Paquita Bernardo: la mujer que desoyó el mandato familiar para ser la primera bandoneonista de la historia
Hoy nadie muere de un resfrío, pero hace casi cien años, la medicina era mucho más precaria. Y si detrás de esos estornudos se escondía una neumonía mal curada, allá por 1925 no había demasiado para hacer. Si los antibióticos para vías respiratorias hubieran sido descubiertos algunas décadas antes, la vida de Paquita Bernardo quizá habría sido más larga. Duró apenas 24 años. Aunque, sin duda, fue un cuarto de siglo muy intenso. Tanto que se la conoció como "La Flor de Villa Crespo".
Hija de padres españoles, Francisca Cruz Bernardo nació en Buenos Aires, el 1° de mayo de 1900 y murió en esta ciudad, el 14 de abril de 1925 (quince días antes de cumplir 25), por un resfrío mal curado (o por neumonía). Fue una adelantada a su tiempo, porque en épocas en la que todavía no existía el feminismo ni la idea de empoderamiento, ella se convirtió en bandoneonista (instrumento poco femenino en aquellos años) y, además, en directora de su propia orquesta.
Se dieron varias situaciones que acompañaron su talento. La posibilidad económica: a pesar de que era parte de una familia de clase media de ocho hermanos, pudo asistir a un conservatorio de música, descubrir el bandoneón, estudiarlo primero a escondidas y luego con el consentimiento de su padre; además, contar con el apoyo de Pedro Maffia, quien a pesar de tener la misma edad de Francisca, la asesoró en cuestiones bandoneonísticas y tangueras.
Paquita fue una rara avis de su tiempo. Tocó en varios lugares de Villa Crespo (en la época en que la música en vivo sonaba en bares y confiterías), obtuvo un contrato en el Café Domínguez, de Paraná y Corrientes, donde comenzó a hacerse famosa, creó su propia agrupación, que tuvo el privilegio de contar en sus filas con Osvaldo Pugliese y Elvino Vardaro. Todo eso sin ponerse pantalones. Siempre de falda y con un paño azul con bordados que extendía sobre sus piernas para luego apoyar el bandoneón, vivió el primer lustro de la década del veinte con gran intensidad, sin imaginarse que sería el último. En esos intensos años tocó en bares de Buenos Aires y de Montevideo, en el Teatro Argentino, de La Plata, en el Coliseo porteño y en la inauguración de Radio Cultura.
Paquita no dejó grabaciones pero sí algunas composiciones: entre otras, "Floreal", "Cerro Divino", dedicada a Montevideo; "Cachito", para el hijo del dueño del Café Domínguez, que cuando Carlos Gardel lo escuchó y pidió que le pusieran letra, pasó a llamarse "La Enmascarada". "Soñando" también es uno de los más conocidos de su repertorio, que llegó a la voz del Zorzal Criollo.
Por estos días, en la sala teatral Hasta Trilce, Maza 177, un musical la tiene como una de sus protagonistas. Se trata de 1919 Armonía Inconclusa, una mirada de la Semana Trágica, escrita por María Prado y Leonardo Napoli, que sube a escena cada miércoles y que cruza a Paquita con Osvaldo Pugliese y Leopoldo Marechal. No hay tanta ficción después de todo; Pugliese (antes de convertirse en una de las ramas más frondosas que ha dado la historia del tango), cuando se asomaba la década de 1920, era un muchachito de 14 años que vivía en el mismo barrio que Paquita. Tenía cinco años menos que ella y daba los primeros pasos en el tango con el sexteto de la bandoneonista.
"Con María Prado venimos pensando desde hace tiempo en el centenario de la Semana Trágica e imaginamos lo que estarían haciendo tres personajes el 9 de enero de 1919 –explica Leonardo Napoli, uno de los autores de la obra que se presenta los miércoles–. Leopoldo Marechal, de 19 años, que no participó en ninguna manifestación pero se conecta a los talleres Vasena a través de su libro El banquete de Severo Arcángelo; Pugliese, que dijo durante una entrevista haber marchado con los obreros que fueron al entierro en la Chacarita, de los muertos de la Semana Trágica, y si bien no tenemos certezas de Paquita, su vida tuvo aspectos muy especiales para esa época. De hecho, a través de su familia supimos que cuando su hermana mayor se casó le pasó el delantal de la cocina a la hermana que seguía. Pero cuando era el turno de Paquita, nunca lo quiso porque decía que ella no había nacido para eso".