remeras. De ese modo, en 1977 Marvel publicó el primer cómic protagonizado por el grupo, que utilizó en las tintas rojas un pequeño extracto de la sangre de los músicos. El film de 1978, Kiss contra los fantasmas, también fue prueba de las infinitas posibilidades comerciales que permitía la banda.
Si bien esa era la cara más idealizada del triunfo Kissero, puertas adentro aparecían grietas cada vez más marcadas. Paul y Gene, pilotos de ese vehículo que iba a toda velocidad, chocaban con frecuencia, aunque siempre lograban algún tipo de acuerdo porque, según confesó Gene, ambos compartían "una ética obrera". Pero con Ace y Peter, la situación era distinta. En una banda que funcionaba como una fábrica de hits, no había lugar para empleados no dispuestos a tomarse su trabajo en serio. Por sus problemas de adicciones, en 1980 Criss fue expulsado, y Ace le siguió en 1982. "La vida es como un partido de fútbol (americano)" reconoció Simmons en una oportunidad, "no le querés pasar la pelota a alguien que se va a ir de cara al piso porque está muy borracho o muy drogado, porque cuando pasa eso termina perdiendo todo el equipo". La lógica de Kiss como marca encierra, para bien o para mal, la esencia del grupo. La identidad grupal a la que tanto apelaba Stanley terminó siendo tan robusta que pudo prescindir de los músicos como individuos. Sí, desde luego que "Space Ace" o "The Cat" (como eran conocidos los alter egos de Ace y Peter respectivamente) tenían su impronta, pero eso no le impedía a Kiss el deshacerse de ellos y reemplazarlos con otros músicos de maquillajes nuevos.
Durante los ochenta, la banda sufrió algunos descensos de popularidad que supo combatir con astucia, y de paso, lograr reinventarse como marca. De esa manera, en septiembre de 1983, el mítico Lick It Up se convirtió en el primer disco en el que los integrantes se mostraban sin maquillaje. Desenmascararse fue un gran paso para Stanley, que finalmente se animaba a dar la cara y vencer los fantasmas de su niñez: "Esos años los encontré muy satisfactorios porque tuve la oportunidad de salir al escenario sin maquillaje, algo que anhelaba mucho. Creo que a mí me resultó más fácil que a Gene". En su libro Sex Money Kiss, Simmons reconoció que durante ese período él se encargaba del aspecto comercial de la banda, mientras que Paul se concentraba en el desarrollo artístico. Y si bien los roles estaban claramente determinados, y ellos se consolidaban como socios de una empresa altamente rentable, eso no impedía que surgieran chispazos. En su autobiografía, Stanley explica que el ego de Simmons "se metía en el camino muchas veces". Pero ambos sabían que más allá de sus proyectos individuales, Kiss como marca era tremendamente redituable, y ante todo ellos comprendían y respetaban eso (la famosa "ética obrera" apuntada más arriba).
Dueños del mundo
De Kiss hay pinballs, muñecos, remeras, corbatas, comida, historietas, y todo tipo de merchandising, en una lista que supera los tres mil ítems licenciados. Ninguna banda explotó tanto el filón comercial como esa. La lógica de Stanley y Simmons era equivalente a la de George Lucas en Star Wars, que fundó un negocio millonario no solo en las películas, sino con la catarata de merchandising, y en alimentar a los fans con miles de productos derivados. La música de Kiss es superlativa, eso no está en duda, pero el construir el nombre del grupo como una marca fue un enorme acierto. Dell Furano, presidente de Live Nation Merchandising, reveló que en los últimos quince años Kiss vendió más de diez millones de prendas de vestir, y detalló: "En esa cifra se encuentran todas las variantes de remeras de la banda, y todas se ajustan a la experiencia Kiss. Si vas a un concierto de ellos, vas a ver a muchas generaciones de fans usándolas, entonces eso es algo digno de destacar. Y todo eso tiene que ver con lo que Paul y Gene supieron crear".
Los muchos logros financieros de Kiss le permitieron a Simmons y a Stanley emprender otro tipo de negocios, como la cadena de restaurantes Rock & Brews, o tener un equipo profesional de futbol americano llamado Los Angeles Kiss. Por lo exitoso de su modelo comercial, Simmons llegó a dar charlas motivadoras en eventos empresariales. Y si bien esa idea de ser "demasiado comerciales" aún es el latiguillo favorito de sus detractores, a Gene eso siempre le importó muy poco: "Cuando ves el fenómeno en el que se convirtió Kiss, te das cuenta que es un monstruo gigante, sin importar la existencia de esos críticos que dicen que por tener máquinas tragamonedas, nosotros no podemos ser una banda seria. Y la cosa es que esos críticos aún viven en la casa de sus papis, mientras nosotros somos los dueños del mundo".
Reducir la fama de Kiss a su triunfo comercial es absurdo, y minimiza sus innumerables logros artísticos. Porque más allá de los negocios derivados, detrás de ese éxito siempre se encontró Paul Stanley, dueño de una sensibilidad que enamoró (y enamora) a millones de fans en todo el mundo. En una reciente conferencia de prensa, el músico confesó: "Creo que la mística es saludable. Y creo que darle glamour a las cosas es algo muy bueno. Si hubiéramos empezado ahora, no creo que Kiss hubiera logrado todo lo que logró. En los setenta y ochenta podíamos asegurarnos que nuestras fotos no circularan y que los paparazzi no nos fotografiaran sin maquillaje. Y nosotros así fuimos capaces de crear esa mística". A pocos años de cumplir los cincuenta, con maquillaje o sin él, Kiss sigue rodando y, como a ellos les gusta decir, aún son "la banda más candente del mundo".
Otras noticias de Kiss
Más leídas de Música
"Pacto de sangre". Airbag: la banda que sobrevivió a estafas, sigue “al costado” de las modas y llena estadios
Lo que se sabe. Luis Miguel: crecen los rumores sobre su regreso a la Argentina, para el cierre de su gira
"Te amo así". Greeicy: el recuerdo de su famoso exnovio argentino, su amistad con Tini y su debut en el Gran Rex
A los 84 años. Murió Willy Quiroga, el emblemático cantante de Vox Dei