Este viernes sale Council Skies, el nuevo álbum de su proyecto solista, High Flying Birds; su amor por los jugadores argentinos, la flamante canción que tiene una referencia al público porteño, su fanatismo por The Cure y, claro está, su “música de los 90″
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Mucho antes de ser una estrella de rock, Noel Gallagher pasó su infancia y su juventud junto a su madre y sus dos hermanos en un barrio de viviendas sociales en Burnage, en las afueras de Manchester. Allí, Gallagher encontró no solo un lugar de pertenencia sino también el lugar fundacional de su mundo privado alimentado a base de fútbol, discos (de The Beatles a The Smiths pasando por Sex Pistols, The Kinks y Burt Bacharach), cultura house y una vocación de gloria que volcó en Oasis, la banda que compartió durante casi dos décadas con su hermano Liam.
Con cincuenta y seis años recién cumplidos, Gallagher parece querer volver el tiempo atrás con el flamante Council Skies, publicado hoy, y en el que vuelve a su mejor forma como solista al frente de sus High Flying Birds. “No tiendo a pensar en las cosas de esa manera cuando hago discos. Trato de reunir un gran cúmulo de canciones que le vayan a gustar a la gente y del que con suerte se enamore”, le dice en exclusiva a LA NACION. “Una vez que termine de presentarlo por todo el mundo, en 2025, supongo que ahí tendré una idea más clara sobre de qué se trata este álbum, porque ya lo habré tocado lo suficiente. De momento es una gran colección de canciones por la que estoy expectante de ver qué van a pensar mis seguidores”, reconoce, antes de asegurar una próxima visita a la Argentina el año próximo para reencontrarse con el público que de algún modo inspiró parte del álbum, como se verá más adelante.
El pasado domina gran parte de las ideas que atraviesan a Council Skies, tanto desde su título (traducible como “cielos del barrio obrero”) como también desde su portada, a cargo del histórico fotógrafo Kevin Cummins, conocido por retratar con su cámara a varias bandas históricas de Manchester como The Smiths, Joy Division, Buzzcocks y también a Oasis en sus primeros años. Sin embargo, Gallagher asegura no ser una persona nostálgica: “No creo que se trate de un disco de ‘regreso’ ni nada por el estilo. La canción que le da nombre habla sobre crecer en un barrio de viviendas sociales y tratar de encontrar amor y belleza entre el cemento y la suciedad, pero es un álbum más reflexivo que melancólico”, explica para marcar las diferencias. La imagen de la tapa está dominada por la rotonda que conmemora el lugar donde estaba emplazado Maine Road, el viejo estadio de Manchester City antes de ser demolido, un guiño a una pasión futbolera omnipresente, al punto que Gallagher instaló en un rincón de su estudio una gigantografía de Pep Guardiola. “Lo tengo porque cada vez que estoy trabajando y necesito algún tipo de magia le hablo. Me da grandes consejos y me guía en la dirección correcta”, detalla con una llamativa seriedad.
La vuelta a los orígenes parece haberse manifestado en otro frente. Para su disco anterior, Who Built the Moon?, de 2017, Gallagher trabajó junto al productor David Holmes, que le inculcó como política de trabajo llegar al estudio sin material previo y componer utilizando teclados y samples como punto de partida, en lo que fue quizás su acercamiento más radical a la electrónica. Las canciones de Council Skies, en cambio, fluyen con un pulso orgánico, con la guitarra acústica de Gallagher como mascarón de proa. “Fue todo fruto de la pandemia”, explica Gallagher. “De no haber sido por el encierro y el Covid habría hecho un disco en esa misma dirección. La manera en la que fue compuesto fue producto de eso, y al mismo tiempo creo que estas canciones son más accesibles que las del último disco”, completa no sin afirmar la adoración que siente por su predecesor y la trilogía de EP que siguió en esa misma clave y que espera volver por esa senda “tarde o temprano”.
Si bien Gallagher presentará Council Skies en su país con dos giras en agosto y diciembre, su debut formal en vivo será esta misma noche, en el comienzo de un tour compartido con Garbage en el que recorrerán Estados Unidos durante un mes y medio, una alianza inesperada a la que él mismo le minimiza la importancia (“No soy un fan, pero me gustan algunas de sus canciones. No hay un gran concepto detrás de estas cosas. Uno invita al otro, nos unimos y eso es todo”, dice). Sacar las nuevas canciones a la ruta supone para Gallagher un nuevo desafío para trasladar al formato de banda vivo, algo que asegura lo atrae. “El disco tiene un sonido demasiado grande. Obviamente no podés recrear una orquesta en vivo a menos que efectivamente subas una en el escenario. Pero no se preocupen, va a ser bueno porque las canciones son buenas, así que realmente no importa cómo las toquemos”, dice para aportar tranquilidad.
