Este domingo el cantautor brasileño celebra sus 80 años; un repaso por su obra y su pensamiento
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Hay nombres propios tan personales que no necesitan llevar apellidos. Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso es, para todo el mundo, Caetano. Ese señor elegante que supo ser, casi en la totalidad de los 80 años que cumple este domingo, un verdadero provocador. Es un personaje claro en sus expresiones y, al mismo tiempo, rico en matices, que se vuelve ineludible al momento de contar la historia cultural del Brasil del último medio siglo. En su historial hay muchos hitos, y como desafío es posible plantear al menos ocho momentos por sus ocho décadas de vida.
Hermandades
1946, Santo Amaro da Purificação (Bahía, Brasil). Caetano Veloso tenía 4 años y una predilección especial por la música. La familia Vianna Telles Veloso recibía a una nueva integrante en la familia y el pequeñito ya opinaba sobre el nombre de su futura hermana. Eligió el título de un tema de Nelson Gonçalves llamado “Maria Bethânia”. Ese bautismo fue el primer lazo que unió a estos dos hermanos. Luego llegaron los escenarios compartidos. Los lazos de sangre fueron importantes en la carrera de Caetano pero también los artísticos. Estableció una hermandad muy especial con otro grande de la música del Brasil, Gilberto Gil.
Veloso escribió su primera canción cuando tenía apenas 6 años. Y durante sus estudios, tanto en Santo Amaro como en la ciudad de Salvador de Bahía, siempre encontró en las artes su proyecto de vida. Setenta años atrás, en 1952, realizó su primera grabación, aunque fue un registro casero, sin que las motivaciones profesionales se cruzaran por su cabeza. Grabó dos temas en esa ocasión: “Feitiço Da Vila”, de Vadico y Noel Rosa, y “Mãezinha Querida”, de Getúlio Macedo y Lourival Faissal. Al piano lo acompaño su hermana Nicinha.
Luego del colegio secundario ingresó a la universidad y se metió de lleno en el mundillo artístico de Salvador de Bahía. Fue entonces que conoció a Gil, uno de los responsables de que Caetano décadas después no abandonara la música para dedicarse de lleno a otras áreas del arte que lo apasionaban. A propósito de los 80 de Gilberto, que se cumplieron meses atrás, muchos archivos se abrieron y surgieron testimonios como el de Caetano, que se refirió a esa hermandad tan consolidada. “Mirando tocar a Gil, desarrollé mi capacidad de escribir y tocar canciones que iban más allá de mi limitado talento”, dijo una vez Caetano. Y cuando ya era un artista reconocido, en medio de un colectivo de talentos (Gal Costa, María Bethânia, Gil, Tom Zé, Perna Fróes, Alcivando Luz, Djalma Correia), dudó sobre la posibilidad de que su horizonte debiera seguir siendo la música. Su hermano en el arte lo convenció rápidamente. “Le dije a Gil que no me dedicaría más a la música y él me respondió: ‘Si dejas de hacer música, yo también’”.
Los sesenta
Toda la década del sesenta puede ser considerada como un gran mojón en la carrera de Caetano Veloso, porque fue la etapa de sus primeros pasos en espectáculo, el reconocimiento como intérprete y el nacimiento de un artista profundo, desde movimientos como el “Tropicalismo”. A principios de esa década se mudó con su familia a Salvador y allí comenzó a estudiar arte en la Facultad de Filosofía de la Universidad Federal de Bahía. Escribió críticas de cine para Diário de Notícias y para mediados de los sesenta se convirtió en uno de los referentes de ese movimiento bahiano.
Con socios como Gil, Gal Costa, Bethânia y Tom Zé, produjo los espectáculos Nós, Por Exemplo y Arena Canta Bahia, que llegó a San Pablo. Su casamiento con su primera esposa, Dedé Gadelha, fue un hecho que lo sobrepasó y terminó siendo un evento digno de las páginas de la farándula. En 1967 grabó el álbum Domingo, con Gal Costa, y al año siguiente su primer disco en solitario, que llevó su nombre e incluyó temas como “Tropicalia”, “Alegría, alegría” y “Eles” (éste en coautoría con Gil) “No Dia Que Eu Vim-me Embora” y “Superbacana”. El tono social de las canciones y las reflexiones de Caetano comenzó a ser cada vez más evidente. “Ustedes no están entendiendo nada”, gritó en un festival de la canción de aquellos años, y tiempo después terminó en la cárcel, junto a su amigo Gil.
