Parcels, la banda que se instaló en Berlín como David Bowie y que terminó grabando su gran disco en el mismo estudio que usó el Duque Blanco
A finales del año pasado sacaron Day/Night, uno de los mejores discos de la temporada
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La música de Parcels pone en jaque las cuestiones referidas a lo predecible que puede ser algo no solo por el tiempo en que fue creada su obra, sino también por la geografía en la cual se la diseñó. Formada en 2014 en Byron Bay, Australia, a los seis meses de comenzar su carrera, la banda decidió hacer las valijas para instalarse en Berlín. Una vez en la capital alemana, el grupo empezó a esmerilar su propuesta, que poco tenía con su país de origen o con su nuevo hogar: Parcels sintoniza con la música bailable, con un pie en el pop y otro en la música disco, y sobre ese andamiaje agrega arreglos vocales. Todo suena como si Phoenix y Chic se juntasen a tocar con los Beach Boys como coristas invitados.
Desde Clockscared, su EP debut de 2015, la banda nunca detuvo su marcha: Parcels grabó bajo las órdenes de Daft Punk en su single “Overnight”, publicó su álbum debut homónimo en 2018, y emprendió una gira mundial que los tuvo como parte de la edición 2019 de Lollapalooza Argentina. Nada parecía frenar ese ritmo, hasta que la pandemia obligó al grupo a cambiar sus planes, y tras una breve escala en su país natal, por primera vez los integrantes de Parcels se encontraron con algo que hacía rato no experimentaban: tiempo libre. La banda comenzó el aislamiento grabando un álbum en vivo en un mítico estudio berlinés, y continuó su marcha sin apuros para calcular su próximo paso.
A finales del año pasado, Parcels puso fin a ese silencio de radio con el lanzamiento de Day/Night, un díptico discográfico planteado como un álbum doble en el que cada uno es en cierto modo el opuesto del otro. Las diecinueve canciones del proyecto se mueven entre el baile y la euforia, pero también entre la introspección y la melancolía, con una orquesta de fondo que une las piezas con espíritu cinematográfico. “En las primeras charlas que tuvimos sobre este proyecto, queríamos que los discos fueran diferentes entre sí, pero que al mismo tiempo tuvieran la sensación de unidad. Lo que terminó uniendo a todo fueron los arreglos de cuerdas”, explica el bajista Noah Hill. “Pensamos a la orquesta como una ola que flota, entrando y saliendo de los discos y mantiene todas las canciones juntas para que formen una sola historia. Es casi como una película: para nosotros es un álbum muy visual, uno que describe la vida de un tipo en un día, desde que se despierta, atraviesa el día, contempla el atardecer y recibe la noche”, agrega.
-¿A qué respondió la necesidad de trabajar el disco con los opuestos de día y noche?
-Empezó con nosotros dándonos cuenta de que tenemos opuestos profundos en nuestra música, desde nuestros comienzos tenemos distintos aspectos en nuestra banda y lo que nos gusta de la música, así que muchas veces tratábamos de poner todo junto en una sola canción. Intentábamos volcar nuestras influencias en una misma canción, y meterle también nuestras referencias disco o lo que sea, y nos dimos cuenta de que podíamos separarlos y hacer algo que fuera más interesante si cada cosa se trataba de manera individual. El punto era hacer estos discos como algo separado y cambió a que uno fuera más personal y el otro más global, y eso se convirtió en una narrativa y en un concepto, y eso fue naciendo después de muchas charlas y cosas por el estilo.
-Desde sus primeros pasos como banda, ustedes estuvieron en constante movimiento ¿Cómo los afectó la pandemia, en ese sentido? ¿Necesitaban hacer ese parate?
-Terminó cayendo en un buen tiempo para nosotros. Veníamos girando sin tener un descanso desde que armamos la banda, y justo estábamos al final de ese período de gira, y estábamos llegando al período de tener que pensar qué queríamos hacer en el próximo disco. Ya estábamos pensando en la idea de tomarnos un tiempo libre para escribir y grabar, así que tuvimos suerte en comparación a otras bandas que tenían pensado mantenerse en actividad durante ese período. Lo que hizo la pandemia fue que ese período resultase más largo, y de repente ese tiempo para escribir se convirtió en un descanso real en el que volvimos a Australia y pensamos mucho y procesamos los últimos cuatro años. Pasó mucho en los últimos cuatro años y necesitábamos tomarnos tiempo para procesarlo, y estos álbumes son el resultado de tener más tiempo de pensar, de escribir, de producir, de grabar, así que un poco es gracias a la pandemia que terminó siendo así.
