Palo Pandolfo, un artista con el alma partida que abraza siempre la diversidad
"Soy cualquier cosa que te puedas imaginar", dice Palo Pandolfo cuando tiene que hablar de su identidad artística, desde siempre diversa y a la vez tan singular. El mismo músico que creó con Don Cornelio Patria o muerte (1988), ese manifiesto ultradark que dejó una marca indeleble en la historia del rock argentino, es el que veinte años más tarde editó Ritual criollo, un disco mayormente acústico que consolidó su perfil de trovador rioplatense con invitados como Lisandro Aristimuño y Peteco Carabajal. Ahora, ya cerquita del final de un año en el que, como todos, tuvo que cambiar de planes (tenía cerrados por primera vez en su larga carrera algunos shows en Europa), Palo prepara un nuevo álbum del que ya hay un adelanto con video incluido: "El alma partida".
Esta canción y otras del nuevo repertorio serán presentadas en el concierto vía streaming y presencial (con capacidad obviamente limitada) que realizará, acompañado por Juan Belvis en guitarras y teclados, este sábado 12 en el Centro Cultural Múgica (Piedras 720). "Juan es el hijo de Liliana Vitale y el Nono Belvis, un gran guitarrista de jazz que murió hace unos diez años, y ha trabajado mucho con la parte de visuales de algunos eventos masivos en los que participó Lito Vitale -cuenta Pandolfo-. Es un gran músico y un tremendo nerd de la tecnología que también hizo la parte visual de los conciertos que hicimos con La Hermandad en Niceto para presentar el disco Esto es un abrazo y en La Ballena Azul del CCK. Es también el creador del proyecto El Club de la Grabación, tomado directamente de uno similar al que en su momento creó Beck: distintos artistas se encuentran en un estudio para grabar versiones de los temas de algún disco ajeno: hicieron ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado, de Patricio Rey y sus redonditos de ricota, y Don Cornelio y la Zona, el primer disco que grabé. Me encantaron las versiones, eran como una especie de música electroacústica muy contemporánea. Entonces pensé en hacer un disco de un estilo parecido con Juan".
Belvis también le pasó a Palo un dato clave: la existencia de un programa muy parecido al célebre Pro Tools pero más flexible y amigable: el Digital Performer, que se transformó en un recurso de grabación fundamental para los temas que viene amasando con paciencia en su casa desde que arrancó la cuarentena. "Había tenido un 2019 muy bueno, con muchos shows por todo el país. De hecho, fue el año que más giré por la Argentina: toqué en un lugar del Valle de Tunuyán al que no llegás ni como turista, hice diez shows en Córdoba... De ahí salió el nombre de un ciclo, El cantautor federal, en el que hice una selección de temas más criollos, más tangueros, con aires de candombe y milonga, canciones rioplatenses, argentinas y latinoamericanas. Nuestro folclore es un folclore global, porque los que vivimos en grandes ciudades somos como esponjas", asegura.
-Hoy repartís el tiempo entre un proyecto con banda, el de La Hermandad, y tu faceta solista. ¿Cómo vas manejando los tiempos?
-En realidad, hace mucho que hago eso. En 2001 yo edité A través de los sueños, mi primer disco solista, y vino toda la debacle económica y social del final de ese año. Entonces en 2002 empecé a salir a tocar solo con la guitarra. No era muy viable sostener una banda, había que rebuscársela con algo más austero. En algún momento agregué a los conciertos una pandereta al pie con un micrófono. La pandereta es una maravilla. Escuchás los discos de los Beatles y ponen pandereta a morir. Les da a las canciones un brillo genial. Como en muchos de esos recitales el piso del escenario era de madera, con el micrófono los golpes sonaban como un bombo. Me gustaba el sonido, pero me parecía un poco aparatoso usar el piso de esa manera, entonces le pedí a un luthier mendocino que es un auténtico maestro de los bombos legüeros compactos que me haga uno. Es como un bombo de batería pero más chico. Después me compré una loopera y me transformé en una especie de hombre orquesta. Eso es ahora El cantautor federal. Con La Hermandad, la idea para 2020 era tocar mucho en vivo, poner en valor a la banda, y grabar un disco nuevo en 2021. Pero todos los integrantes tienen también otros proyectos, así que vamos alternando. Es algo que tenemos acordado para que no pase lo que me pasó con Los Visitantes, cuando yo quise hacer un disco solista y volver con la banda en dos años y no me bancaron, no hubo acuerdo para parar ese tiempo.
-¿Cómo es este nuevo disco que estás grabando?
-La línea es la del tema que acabo de lanzar, "El alma partida". En lugar de hacer discos eclécticos, como hice en toda mi carrera, con hardcore, cumbia, candombe y pop mezclados, pensé en generar repertorios más parejos: uno de rock, uno de tango, uno de tecno que grabé con Daniel Gorostegui y está bastante avanzado y uno electroacústico, que es este en el que estoy trabajando ahora. Es como un disco medio anti-fiesta, con varias odas a la tristeza. Hay un tema que se llama "Madrigal", por ejemplo, que es muy romántico y oscuro. Es un disco atravesado por un romanticismo noir, bien de suburbio. El single que abre la canilla, "El alma partida", de algún modo refleja lo que pasamos en este tiempo extraño de pandemia y nació a partir de retomar la frase de un poema que escribí hace un tiempo. Hay canciones bien nuevitas y otras que tengo bocetadas hace años. Vengo proyectando este disco desde 2013. Es algo como lo que hizo Spinetta en Kamikaze (1982), donde incluyó temas más nuevos y otros que había hecho en la época de Pescado Rabioso, como "¡Ah!... Basta de pensar", o más viejos aún, como "Barro tal vez", que lo compuso cuando era adolescente.
-¿La impronta más dark y british de la época de Don Cornelio es algo que dejaste de lado por este vínculo más estrecho que fuiste desarrollando con la música latinoamericana?
-¡No! Tanto Transformación (2018) como Esto es un abrazo (2013) tienen esa impronta, muy cerca de esa búsqueda retro bien ochentosa de muchas bandas globales en los últimos años. Todos los que nacimos después de los 60 estamos marcados por los Beatles. Ellos marcaron a fuego la psicología de mi generación, y ahí también está el dark. Los Beatles son eso y mucho más. Yo no diría que me fui de ese lugar, sino que siempre estoy volviendo (risas).
-Pero este disco nuevo no irá por ahí.
-Este disco que estoy preparando es como atravesar un río pisando piedras. Hago un salto desde Ritual Criollo hasta el presente, retomo esa línea. Lo que siempre es igual es la honestidad absoluta. Los temas más revulsivos y violentos de Patria o muerte o Salud Universal (Los Visitantes) los hice con la misma guitarra criolla con la que compongo ahora. En este disco las canciones van a sonar más cerca de lo que yo hago solo con la guitarra en mi cuarto, de noche o a la madrugada. A eso le agrego el bombo y la loopera. Sentí que era necesario sacarme todas las vestiduras, y hoy lo veo como algo terapéutico. Y que suena completamente actual. Hace poco escuché el último disco de Frank Ocean y dije "suena exactamente como sueno yo hoy".
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