Gallagher grabó Council Skies acompañado por primera vez a lo largo de todo el proceso por la banda que lo secunda en vivo, en la que revisten dos ex Oasis, el guitarrista Gem Archer y el baterista Chris Sharrock. “Le da mucha más consistencia al resultado en general, creo que es un disco más completo en términos de sonido que todos los que hice anteriormente”, ensaya el propio Gallagher para definir también la diversidad musical del álbum. A las canciones épicas (“Easy Now”, “Open the Door, See What You Find”) y los momentos de intimismo coronados con arreglos orquestales (“Dead to the World”, “Trying To Find A World That’s Been And Gone Pt. 1″) que son ya su marca registrada ahora se suman también los cimbronazos oscuros de “Pretty Boy” (con su amigo Johnny Marr, de The Smiths, en guitarra), los aires bossa & brit de “Council Skies” y el (p)optimismo beatle de “Love is a Rich Man” y “We’re Gonna Get There In the End”.
Y para sumar más a la pluralidad de timbres, Gallagher convocó a dos figuras de los ochenta para que reimaginaran dos de las canciones del disco, que están disponibles en su edición deluxe. “Soy un gran fan de The Cure desde que estaba en la escuela, a decir verdad. Le pedí a Robert Smith que hiciera un remix de ‘Pretty Boy’ que a la gente parece haberle gustado mucho. También están los Pet Shop Boys, a quienes también admiro desde chico, y ellos remezclaron ‘Think of a Number’. Las dos salieron muy bien, es un privilegio que hayan aceptado ser parte”, dice en alusión a dos influencias que podrían pasar por inesperadas.
Aunque la búsqueda parece borrar todo tipo de vínculo directo con su pasado, Gallagher no esquiva el bulto a la hora de pensar en comparaciones inevitables: “Escribí todas las canciones en Oasis y escribo todas las de Noel Gallagher’s High Flying Birds, va a terminar sonando parecido en algún momento. Pero no pienso en Oasis, Oasis es los noventa, el pasado. Por supuesto que voy a tocar algunas canciones de Oasis cuando vaya a la Argentina, y no tengan dudas de que van a sonar increíble, pero no es más que eso”.
De alguna manera, el argumento parece profundizar implícitamente las diferencias con su hermano: mientras los conciertos de Liam están centrados en el cancionero de la banda que ambos compartieron, en los de Noel el pasado aparece a cuentagotas, por lo que no resultaría extraño imaginarlo presentándose solamente echando a mano a su discografía en solitario, algo que afirma que lo tienta, pero no logra convencerlo del todo. “Lo haría, pero también tenés que entender que siempre va a haber alguien en el show que me va a estar viendo por primera vez, y querés que la gente esté contenta. Estoy orgulloso de lo que hice en Oasis, son mis canciones. Cuando alguien viene a verme, soy los High Flying Birds, no es una banda. Pero si alguien viene a verme, voy a tocar las canciones que yo escribí que tenga ganas de tocar. Si algunas de esas pertenecen a los noventa, no tengo problemas porque las escribí todas; son mías”.
Por extraño que parezca, hay en Council Skies una suerte de guiño al público argentino: “La última vez que fui a tocar, tenía un grupo de chicos que se quedaban cantando mis canciones toda la noche en la puerta del hotel, hasta las siete de la mañana. En una de esas veces lo hicieron equivocándose la letra, así que lo convertí en una frase del segundo verso de ‘Dead to the World’ ( “Podés cambiar todas las palabras y aun así hacerlo mal”)”. La anécdota le da pie para deshacerse en elogios por todos los argentinos que pasaron por el club de sus amores: “Los amo porque traen pasión, deseo, compromiso y huevos para jugar un fútbol increíble. Son todos grandes tipos, además. Los conocí a todos y son gente maravillosa. A Julián (Álvarez) lo conocí hace poco, es un chico adorable y Pablo Zabaleta es amigo mío. Sergio (Agüero) es una leyenda, ¿y qué puedo decir de Carlitos (Tévez)? Es un guerrero”.
Y aunque el gesto podría pasar como una estrategia del Manual del Buen Rockstar que muchos parecen tener a mano, Gallagher asegura que es fruto de un sentimiento real. “Amo genuinamente a la Argentina. Fui por primera vez en 1991, y desde el momento en que aterricé, simplemente amé el lugar”, dice con entusiasmo y luego profundiza en su explicación. “Me encantan la gente, la energía, la actitud, las mujeres de allá. El público canta más fuerte que en ningún otro rincón del mundo, son extremadamente apasionados respecto a mis canciones y mi música. Es uno de los lugares donde más me gusta ir. Y mientras yo siga haciendo música, seguiré yendo para allá”, promete.
En junio del año pasado, Gallagher fue el último artista en tocar en el escenario principal del festival de Glastonbury, antes de que Paul McCartney cerrase la jornada con un show maratónico. Y si bien la figura del beatle es una referencia palpable en su obra, Noel asegura no querer estar sobre un escenario a esa misma edad. “Voy a estar muy cansado como para seguir tocando ¿Dar conciertos de tres horas a los setenta y algo? Absolutamente no”, dice sin titubear. Aún así, también es consciente de que con treinta años de carrera a cuestas sumó una nueva camada de seguidores que lo perciben como un referente, pero el paso del tiempo y la brecha generacional parecen tenerlo sin cuidado. “Es algo que se siente bien, en tanto y en cuanto pueda hacer nueva música y la gente no esté toda nostálgica por los noventa y el pasado”, afirma, como sentando sus propias reglas de juego. “Mientras pueda seguir haciendo discos voy a estar bien”.
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