-Hay una concepción errónea de que la música bailable es algo fácil de realizar, sin embargo ustedes demuestran que no es así.
-Nunca lo pensé así, aunque puedo imaginar que haya gente que sí lo vea de ese modo. Supongo que esta música tiene una actitud despreocupada, y eso hace que te mantengas en movimiento de una manera simple. Solía tener ideas sobre la música, pensaba que determinado tipo de música era fácil de hacer, o “yo puedo hacer esto, esto otro y esto otro”, pero mientras más intentás hacerlo y mantenerte en una misma dirección, te das cuenta que para hacer cualquier cosa bien es muy difícil, y tenés que conocer todo, porque hay sutilezas por todos lados. Nos concentramos en escribir canciones y hacer buenos ritmos. Nos tomó mucho tiempo y todavía no soy muy bueno en eso, todavía me resulta complicado, porque cada vez que mejorás, aparece un nivel siguiente al que llegar y ser mejor.
-No tiene sentido mantenerse en actividad si no es para superarse.
-Exacto. Si agotásemos la música disco, supongo que podría ir a hacer música rap, pero todavía me siento bastante atraído por hacer música dance y cosas que hagan bailar a la gente. Es la mejor sensación del mundo cuando estás tocando algo y ves a la gente bailar. Esa marea humana moviéndose es una gratificación instantánea para la música que estás haciendo, porque sabés inmediatamente que funciona. La gente se mueve, así que es innegable lo que estás haciendo, y no obtenés eso con otros tipos de música, si es algo más melancólico o de pensamiento más profundo es algo que pasa en la cabeza de cada uno, y es difícil saber qué piensa la gente. Muchas de nuestras partes favoritas del show son bloques extendidos de dance de los 90, pero con todo tocado vivo. Es electrónica, es dance, es música de boliche, queremos que sientan que están en un boliche.
-Durante la pandemia grabaron un álbum en vivo en los estudios Hansa, que popularizó David Bowie. ¿Cómo resultó esa experiencia?
-Había un lindo sentimiento en el aire. Fuimos a otra parte del estudio en la que podés ver donde David Bowie escribió de puño y letra “Heroes” en el máster del disco, así que tiene un aura por ser un lugar super icónico y con una energía especial. Al mismo tiempo, teníamos solo dos días, llegamos después de una gira, armamos todo, era una operación bastante ajustada. Fueron dos días bastante estresantes, pero al final del recorrido salís con el producto más increíble del mundo en tus manos. A veces las cosas de las que no estás muy seguro terminan siendo las mejores, estás ahí en el día, y quizás el día es medio caótico, porque no sabés si va a ser bueno o no, es estresante porque alguien se olvidó algo, o se rompió algo, y todo conduce al caos. Esos son los procesos de los que salís más feliz porque todo te sorprende.
-Sin tener la chance de pensarlo demasiado.
-Sí, quizás. Creo que es un nivel de aceptación de que esto es lo que es, y eso es lo que estamos tratando de hacer más ahora. En el pasado tratábamos de controlar todo, que todo fuera perfecto y éramos muy particulares acerca de cada cosa. Ahora dejamos eso de lado, y es bastante liberador: es demasiado agradable soltar todo y decir “va a ser lo que tenga que ser, si es bueno es bueno y si es malo, es malo”. Hicimos ese proceso de soltar, y creo que hay una mejor energía y es más disfrutable para nosotros y los demás.
-La música de Parcels está construida alrededor de dos elementos que es extraño cómo se mezclan, porque tenés por un lado el espíritu disco, y por el otro muchas armonías vocales. ¿Cómo decidieron cruzar esto y cómo lo hacen funcionar?
-Es bastante natural, porque tocábamos mucha música folk cuando éramos adolescentes. Tocábamos mucho en la calle en Australia, en Byron Bay y ahí tenías que tocar o tocar. De a poco, empezamos a sumar otros tipos de música, y eso se convirtió en Parcels, se transformó en un elemento nuevo. Queríamos hacer esta música bailable, pero sabiendo que nuestras voces estaban ahí. Ese era nuestro símbolo, y es algo en lo que nos pasamos años trabajando cantando, así que fue una mezcla natural de las cosas que sabíamos hacer.
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