Con tan solo 18 años, la actriz y cantante que forma parte de la serie High School Musical lanzó su álbum debut, Sour, con el que se erige como una de las promesas del pop actual
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En apariencia, todo lo que rodea a la figura de Olivia Rodrigo, y todo lo que la configura, puede resultar un cliché. Una adolescente de 18 años salida de un exitoso programa -en su caso, de la serie High School Musical-, que comenzó a escribir historias sobre un supuesto desencanto amoroso que tuvo con uno de los coprotagonistas, y que tomaba su guitarra para subir a Instagram versiones acústicas de lo que estaba concibiendo. En apariencia, menos audaz que las artistas que influyeron las canciones que compuso con su productor, Daniel Nigro, como es el caso de Billie Eilish y, sobre todo, de Lorde. Con menos trayectoria que su admirada Taylor Swift. Mucho menos. En apariencia, menos osada que otra de sus grandes referentes, Fiona Apple. En conclusión: única, con todo ese bello bagaje de voces femeninas.
Sin embargo, si vamos más allá de la apariencia de las cosas, nos encontramos con una artista que es mucho más de lo que deja entrever. Su estética es una mezcla de los looks de su California natal -mucho jean, zapatillas, remeras y gorras- y los de Dorothy de El mago de Oz, con vestidos, zapatos y unas trenzas para coronar su estética donde abundan los tonos violetas, las mariposas que conforman su logo y un cuaderno símil burn book del film Chicas pesadas.
De todos modos, por tratarse de una adolescente que irrumpió en enero de este año con su primer gran hit, “Drivers License”, Rodrigo no abusó de la promoción y, cada vez que interpreta, lo hace tan despojada como en su álbum debut, Sour, editado el 21 de mayo y con tres canciones que ya integran el Top Ten del ranking de Billboard: la mencionada “Drivers License”, “Deja Vu” y “Good 4 U”. Sus videos también son simples, directos, sin demasiada parafernalia, y hay una razón para ello. La joven que también integró otra serie de Disney, Bizaardvark, tiene la voz y tiene los temas como para no apelar al exceso de marketing.
En las pocas veces que la vimos antes de la salida de Sour, la encontrábamos promocionando el lanzamiento del exitoso disco de Taylor Swift, Fearless (Taylor’s Version), interpretando covers de su artista favorita, de quien aprendió una lección. A diferencia de lo que sucede con los hombres, a las mujeres de la industria de la música se les impone una reinvención constante en su estética, como si estuvieran obligadas, con el lanzamiento de cada disco, a cambiar su estilo para que la audiencia no las olvide en la vorágine. Si bien Swift traza etapas, lo cierto es que marcó a una nueva generación de figuras emergentes que empiezan a moverse con sus propias reglas, siendo dueñas del material que componen, y con la no-estrategia como estrategia. Confiar en las canciones. De eso se trata.
Rodrigo, de ascendencia filipina por parte de su padre y alemana e irlandesa por parte de su madre, comenzó a estudiar actuación y canto a los seis años y consiguió el rol de Paige Olivera en Bizaardvark en 2016, como paso previo a High School Musical: The Musical: La serie, estrenada en 2019, y para cuyo soundtrack colaboró con los temas “All I Want” y “Just for a Moment” -éste último compuesto junto a su expareja, Joshua Bassett-, donde ya despuntaba su talento. De todos modos, nada nos preparó para Sour, su primer disco aclamado por la crítica, tan breve como poderoso.
Canciones amargadas para un mundo brutal
“Me tomé esto en serio cuando escuché Pure Heroine de Lorde. Ya tenía 12 años. Ella hablaba de viajar por los suburbios, ir a la escuela, los amigos, el drama. Me acuerdo que me sentí vista. Ella tomaba una experiencia normal por la que todos pasamos y la convertía en un hecho artístico hermoso. Siempre quise escribir un disco así”, contó Rodrigo, en diálogo con The Guardian, donde se explayó sobre su molestia con quienes critican a jóvenes que escriben sobre rupturas como si el mundo se fuera a terminar allí mismo. Pero lo cierto es que sí, en la adolescencia, cuando te rompen el corazón, es imposible concebir un futuro con otra persona o pensar “esto ya va a pasar”. Nadie está exento del teen angst, incluso quienes ya tienen esa etapa superada. El desamor es uno, acaso es la intensidad lo que varía.
“Soy una adolescente, escribo sobre cosas que siento con pasión, y me ha pasado de sufrir mucho por una ruptura, por desear estar con alguien y no poder, y eso me parece auténtico y natural. No entiendo de qué más puedo escribir. ¿Qué otra cosa me puede poner así de emocional?”, se pregunta la cantante que abre su disco con esa anomalía punk llamada “Brutal”, en la que hace catarsis en poco más de dos minutos acerca de lo mal que se siente en un mundo donde todos le dicen que está viviendo sus mejores años, mientras ella les demuestra su hartazgo refutando a los gritos, pero con argumentos.
La subestimación de lo que vive un adolescente es materia prima para un disco que lleva orgulloso en su título esa amargura que, dependiendo de la canción, muta en tristeza, celos, envidia, enojo, inseguridad, vacío y, sobre todo, amor. Asimismo, Rodrigo no solo le canta a un ex -real o imaginario, poco importa- sino también al “lado B” de las redes sociales en “Jealousy, Jealousy”, a la comunidad LGBTQ en ese perfecto closer que es “Hope Ur OK”, y a la toxicidad masculina en “1 Step Forward, 3 Steps Back”, donde samplea “New Year’s Day” de Swift. Y si hablamos de estética, esa portada con su lengua afuera y stickers en su rostro, y ese diario símbolo de Sour donde yacen las letras con la tipografía de quien escribe lo que siente apurado y a flor de piel, configuran la experiencia ideal para quien quiera canalizar el sentirse abrumado por ese adolecer, como también para quien no pertenezca a la misma generación que la artista.
Mucho se habla del target de un determinado disco, y si bien Sour ciertamente lo tiene, también viene a poner sobre la mesa otra discusión. ¿Acaso hay una edad límite para escuchar un buen disco pop? ¿Acaso hay que tener 18 años para comprender qué significa el vacío cuando la persona que amamos se va? Las letras de Rodrigo, al igual que las de Lorde y Swift, son el testimonio de un momento en el tiempo pero con la sabiduría como para rebotar de un oyente a otro, de una generación a otra, con la autenticidad como punto de partida.
“No sé si quiero ser una gran estrella pop”, aclara. “Simplemente quiero ser genuina con lo que escribo y crecer, porque eso me dará material para más canciones, quiero crecer con ellas”, asegura la joven que nos tomó desprevenidos y que, como adelanta antes de que comience “Brutal” (detalle de presentación que remite a la intro de Billie Eilish previo al inicio de “Bad Guy” en When We All Fall Asleep, Where Do We Go?), pide que su disco “suene así como desprolijo”, reflejo de una etapa donde reina una confusión a la que ella vino a ponerle un nombre con cuatro letras.
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