Celebrity en portugués
En Verdade Tropical, Caetano recordó su casamiento: “La boda fue el 29 de noviembre de 1967, en Salvador, y se convirtió, a nuestro pesar, en un acontecimiento público. Nos íbamos a casar en la iglesia de San Pedro, Dedé con un vestido corto de color rosa, con una capucha del mismo color, y yo con traje y camisa con cuello alto de color naranja (en la línea inventada por Guilherme para evitar los smokings que todos usaban en las presentaciones de TV). Yo llevaría una gran flor amarilla en la mano. Pero la ceremonia era secreta. La familia de Dedé y la mía mantuvieron todo en el más absoluto sigilo. Sin embargo, la mañana del día 29 salimos en el coche del padre de Dedé y, al entrar en la avenida Sete de Setembro, nos encontramos con un atasco monstruoso. Llegamos a la iglesia muy atrasados y descubrimos que el atasco se debía a la multitud de colegialas que, con el uniforme de la escuela, faltaban a clase para ver cómo me casaba”.
“Alguien (Dedé siempre pensó que hubiera sido Guilherme Araújo, pero él siempre lo negó) se lo había dicho a un locutor de radio y éste, desde primera hora de la mañana, divulgaba el horario y la dirección. Fue dificilísimo llegar al interior de la iglesia. Y aún después de entrar, las cosas no se mostraron más fáciles. Hordas de chicas uniformadas abarrotaban el templo, distribuidas por todos los asientos, los pasillos, los púlpitos, los altares. Parecía una pesadilla. Ellas cantaban ‘Alegría, alegría’ e intentaban acercarse a mí. Las que lo conseguían, agarraban trozos de mi pelo y algunas agredieron a Dedé. Mi madre, siempre tan serena, se desmayó”, rememoró.
El tropicalismo
Tropicália fue la palabra que identificó a un movimiento de renovación de la música popular del Brasil que incorporó nuevos elementos a las tradiciones, sin planteos necesariamente antagónicos, y tuvo a Caetano como uno de sus principales referentes. También levantaron las banderas del tropicalismo Gilberto Gil, Gal Costa, Tom Zé, Rogério Duprat, Nara Leão, José Carlos Capinan, Torquato Neto y Rogério Duarte. Para quienes quieran hilar más fino encontrarán, en ese colectivo con artistas de varias disciplinas, algunos marcos teóricos como la antropofagia enarbolada por el modernista Oswald de Andrade. Apenas dos años (entre 1967 y 1968) bastaron para que el tropicalismo lograra instalar un nuevo paradigma en la música popular del vecino país.
La cárcel, el exilio y el regreso
En septiembre de 2020 se presentó en el festival de cine de Venecia “Narciso em férias”, documental de Renato Terra en el que Caetano cuenta en primera persona los 54 días que estuvo preso (entre finales de 1968 y principios de 1969), durante la última y muy prolongada dictadura militar en el Brasil. Junto a su socio Gilberto Gil habían ofendido a la bandera y al Himno Nacional, según las autoridades de esos años.
“Caminé derecho y no miré hacia atrás. Caminé con miedo, pensé que me iban a disparar (...) Algunas noches me despertaba escuchando el llanto y los gritos de personas que estaban siendo torturadas”, cuenta frente a cámara. Caetano y Gil recuperaron la libertad al mismo tiempo, en febrero del 69. Pero la condena implicó también el exilio. Londres fue el lugar elegido, desde donde escribió artículos periodísticos para medios brasileños y canciones que se escucharon en las voces de Gal Costa (“London, London”), Maria Bethânia, (“Tu Presencia”), Elis Regina (“No tengas miedo”), Erasmo Carlos (“De Noite Na Cama”) y Roberto Carlos (“Como Dois e Dois”).
En los primeros años de la década del setenta solo estuvo autorizado para breves regresos, hasta que logró volver a instalarse en el Brasil definitivamente. Grabó discos en Inglaterra y en su país y a mediados de esa década volvió a ser un provocador, cuando eligió como tapa de su disco Jóia, un dibujo de él, su esposa y su hijo desnudos. Entre los hitos de su carrera aparece Doces Barbaros, el reencuentro con Gil, Gal y Bethânia, a diez años de Nós, Por Exemplo.
En los ochenta incursionó en el cine (O Cinema Falado), y en los programas de televisión (Chico e Caetano) co-conducido con Buarque. En los noventa grabó con Gil el disco Tropicália 2, como un guiño al tropicalismo pero con la mirada en el presente y Fina Estampa, que reúne un repertorio latinoamericano de grandes éxitos. También publicó su libro Verdade Tropical. En el nuevo siglo lanzó discos como Noites do Norte, Cê , Zii & Zie, Abraçaço y el reciente Meu Coco.
