Norah Jones, en Movistar Arena: la encantadora voz del jazz volvió a tocar en Buenos Aires
No mucho más que noventa minutos, casi cien, son suficientes. Ni menos ni más, si la que está en escena es Norah Jones, en compañía de sus aliados artísticos, Jesse Murphy (bajo y contrabajo) y Brian Blade (batería).
Sucedió ayer, en el Movistar Arena, apenas pasadas las 21.15. La cantante y pianista estadounidense volvió a la Argentina después de siete años, en la que fue su tercera visita al país, con la excusa de presentar su último disco de estudio, Begin Again, y como colofón de su gira por América Latina. Y así lo expresó Norah, aludiendo al fin del "divertido" tour. Y prometiendo una próxima vuelta.
En tanto, las dosis de jazz, soul, folk y condimentos blueseros bajo un gran manto pop, alcanzaron para saciar a los asistentes, al menos por un tiempo.
A lo largo de la noche, Jones se ocupó de repasar discos y temas, desde los primeros a los últimos. Por eso, aunque se dedicó a presentar canciones de su séptimo álbum (una recopilación de sus sencillos editados en 2018), le puso igual énfasis a sus anteriores trabajos. Sobre todo, a su debut Come Away With Me (2002), celebrado a su estreno y ahora, en esta cálida noche de diciembre.
No fue mucho lo que habló la hija del conocido músico indio Ravi Shankar, que supo influenciar a los Beatles (en especial a George Harrison). Pero, como todo en la fecha en este novedoso estadio cubierto de Villa Crespo, fue suficiente.
Hubo repetidos "gracias" en castellano y en inglés, hubo presentaciones para sus dos acompañantes, hubo algún anuncio previo a temas (como "I'll Be Gone", el último antes de los bises, para el que aclaró que trabajó con Mavis Staples). Hubo discreción como marca de fábrica.
Así es Jones, portadora de una voz encantadora y talentosa, doliente y gratificante a la vez. Así estuvo, inseparable de su piano de cola, salvo para tocar en algunas canciones la guitarra. Justamente, excepto por los recorridos de sus propias épocas musicales, de sus vínculos menos o más íntimos con el jazz, y de sus idas y vueltas de las improntas más soft ("Tragedy"), el concierto fue prácticamente estático. Y, aun así, hipnótico.
Aunque fueron pocas las palabras, le alcanzaron para disculparse por dar la espalda a un sector del público debido a la inmovilidad que le asigna el asiento al ocuparse del piano.
La puesta acompañó de manera sutil, a fuerza de cambios en la iluminación y un sonido nítido. Así transitaron los iniciáticos "Nightingale" y el mencionado "Come Away With Me", los hits "Sunrise" y "Don´t Know Why" (cover de Jesse Harris & The Ferdinandos), las colaboraciones como la hermosa "I´ll Be Gone" y "Black" (Danger Mouse y Daniele Luppi). Y también pasaron los diferentes estados de ánimo, los arreglos virtuosos siempre, las tristezas y melancolías, la oscuridad y, final y descaradamente, la alegría.
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