“No Distance Left to Run”: la canción de Blur que retrata la ruptura de Damon Albarn y Justine Frischmann, la pareja más famosa del britpop
Crónica de una separación anunciada convertida en himno del britpop, que reflejó la tumultuosa relación de Albarn con Justine Frischmann, líder de Elastica, con quien estuvo en pareja por siete años
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Damon Albarn se mueve semidormido en la cama e, inquieto, se cubre con el acolchado y responde una pregunta difícil: “¿Me podrías decir de qué se trata esta canción?”. La respuesta es corta, vaga, lúdica y profunda al mismo tiempo. “Bueno, es definitivamente una canción triste... es una alarma, es un recordatorio amable”, expresa en el tramo final del video del penúltimo tema del álbum de Blur, 13.
El tema del que habla es “No Distance Left to Run”, y quien filmó ese video fue el danés Thomas Vinterberg, el hombre encargado de registrar el proceso de sueño de Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree. No precisamente la manera ideal de reflejar la angustia de una canción sobre una separación escrita a flor de piel, una que a Damon le costó por mucho tiempo interpretar en vivo sin quebrarse. El video del cofundador del Dogma circulaba por otro carril... hasta que llega esa frase del cantante. Un recordatorio amable de lo que fue su vínculo con la líder de Elastica, Justine Frischmann o bien un recordartorio amable de lo que conlleva amar de modo tan visceral como lo hicieron ellos.
“Se terminó, no tenés que decírmelo”. Con esa frase comienza el tema. Nada menos que por el final de la historia que tiene como protagonistas a dos figuras esenciales del britpop, quienes se conocieron a través de otro referente de ese subgénero: el frontman de Suede, Brett Anderson. Frischmann era la pareja del cantante, a quien conoció en la University College de Londres a fines de los 80, y con quien convivía al tiempo que se incorporaba a su grupo. Ambos tenían 21 años. En su autobiografía, Coal Black Mornings, Anderson recordó su vínculo con Justine.
“En muchos aspectos fue algo brillante. Sin eso, hubiese estado trabajando en una oficina en Darlington, pero yo era muy feliz con ella, pasamos momentos maravillosos juntos. El amor joven es increíble”, expresaba el músico, quien también añadió que cuando Frischmann estaba por abandonar la banda todo se enrareció. “Fue muy extraño ese período porque ella hacía muchas preguntas sobre el grupo, ya no había unión”, escribió.
En 1990, Albarn entró en escena. Mejor dicho: nunca estuvo ausente. El músico conoció a Frischmann cuando Suede y Blur tocaron juntos en el Zap Club de Brighton en 1990 y la joven le pidió un afiche de la banda. Damon no tardó en enamorarse de Justine cuando la vio tocar. En 1991 formaron un vínculo que duraría siete intensos años. Como bien lo refleja uno de los episodios de la serie documental de Netflix, This is Pop, la guerra declarada entre Blur y Oasis no fue lo único que alimentó a la prensa melómana en los 90, especialmente a la, en ocasiones, abyecta prensa británica, que entonces publicaba artículos amarillistas, con títulos engañosos en portadas de revistas que volaban de los puestos de venta. Así fue cómo se quiso imponer otra guerra, la sentimental, la del triángulo amoroso entre Anderson, Frischmann y Albarn.
"Es definitivamente una canción triste... es una alarma, es un recordatorio amable"
Damon Albarn
“Fue muy difícil sobrevivir a la atención de los tabloides, es difícil para cualquiera, pero nosotros éramos unos chicos”, declaró Justine, quien en retrospectiva siempre supo que el vínculo no estaba destinado a perdurar más allá de ese breve período de esplendor. Como canta Damon en la canción, ya no quedaba más distancia para correr. Nada podía hacerse. “Estábamos bajo una presión muy grande, no nos veíamos mucho [por las movidas agendas de Blur con el éxito de Modern Life is Rubbish; y de la formación de Elastica, banda que la cantante fundó en 1992 luego de su conflictiva partida de Suede], él tomaba mucho, era todo muy caótico y, analizándolo hoy, pienso que jamás hubiésemos podido sobrevivir a todo eso. No éramos lo suficientemente maduros”, añadió Justine.