Arte y política
Nada de lo que mostró la producción de algunos de los tropicalistas (y otros creadores del Brasil de los sesenta) estaba fuera del contexto mundial. El Mayo francés era la noticia de esos días y Caetano hacía lecturas posibles desde su lugar en el mundo.
“É Proibido Proibir” es la canción que presentó en septiembre del 68, en una de las rondas clasificatorias del Tercer Festival Internacional de la Canción, que produjo la TV Globo. Apareció en el Teatro de la Universidad Católica de San Pablo vestido con ropa plástica y con la idea de improvisar un discurso que interpelaba al público y al jurado. Terminó con la frase “¡No entienden nada!”, en el volumen del grito. Y fue descalificado. Con ese gesto, más que con cualquier otro, Caetano se posicionó como un cantautor que leía el momento histórico. Y lo siguió haciendo en muchas otras oportunidades; incluso varias décadas después, cuando publicó su disco Abraçaço (2014), con cierto espíritu retrospectivo.
Alli aparece “Un comunista”, homenaje al revolucionario bahiano Carlos Marighella. En diálogo con LA NACION, así describía su canción: “Es un poco de historia. En Brasil, cuando la canto, la gente se queda callada y la escucha. Se quedan pensando. Eso me parece provocativo. Hay información de nuestra historia con la que la gente más joven, esa que va a los conciertos, puede entrar en relación. La Guerra Fría, lo que pasó en los países latinoamericanos en esos años, y cómo reaccionó el personaje de la canción, lleno de coraje y valor, aunque políticamente es algo complicado de avalar. En lo monstruoso de la canción hay algo sugestivo para las mentes más jóvenes.”
“Vamos comer Caetano”
Así como Caetano tuvo entre sus primeros referentes a Joao Gilberto y la bossa nova, hasta que luego moldeó su propia obra, es difícil imaginar que el gran Veloso pudiera pasar inadvertido en el pensamiento artístico de una cantautora talentosa como la gaúcha Adriana Calcanhotto.
En su disco Público incluyó el tema “Vamos comer Caetano”, una sabrosa actualización de la antropofagia como idea que está bien arraigada en la cultura brasileña (especialmente en las artes). Por un lado, el concepto está ligado al tropicalismo; por otro, en el caso de esta canción, a la idea puntual de apropiarse de la sabiduría de este referente. Por eso Caetano es un faro que en algún momento ha logrado guiar a las generaciones que lo heredaron.
Jovial y en familia
Asesorado por su hijo Moreno, durante la última década Caetano sumó a sus proyectos e incorporó la mirada de talentosos músicos de generaciones mucho más jóvenes que la suya. Y con el paso de los años, el entorno familiar fue ganando más espacio en su vida artística.
Durante su última charla con LA NACION, en 2021, así lo resumía: “Hasta los 28 años tenía la certeza de que nunca tendría hijos. También Dedé, mi primera mujer, estaba convencida de ello. Como si fuera un reloj biológico, entre los 28 y los 29 empecé a sentir la necesidad de generar a alguien. Los nenes, que eran una cosa que me enojaba, empezaron a encantarme. Yo estaba en el exilio, en Londres. Mi mujer no lo podía creer. Cuando volvimos a Brasil y estábamos viviendo en Bahía, ella concordó conmigo y nació Moreno. Eso fue la cosa más importante de mi vida adulta. Después de la larga gira nacional e internacional con Moreno, Zeca y Tom, período de profunda felicidad para mí, quise dejarlos libres para que hicieran lo que tienen que hacer por si mismos. Pero en ‘Meu Coco’, los tres cantan conmigo el nombre Zabé (nombre popular de la princesa Isabel, que abolió la esclavitud)”.
Recientemente volvió a referirse a su clan en un posteo. “Lo más importante es tener a Bethânia, Zeca, Moreno y Tom conmigo en el escenario. Mis hijos y yo actuamos como una banda discreta con su propia luz. Y nos enfrentamos al desafío de seguir el ritmo de Bethânia”. Caetano se autodefine con un hombre poco afecto a la virtualidad; sin embargo tiene mucha presencia en redes. Con esas palabras anticipó el concierto que se realizará este domingo, que será transmitido por servicios de tevé paga, para el Brasil.
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