Ozark: el milagro de una serie que volvió “cool” a una banda que ya no suena en las radios
En sus tres temporadas y probablemente también en la cuarta, programada para 2022, la serie que protagonizan Jason Bateman y Laura Linney despliega un buen número de clásicos del rock, el blues y el soul
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Bastante más que un sucedáneo de Breaking Bad, las tres temporadas de Ozark (Netflix, 2017) consiguieron vuelo propio a pesar de enredarse con la transitada problemática del narco. Es eso, un narco-thriller, pero no uno más. De ningún modo. Y en parte por el uso estratégico de la música que atraviesa la serie (una cuarta temporada ya fue confirmada para 2022) en paralelo a la destreza del guion. Así, el rock de guitarras va aquí de lo clásico a lo alternativo; el soul de las divas de los 50 al vintage siglo XXI y el hip hop desde las raíces a la vanguardia popular de los últimos veinte años. Lo que sigue es puro Ozark para los oídos.
“Bésame mucho” (Tino Rossi, 1945). La versión francesa del bolerazo compuesta por la concertista mexicana Consuelo Velázquez en 1940, se escucha durante una secuencia truculenta en la tercera temporada de la serie. Con Marty Bride secuestrado es que la voz del mítico latin lover de origen corso (1907-1983) se deja oír como una mancha ominosa donde lo romántico deviene siniestro. Es uno de los usuales recursos de los musicalizadores de las series que desvían al original de su intención entre el consumo irónico y la perversión. Rossi la volvió un éxito para el público francófono con un aire a tango argentino en los arreglos de cuerdas y las guitarras gardelianas.
“I’d Rather Go Blind” (Etta James, 1968). En una de sus interpretaciones más sentidas, la legendaria Etta James (1938-2012) exprime soul, blues y jazz en esta balada firmada a dúo con Ellington Jordan que le mostró el primer esbozo en la prisión según la misma diva contó en su autobiografía Rage to Survive. Ya en plena contracultura su estilo había influido decisivamente en el de Janis Joplin y, luego, Robert Plant (esos “baby” travestidos en Zeppelin). Pero la instrumentación desatiende el rumor ambiente para apegarse a la etiqueta del deep soul. Un órgano la sobrevuela y la guitarra no tiene otro efecto que un trémolo suave, casi inadvertido. Una joya de pop negro disuelta también en la temporada 3.
“Can’t You Hear me Knocking” (The Rolling Stones, 1971). Hay mucho rock de guitarras clásico y alternativo en el soundtrack de Ozark. Muy pronto, en el capítulo 4 de la temporada 1 aparece esta anomalía stone de 7 minutos donde la guitarra de Mick Taylor, el énfasis percusivo de las congas y cierto aire de improvisación embriagada remiten al sonido de Carlos Santana. Es interesante que Ozark haya buceado en uno de los mejores paisajes sonoros construidos por el grupo en toda su discografía. Desde los 2 minutos y 43 segundos la canción cambia de rumbo en una deriva tan incierta como el espesor que asoma por detrás de la aparente normalidad en la vida de Marty y Wendy. Por cosas como esta no son solo una banda de covers de blues, Sir Paul.
“Have a Cigar” (Pink Floyd, 1975). El momento más rocker del album Wish You Were Here es el que abre la futura pregunta de la obra conceptual y autobiográfica The Wall: “¿Cuál de ustedes es Pink?” Roger Waters pone en marcha aquí su psicoanálisis del espectáculo y la industria musical con el fantasma culpógeno de Syd Barrett, el fundador del grupo y pionero de la psicodelia. Suena ajustado al clima de la serie con los capos narco en el lugar de managers y los Bryde haciendo de Pink Floyd, una familia para nada normal.