En cierto modo, Damon también presentía que la relación tenía fecha de caducidad, sentimiento que se cristaliza en la frase: “Sabía que todo iba a terminarse de esta forma”. Ambos luchaban contra sus adicciones -Albarn escribió al respecto en, por ejemplo, “Beetlebum”-. Además, Frischmann no quería tener hijos, a diferencia de su pareja. El combo atentó contra el deseo de ambos de mantener la relación en pie. “Fue muy difícil. De hecho, es como un tabú decir: ‘Está bien, estoy en una banda y tengo mucho éxito, y mi novio es una estrella del pop muy lindo que gusta a muchas chicas... pero no quiero estar con él’. Pensé: ‘Esta no es la vida que quiero’. Tenía ganas de volver a lo básico, de vivir la vida en una escala mucho menor. Hay algo muy poco romántico en estar con alguien que gusta a cientos de miles de adolescentes”, le contaba Justine a The Guardian respecto a lo que sucedió en 1998, cuando intentó volver con Damon. Eventualmente, llegó la inevitable ruptura y, con ella, una de las mejores canciones de Blur, quizá la más triste y honesta, una que convive en el mismo disco con “Tender”, también un reflejo de esa separación que estaba tan fresca para el líder de la banda.
"Fue muy difícil. De hecho, es como un tabú decir: ‘Está bien, estoy en una banda y tengo mucho éxito, y mi novio es una estrella del pop muy lindo que gusta a muchas chicas... pero no quiero estar con él’. Pensé: ‘Esta no es la vida que quiero’. Tenía ganas de volver a lo básico, de vivir la vida en una escala mucho menor"
Justine Frischmann sobre su relación con Damon Albarn
“La canción [’No Distance Left to Run’] me pone mal, me pone mal cantarla, especialmente la frase en la que tengo que aceptar que una parte de mi vida se terminó. Es increíble cuando tenés la valentía de hacer eso en tu trabajo”, expresó Albarn. Con el tiempo, el tema se convirtió en un sello para la banda, no meramente en una suerte de canción de cuna de 13.
En 2010, el grupo lanzó su documental con el mismo nombre, en cierta forma resignificando una composición que, cada vez que se la escucha, duele. Además de aludir a la ruptura, la canción es lo más cercano a una catarsis epistolar en la que Albarn no solo no guarda rencor por su expareja sino que le enumera lo que desea para su futuro. “Espero que estés con alguien que te haga sentir que esta vida es una vida. Alguien que siente cabeza, se quede cerca, y pase más tiempo a tu lado”. En otro pasaje, manifiesta lo mucho que anhela que Justine encuentre a esa persona que le brinde “seguridad en sus sueños”, posiblemente el momento de la canción del cual sí se inspiró Vinterberg para su experimento. El título, además, es una confesión, una forma de liberarse. El declarar que no se tiene más distancia para correr es la aceptación de las limitaciones.
De todos modos, la tristeza de la canción perdura en una línea contundente. “Cuando me veas, por favor date vuelta y alejate, no quiero verte porque sé que en los sueños que mantenés nos encontramos”. La dolorosa belleza de la frase es apabullante. Es querer preservar lo que se vivió en una burbuja. El no querer empañarlo. En la actualidad, Justine, de 51, vive en California, es pintora y desde 2008 está casada con el científico climático Ian Faloona. Albarn, de 53, sigue en pareja con la artista Suzi Winstanley, con quien reside en Notting Hill junto a la hija de ambos, Missy, de 21 años.
Aunque en 1999 Damon haya definido a “No Distance Left to Run” como “una alarma”, al tiempo que su voz parece estar llorando en toda la canción, la nostalgia de la letra siempre comulgará con ese deseo genuino de querer lo mejor para el otro. Nada menos que una vida que se sienta como tal. Aunque uno la esté contemplando desde afuera. A la distancia.
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