En una entrevista íntima con LA NACION, el músico habla sobre su nuevo disco solista, Mi presente, sobre el futuro de Sin Bandera y sobre su infancia y adolescencia en Buenos Aires: su amistad con el recordado guitarrista de Los Piojos, Tavo Kupinsky y las rondas de café en La Giralda
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Nahuel Schajris Rodríguez en el DNI, Noel Schajris en la vida. Nació en el barrio porteño de Flores, pero se define a sí mismo como “argentino de nacimiento, Sin Bandera de corazón”.
Una integrante de su equipo anuncia su mágica entrada. Entonces, el artista aparece al grito de “buenos días, tardes y noches” y, así abre las puertas (o la ventana del Zoom) a su casa en Miami. A lo lejos en la habitación: tres cuadros, una guitarra y un vinilo, que presentará unos minutos más tarde; en el frente: el afiche de su nuevo disco, Mi presente, y dos premios Grammy apoyados sobre un piano: el elemento que marcará el ritmo de la charla. Porque, fiel a su esencia hecha de canciones, Schajris no puede contener su deseo de fundirse en las teclas y hablar el lenguaje de la música.
Los primeros acordes que regala pertenecen al reinado del blues: un sonido que lo hace viajar a aquella adolescencia que vivió en tierra argentina, cuando -recuerda- era un joven “de un metro veinte y gafas” que se volvió “famosito” en la Escuela Superior Artística en Música Juan Pedro Esnaola, en La Paternal, por ser el que mejor tocaba ese género en el piano.
En aquel entonces, su mejor amigo del conservatorio era Gustavo Kupinski, el exguitarrista de Los Piojos que murió en 2011 en un accidente en la ruta. “Un día se volteó y me dijo: ‘¿Te gustan los Beatles? Mucho gusto, soy Gustavo’. Ya está. Nos hicimos socios de un club de fans de los Beatles que estaba cerca de Flores, donde yo vivía. Ahí había cassettes con shows inéditos, y nosotros delirábamos de placer escuchándolos”.
Hoy logró llevar su propio arte a una de esas piezas físicas de la nostalgia musical: Mi presente fue lanzado en vinilo y en cassette, con su propio walkman personalizado. Orgulloso, toma cada una de estas obras para hacerlas desfilar frente a la pantalla del Zoom y -eufórico- celebra: “Yo amo esto. Es mi infancia”.
-¿Cómo te llevás con la nostalgia?
-Muy bien. Tengo momentos de nostalgia, de tango, de observar el camino y emocionarme. Soy llorón: 2 o 3 veces a la semana lloró por algo. Me llevo bien con la sensibilidad de la memoria.
De hecho, el álbum fue creado como una forma “de rescatar partes suyas que estaban olvidadas”. Con el estallido de la pandemia, se puso a ordenar para “hacer espacio energético para que entren cosas nuevas” y fue allí que descubrió viejas canciones suyas que nunca habían sido grabadas. Así nació lo que -para él- es el disco más interesante de su carrera. Tomó su pasado, lo hizo presenté y les regaló un futuro, como él mismo dice. “Es un simbolismo muy interesante. Les sacás el polvito y te abrazás”.
Una de las locaciones de su pasado es la calle Corrientes. Noel se encontraba con sus amigos en bares emblemáticos como La Giralda o La Paz y “platicaba” horas sobre el último libro de Soriano, del disco que había sacado Charly o de un show de Fito. “Hablábamos de arte, no del post de Instagram de no sé quién. Por suerte, no existían las Kardashian”, dice inmerso en su afición por el pasado y en “el amor por el arte”, que en él lo abarca todo: del cine y el teatro a la fotografía, pasando por los libros y las canciones. “Ese amor es el ADN que rescato de mi infancia y adolescencia en la Argentina”.
Como si fuera una idea que va desgranando, en sus palabras, Noel abraza al arte; luego, a la “buena música”; y así llega a hablar de la juventud: “Creo que volvemos a tener un gran semillero de talento musical. La Argentina tiene un movimiento de ‘chavitos’ de 18 o 20 años, raperos y hip hoperos espectaculares. Yo amo el hip hop y quisiera ser rapero, pero no me sale muy bien. Mi hijo, el mayor, está rapeando increíble”. Pausa. Reflexiona. Y suelta: “¡Qué lindo que es el hip hop!”.
-Las nuevas generaciones se vuelcan por esos sonidos, ¿creés que las baladas van a sobrevivir a esa ola?