“Bad Reputation” (Thin Lizzy, 1977). El éxito de una serie global como Ozark puede empujar a la visibilidad a un oldie como Thin Lizzy sin lugar en las radios de clásicos y rescatados cada tanto por covers como aquel de Metallica (“Whiskey in a Jar”) del álbum Garage Inc, de 1998. El grupo irlandés suena aquí rápido y furioso anticipando la síncopa del futuro thrash metal. También es característico el unísono de las guitarras al final (doblada aquí ya que Brian Robertson grabó solo en dos tracks) con un hipnótico desarrollo instrumental. La canción de Joan Jett editada apenas cuatro años después (entonces era mucho tiempo) no tiene ninguna relación con la escrita por Phil Lynot. Thin Lizzy también tuvo su cameo en Amazon Prime Video a través de la serie The Boys.
“Time for me to Fly” (REO Speedwagon, 1978). Grupos como REO Speedwagon le dieron forma entre la segunda mitad de los 70 y principios de los 80 a un subgénero (un target también) conocido como AOR (acrónimo de Adult Oriented Rock) que vendría a ser la moderación como todo extremo. Paralelo a la new wave, en el AOR el rock progresivo se volvía pastiche melódico como lo muestra este hit que parece mediar entre Yes y Air Supply. La diferencia con el resto de la playlist es que los REO Speedwagon aparecen tocando en la serie (episodio 3 de la Temporada 3) animando un evento al mismo tiempo que Wendy canta el original mientras maneja por la ruta. Esta aparición empujó el regreso del grupo al chart Hot Rock de Billboard en abril de 2020. No solo eso sino que el cantante Kevin Cronin (“Kevin Cronin was here”, se llama el capítulo) declaró: “Gracias a Ozark mis propios hijos ahora creen que soy cool”. Cool.
“Heart Shaped Box” (Nirvana, 1993). El white trash Russ Langmore (Marc Menchaca) trae el fantasma de Kurt Cobain cuando rasguea en la guitarra acústica los primeros acordes de “The Man Who Sold The World”, más en el estilo del Nirvana Unplugged que del original de Bowie. Fuera de esto no puede establecerse ninguna asociación entre este personaje oscuro y el sensible líder del trío de Seattle. Nirvana vuelve en la tercera temporada con “Heart Shaped Box”, una de las más contundentes canciones de In Utero y un Everest artístico para MTV con ese video dirigido por Anton Corbjin montado en la mejor tradición surrealista.
“Rehab” (Amy Winehouse, 2006). El éxito vintage de la desgraciada Amy puede parecer una elección obligada en una serie cuya acción se rige bajo los parámetros del narcotráfico. Pero sería más justo para con su cuerpo frágil y su voz ronca pensarla en la genealogía de una Etta James, ya mencionada en esta playlist. Parte del rescate de Winehouse resultó también en un rechazo por la digitalización de la música para afirmar no solo un sonido sino una manera física de aproximarse al acto musical. Ningún holograma va a traer de vuelta tanto dolor y semejante pasión.
“Runaway” (Kanye West, 2010). Uno de los capítulos de la Temporada 3 se va con el piano minimalista de uno de los mejores collages (lo de canción no termina de ser adecuado) de West que, a contramano de Winehouse, hizo del autotune el wah wah de la segunda década del siglo XXI. Bien en la línea intimista de 808 & Hertbreak, “Runaway” es un desafío a los límites del hip hop y un ejemplo de vanguardia negra para una escena masiva y global. El soul aparece aquí deconstruido, astillado en fragmentos como si una tablet fuera arrojada con violencia al piso.
“The Daily Mail” (Radiohead, 2011). Radiohead es un grupo al que Ozark recurre en sus tres temporadas. En este caso con un simple (editado en paralelo al álbum King Of Limbs) guiado por una cadencia de piano muy característica que se complejiza en cada compás. Así el trauma expuesto de Thom Yorke se homologa con el laberinto en el que desemboca la vida de Marty Bride. Ozark y el grupo de Oxford están hechos, en el fondo, de la misma sustancia oscura.
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