Nico Bereciartúa: de crecer con una leyenda del rock local a tocar con su ídolo
"Más allá de estar cumpliendo el sueño de tocar en Estados Unidos, uno siempre extraña, además de sentir que Argentina es mi lugar en el mundo y en donde quiero desarrollar mi proyecto personal. La posibilidad de regresar al exterior está abierta pero siempre tuve la idea de seguir adelante con mis cosas y con la banda que había formado aquí, en Buenos Aires, antes de irme". Así, con estas palabras, Nicolás Bereciartúa relata por qué volvió al país después de casi dos años y medio de obtener una gran experiencia tocando en Estados Unidos y acompañando a uno de los ídolos de su adolescencia: el exlíder de The Black Crowes, Rich Robinson.
Hijo del legendario bajista de Riff, Vitico e integrante de algunas de las últimas formaciones de la banda que sus papá fundó con Pappo, Nico no sólo giró por todo el territorio norteamericano y Europa con Robinson, sino que además grabó un álbum en vivo, otro en estudio y se convirtió en miembro estable de The Magpie Salute, el más reciente emprendimiento del ex The Black Crowes.
Tiempo atrás decidió dejar Viticus, la banda de su papá con la que había tocado desde los comienzos, Pero así como en ese momento armó las valijas para cumplir con el sueño de girar por todo los Estados Unidos y hacer base en Nashville, luego de una gira de casi dos años decidió volver para priorizar su carrera como solista. En 2015, con su primer álbum obtuvo el Premio Gardel en la categoría Mejor Artista Nuevo de Rock. Ahora tiene un sucesor: Volviendo, que presenta nueve temas mayormente instrumentales y que, como su antecesor, navega por las aguas del rock, el blues, el R&B y fundamentalmente el folk norteamericano.
"La diferencia fundamental con el disco anterior es que aquél lo grabé a las apuradas con lo que tenía en el momento, después de abandonar Viticus, el grupo de mi viejo. En cambio, para este álbum ya tenía la banda armada y cada canción fue pensada de acuerdo a la instrumentación que requería y que tenemos: dos teclados, contrabajo, batería, percusión y una guitarra más aparte de la mía", detalla Nico. "Además, esta vez hay tres temas cantados: uno por mí y los otros dos por Felipe Agote, que, además de ser mi sobrino y nieto de Vitico es un gran cantante y continúa el legado musical de la familia".
-A propósito, ¿por qué de los nueve temas sólo tres son cantados? ¿No te sentís a gusto como vocalista?
-Es que, en realidad, yo no soy cantante ni nunca me desempeñé en ese rol, quizás por un tema de timidez. De todos modos, cuando surge alguna letra interesante me da ganas de cantarla. Siempre me sentí más cómodo en el lugar de guitarrista y, como suelo tocar mucho con afinaciones abiertas, por ahí aparece una melodía y prefiero seguir desarrollando el tema a partir de eso. Creo que una buena melodía puede transmitir mucho más que una letra y al ser algo más abstracto te puede llevar a lugares o estados de ánimo bien diferentes y variados.
-¿Cómo fue el momento en que recibiste el llamado de Rich Robinson y te dijo: "Quiero que vengas a tocar conmigo"?
- Eso fue una historia medio de película. Yo había grabado un video y lo subí a Youtube en modo privado. El tema es que un día lo puse como comentario de Facebook a un posteo que había hecho él entre muchísimos otros y ahí quedó. Ocho meses después me llegó un mensaje suyo de Twitter diciéndome que le gustaba cómo tocaba la guitarra y que le envíe cosas mías. Así empezó una relación vía Internet que se intensificó cuando viajé, lo conocí y pegamos buena onda. Después volví y, estando acá, recibí un mensaje en el que me decía que estaba por salir de gira con un disco nuevo y quería tenerme en su banda.
- Me imagino tu sensación en ese momento…
- Tremenda (se ríe). Fue un trabajo enorme porque en dos meses tuve que aprenderme ciento cuarenta canciones para toda la gira. El recibimiento, tanto de la banda como del público, fue inmejorable. En especial de la gente, porque me veían como uno de ellos, como un fan que logró el sueño de tocar con Rich Robinson en vivo. Con los músicos fue un ida y vuelta muy enriquecedor: yo aprendí un montón de cosas y ellos, a la vez, se nutrían de alguien como yo que estaba viviendo cosas completamente nuevas y con una felicidad enorme. Se dio una muy linda química. Y como anécdota recuerdo estar tocando en un teatro muy importante de Los Ángeles y, de pronto, al costado del escenario lo veo a Zakk Wylde, el guitarrista de Ozzy Osbourne que me encanta, quien después vino a camarines a felicitarme. Son esas cosas locas que suceden y que no las podés creer.
-¿Qué herramientas sumaste como músico durante tu estadía en Estados Unidos?
-Principalmente el tema de la organización y de cumplir los horarios a rajatabla. Allá, cuando te dicen "a las cuatro de la tarde" es a las cuatro de la tarde. Si pasan diez minutos y no estás presente, ya está el manager llamándote por teléfono. Es un tema de respeto muy importante porque de eso depende la coordinación de todos los sectores. La organización y la logística de los shows, así sea en un lugar muy chico, se respeta a pleno, como así también el laburo del staff de la banda, la prueba de sonido y toda la previa. Allí el artista es el que va a dar el espectáculo, por eso debe sentirse cómodo y tener todo a disposición para rendir al máximo. Aquí también se hacen las cosas bien, pero ellos nos llevan años luz en materia de entretenimiento y se nota mucho. Así que lo que más rescato es el profesionalismo extremo, la camaradería entre todos y la falta de egos. Hay un gran respeto mutuo, por eso las cosas salen tan bien y de manera relajada. Espero poder ponerlo en práctica aquí.
Miembro de la banda de NET /Nunca es tarde, el programa que Germán Paoloski condujo por Fox Sports hasta hace unos días, este fanático de Ry Cooder, Robert Johnson y Greg Allman, entre otros, se prepara para girar con su nuevo disco, tras la presentación oficial que experimentó en La Trastienda.
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