-Por supuesto, nunca subestimen a la balada.
Ese es el preámbulo para el segundo tema de esta entrevista-concierto íntimo: “Leave the Door Open”, la canción que lanzó este año Brunos Mars junto a Andeson .Paak, bajo el nombre de Silk Sonic. “Nunca subestimen a una balada, y Bruno Mars lo sabe”, repite Noel casi como un slogan. “Amar y ser amado es universal y, por eso, es música que nunca va a dejar de estar presente. Para mí, ser romántico es ser vulnerable a la vida y ser auténtico. Yo soy rockero y blusero, pero amar o cantar una balada no es cursi, es cool”.
Entonces, se lanza al piano para la tercera canción del show improvisado: “Hasta que me olvides”, de Luis Miguel, uno de los artistas que -tal como recuerda- le demostró que, si bien sus influencias venían de Estados Unidos o Inglaterra, podía hacer eso que amaba en su propio idioma. Entonces, se enamoró de lo que él llama R&B en español. Tal es así que ese fue uno de los temas que cantaba en los 90 cuando lo llamaban para tocar en restaurantes porteños por 100 pesos la noche (“que en ese entonces eran 100 dólares. ¡Qué tiempos!”).
Una vez que se mudó a México, en el 97, y antes del nacimiento de Sin Bandera, este músico -que en la Argentina viajaba 3 horas en colectivo para ir a su clase de canto- comenzó a dar clases y las vueltas de la vida lo pondrían -sin saberlo- como profesor de quien imitaría dos décadas más tarde al cantante de “La Incondicional”: Diego Boneta. “Tenía 15 años cuando Dieguito venía a tomar clases de canto”.
-Ser embajador del amor y la buena vibra, ¿te pone una presión? ¿Hay cosas que te enojan y te enciendan las ganas de protestar?
-Como decía Nina Simone (ícono del jazz y el blues), si eres un romántico tienes que ser un artista que refleje sus tiempos; y, por supuesto, no estoy en una burbuja. Sé exactamente lo que está pasando en Colombia, en Perú o en la Argentina. De Tijuana para abajo, hay muchos problemas, y en este país, Estados Unidos, también hay cosas muy serias sucediendo. Para mí, un artista que no tenga empatía con lo que pasa a su alrededor… Es complicado. Respeto a los que no quieren hablar de esas cosas y sé que es delicado pronunciarse, desde un lugar de privilegio, sobre realidades que no vivo todos los días. No me arriesgaría a hacerlo porque me parecería una falta de respeto, pero no significa que no sepa lo que está pasando y que no acompañe a mis fans, que son mi familia extendida. Los tengo a todos en un grupo de Telegram e intento estar cerca suyo.
Como una manera de romper las fronteras en medio de las restricciones por la pandemia del coronavirus, Noel comenzó a darle clases de canto a algunos de sus seguidores, como a Giovanni, un peruano que vive hace 10 años en Alaska, quiere cantarle a su tía en su casamiento y brinda shows con su banda los viernes. “Trato de romper la barrera de la distancia lo más que se pueda. Todavía no se ve claro cuando pueda volver a Latinoamérica, pero estamos cada vez más cerca”.
La humildad de Schajris no es solo en cuanto a su manera de vincularse con su público, sino que es algo que también inunda a su banda. Así, al pianista, Jesús Molina, lo conoció -a través de las redes sociales- cuando éste tenía 23 años, y eso abrió un camino de apertura en su equipo a esa camada de artistas, por lo que portar canas en el conjunto que rodea a este músico de 46 años es, por lo pronto, desentonar. “Son todos chicos ridículamente talentosos, energizan lo que hago y me motivan”, dice. Y refuerza: “Intento mirar siempre para adelante. Me aburro fácilmente de mí mismo si hago lo mismo 2 o 3 años”.
-Estás cumpliendo 20 años en la música, ¿qué balance hacés?
-La pandemia me invitó, como a muchos, a formular preguntas vitales para ponerle luz y consciencia a muchas cosas. Fue un despertar. Respirar. El planeta respiró. Tenemos que cambiar el rumbo de muchas cosas. Como padre de una hija, como hijo de mi madre y esposo de mi esposa, quiero un mundo donde la mujer florezca, con igualdad de oportunidades, y donde no haya opresión, violencia ni acoso. Nunca entendí a esa gente... La violencia es inconcebible. Hay muchas cosas que tienen que mejorar muchísimo para la mujer en el planeta, pero creo que vamos por buen camino.
