Para los chicos: cómo es el show familiar y vía streaming de Mariana Baggio
"Mi manera más fuerte de consolar, de hacer reír, de llevar a otro lugar con la imaginación, es cantando". Mariana Baggio, la compositora e intérprete de la serie de discos Barcos y Mariposas, explica así su "necesidad imperiosa" de salir a cantar para todos los niños que están en sus casas atravesando la cuarentena por la pandemia de coronavirus, sin ver a sus amigos, sin poder ir al jardín de infantes o a la escuela. Mucho menos a ver un espectáculo en vivo. Este lunes presenta su segundo recital por streaming, de una serie de tres que inició a comienzos de mayo.
"Estamos permanentemente intentando que el pibe no esté todo el día frente a la pantalla, y ahora como alternativa no tenemos mucho más que ofrecerle; cualquier cosa tiene que ser a través de la pantalla, por lo menos en un primer impacto". Baggio reconoce que tuvo que "acomodar el cerebro" para encontrar una fórmula, que se vio obligada a correrse de la comodidad de lo ya probado y conocido.
"Cuando traté de imaginar una transmisión por internet me parecía primero imposible, insólito, ridículo, contradictorio, porque algo de mi propuesta es muy artesanal, de estar sintiendo la vibración de la voz y de la piel". Con una pantalla de por medio se hacía difícil. La transmisión online desde su casa "es una opción que carece de algunas cosas y a cambio tiene otras", concluye.
"Con mi material de Barcos y Mariposas, cuando me van a ver tocar en el teatro hay una expectativa de escuchar la sólida megabanda que me acompaña, que tiene un impacto fuerte desde lo musical. Eso no lo tengo en mi casa. Lo único que tengo en mi casa es al baterista (Gabriel Spiller, su marido). Por suerte, porque armamos estos conciertos un poco juntos. A cambio de eso hay algo muy íntimo, muy cercano, que me llevó a varias cosas que nunca hago en los teatros, como tocar la guitarra, mientras Gabriel agrega sutilezas tímbricas y sonidos, de agua, de cacerola... sonidos que embellecen desde un lugar no tan usual".
El nuevo formato llevó a nuevos arreglos para las canciones, a la narración de algún cuento que escribió y nunca dio a conocer, a plantear un juego, algunas adivinanzas. El repertorio incluye temas conocidos de Mariana Baggio, pero también otros, como las canciones tradicionales que poblaron su infancia.
"Creo que encontré una manera de estar más allá de la pantalla, que uno se olvide que hay un vidrio en el medio y que lleguemos a conectarnos. Me imagino como cuando estoy en mis clases frente a un grupo de ocho o diez chicos, más que ante las mil personas que a veces tengo delante en una sala". Entonces la propuesta es otra, más chiquita, más intima, anticipa la cantante. "Quiero que este recital sea un momento de descanso, de jugar a volar con las ideas, con las canciones y ya."
"Acá estoy sola con mi guitarra y con Gabriel. En cuatro temas de este segundo concierto también me acompaña mi hijo Manuel, un musicazo de once años. La directora de cámaras es mi hija Lucía, de 16. Mejoramos del primero al segundo la calidad de la computadora y también de la cámara. Pero sigue siendo casero, somos una especie de familia juglar. Y también tiene esa alegría, esa belleza de que nos encuentre a los cuatro haciendo un proyecto juntos. Es mío, pero es un poquito de todos, porque mis hijos fueron criados con esas canciones y de esta manera, y Gabriel es parte de mi banda y toca en los discos, entonces es un poco de todos el proyecto".
¿Va a cambiar algo en su forma de hacer música y presentarse ante su público después de la experiencia en tiempos de pandemia? "No sé todavía cuál va a ser la forma, pero estoy segura de que va a suceder", asegura. Y amplía: "Algo de esto estaría bueno que fuera un aprendizaje, que podamos tomar de esto las cosas que sí nos van haciendo bien, que descubramos lo que no necesitamos tanto. Queda súper explicitado en esta situación que no se necesita todo lo que nos hacen creer que necesitamos en esta sociedad de consumo. Que no es necesario que los chicos hagan tantas cosas ni pasen tantas horas fuera de su casa. Que sí es necesario que tengan una casa donde estar, cómodos, bien, todos alimentados, con las condiciones básicas resueltas. Desearía que hubiera una intuición vital de la raza humana para que no se vuelva cien por ciento para atrás. Que no sea, bueno, pasó el bicho este y todo vuelve igual, al hacinamiento en que vivimos en las ciudades, a ciertos maltratos, al tipo de vida que vamos teniendo, que facilita la propagación del virus. Tomábamos cosas delirantes como una normalidad".
En ese contexto ocupa para Baggio un lugar especial la música, como una instancia de cuidado del otro. "Creo que viene de cuando la mamá mece al bebé, que es el cachorro más vulnerable, para cantarle. Es algo de origen ancestral, con su voz la madre lo acaricia. Nos pasa también como adultos: el otro día estaba escuchando una canción del nuevo disco de Natalia Lafourcade y se me cayó un lagrimón, siento que me emociona, como un abrazo enorme que me están dando. El verdadero rol del canto tiene que ver con ese sacudón de emociones, que no necesariamente te hace llorar, te hace reír, bailar. Es poderosísimo. Estás escuchando una música y no podés evitar que se te empiece a mover el cuerpo o que te empiece a dar una sensación en la panza, o risa, no lo podés frenar aunque quieras. Entonces siento que en esta situación que vivimos la canción es un bello recurso que te puede hacer bien".
Un show desde la casa de Mariana y tu casa
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