En su hombro izquierdo Noel tiene tatuado un mantra que plantea la complementariedad entre la energía femenina y la masculina. “La magia de este mundo es la energía femenina. Yo no podría ser quien soy sin abrazar esa energía del universo”, dice. Y reconoce: “Creo que en la música ahora se las ve más porque hay más espacios para que brillen. Siempre han estado ahí, pero no les abrían las puertas”.
Otra cuestión que defiende mucho es la importancia de que se despenalicen las drogas. “Hay que tratar al drogadicto como un enfermo, no como un criminal. Está clarísimo que la guerra contra la droga ha sido un fracaso y una hipocresía. Que sea legal, no significa que lo vayas a hacer todo el día. Tu eliges. Todo exceso es negativo. Hoy en Washington dan un porro al que se vacuna, y me pregunto, ¿qué sentirán todos los que se han comido décadas de cárcel por tener 3 porros encima, generalmente afroamericanos y latinos?”.
-Resonó muchos en los medios cuando dijiste que las drogas debían ser legales y otro tópico que se repitió mucho en la prensa fue en cuanto a las preguntas sobre tu sexualidad, ¿te sentiste invadido?
-¡Olvidate! Si fuese gay sería el primero que estaría luchando por los derechos. Estamos en otro momento y otro nivel de evolución y ya vemos como normal lo que debe ser normal. El amor es amor. Love is love. Si yo fuera gay sería feliz, pero amo a mi mujer.
Con su pareja, la modelo panameña Gwendolyn Stevenson, se conocieron en el lobby de un hotel, en Madrid, al que él había ido por una gira de Sin Bandera y ella por su trabajo vinculado a la industria de la moda. “Queremos regresar porque ese lugar es sagrado para nosotros”, cuenta al recordar ese primer encuentro. Tiempo después, Noel viajó a Panamá para dar otros conciertos y Gwendolyn lo llamó para ir al recital. “¡Oh my god! Yes”. Todavía festeja ese golpe de suerte que inauguró la vida juntos.
-Yendo a otra mujer en tu vida, en Google una de las preguntas que aparece destacada al buscarte es: “¿Quién es tu mamá?”
-Wow. Mi madre fue una mujer con mucha pasión y alegría de vivir. Hubo cosas de su infancia y adolescencia que posiblemente no pudo o no supo procesar bien, lo que generó una insuficiencia cardíaca a una temprana edad y a los 56 años, un 8 de septiembre de 2001, abandonó este plano, dejó su cuerpo maltrecho y se fue a ser parte del universo. Lleva 20 años en mi corazón. En 2005, yo estaba en un retiro en India llorando frente a un espejo, y le decía: “Te extraño”. Entonces, vi su cara en el reflejo de la mía. Ahí apareció en mi mente la frase: “No me extrañes, ¿no ves que sos parte de mi cuerpo? Me ves cada vez que te ves al espejo. Soy parte de ti”. Fue muy fuerte. Perder a un padre o a una madre no se supera al 100 por ciento, pero se acomoda en un lugar que te da un poco de paz porque te permite seguir viviendo y festejar su existencia.
“Te has vuelto parte de mi cuerpo, sueño a través de ti”, le canta en “Aquí” (Sin Bandera, De viaje, 2003) a su madre, Liliana Rodríguez, que fue presentadora oficial de artistas como The Beatles, Bob Dylan y Pink Floyd.
-Murió en 2001, justo cuando arrancó Sin Bandera…
-Nunca me voy a olvidar. Había salido nuestro primer disco y estábamos en Miami de promoción. Me llamaron y fui volando a la Argentina. Llegué al hospital, supe que se quería ir y le dije: “Vete a volar”. Me esperó para que agarrara su mano, le diera un beso y, al día siguiente, se fue.
-¿Llegó a escuchar ese primer disco?
-Sí y no. Me gustaría creer que escuchó todo, pero con su cuerpo físico, no.
Sin Bandera sigue sonando. Dos horas después de la entrevista se reunirá con Leonel García, su compañero en esa aventura, para ir al estudio a grabar las nuevas canciones que saldrán a partir de agosto y para planear la gira de 2022. “Se vienen 20 años más de Sin Bandera. No solamente estamos recordando, sino que hay Sin Bandera para rato. Mientras que el público quiera escuchar, allí estaremos. Sin fecha de caducidad. Lo mejor de Sin Bandera viene en camino”.
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