Nick Cave: "Ahora el motivo de mis conciertos es profundizar la relación con la audiencia"
Tras 22 años, el genial músico australiano volvió a Buenos Aires; en conferencia de prensa habló de cómo superó la trágica muerte de su hijo con su obra, Skeleton Tree
Nick Cave, el hombre, el artista, atraviesa, a pesar de todo e increíblemente, uno de los mejores momentos de su vida y de su carrera. Y con apenas tenerlo frente a frente media hora se nota. Se nota en su mirada, en su rostro, en su humor, en su manera de expresarse, en su andar liviano, en la serenidad que transmite, en su empatía para con el otro, en su pose antiestrella, en su empecinada forma de mirar a los ojos a su interlocutor, por más que este sea alguien a quien acaba de conocer. Nick Cave, el hombre, parece haber aprendido todas las duras lecciones que le dio la vida. Nick Cave, el artista, parece estar completamente abierto para seguir aprendiendo.
Tres años atrás, el músico afrontó una de las peores tragedias posibles, la muerte de su hijo Arthur, de 15 años, tras caer por un acantilado en Brighton, Inglaterra. Sin embargo, poco tiempo después, encontró la manera de reconstruirse a través del arte y de un disco soberbiamente emocional como Skeleton Tree. Precisamente el disco que lo trajo a Buenos Aires a veintidós años de su única visita al país y que anoche presentó en el Microestadio Malvinas Argentinas. Esquivo a las entrevistas desde aquel trágico suceso (para promocionar su último álbum prefirió hacer un documental de la grabación antes que "tener que hablar de estos temas con decenas de desconocidos"), Cave accedió ayer, pocas horas antes de subir al escenario, a dialogar con la prensa argentina, sin ningún tipo de restricciones ni divismos.
Su música, su proceso creativo, la intención de crear una comunión con sus seguidores, la situación actual del rock, sus influencias, la música actual y, por supuesto, cómo sobrevivir a la pérdida que marcó sus últimos tres años son apenas algunos de los tópicos a los que se refirió con su siempre elegante andar, en uno de los salones del Hotel Four Seasons, donde se aloja durante su estadía porteña. "Hola, qué tal, ¿están todos bien? Me alegra", dispara ni bien llega, y decide que, mejor que sentarse a la mesa dispuesta exclusivamente para él, se quedará de pie, más cerca de los periodistas y desde donde puede mirar a todos a los ojos.
-Durante esta gira hiciste un ciclo de conversaciones con tus fans, como una suerte de stand up en el que ellos preguntaban lo que querían saber de vos. ¿Qué tipo de cosas quisieron saber y qué diferencias encontraste con una conferencia de prensa o una entrevista?
-¿Querés saber si existen diferencias entre los fans que hacen preguntas y la prensa? Te voy a decir que no es lo mismo. En realidad hay cosas que a la prensa yo no le puedo mencionar. No lo sé, sobre todo en los medios de música, en el que sucede que las declaraciones están muy editadas. Es como que uno no termina diciendo lo que quiere decir, porque las preguntas me las hacen en el contexto de la música y cada vez más yo quiero hablar de cosas por fuera de esas cuestiones. Estas sesiones de preguntas y respuestas rápidamente se convierten en una situación en que se puede hablar de cuestiones más personales, y a la gente le interesan esas cosas. Es como que la gente está hambrienta de cosas de todo tipo y ávida de tener la oportunidad de comunicarse contigo. Estas sesiones que hicimos en los Estados Unidos fueron un pasito pequeño que tomamos para llegar a algo enorme, a algo masivo. Creo que funcionó bien y espero el año que viene seguir haciendo este tipo de encuentros.
-Pero ¿cuáles son esos temas que tus fans te preguntan y de los cuales te interesa hablar más?
-No lo tomes como algo personal, no es una crítica a los periodistas, sino que en este momento priorizo ese tipo de vínculo. Es una manera de tratar de ampliar mi relación con la audiencia, profundizarla, y esto para mí es muy importante ahora. De hecho, creo que es realmente el motivo de mis conciertos ahora: profundizar la relación con la audiencia. Y creo que está funcionando a cierto nivel. No es que subo al escenario para presentar a los Bad Seeds y me voy. No, se trata de crear comunidad, de lograr un intercambio con la gente. Este tipo de comunicación no se logra a través de la prensa. La prensa pregunta y uno responde, y está bien, he tenido entrevistas geniales que me han hecho y están fantásticas, pero para poder crear este sentido de comunidad con mi audiencia lo mejor es ir directo a ella. ¿Se entiende?
-¿Has recibido alguna propuesta de parte de Netflix para hacer una serie sobre tu vida?
-La verdad es que no, estoy esperando, pero todavía no me ofrecieron nada. Hay varias cosas en producción, no sobre mi vida, pero sí en series de televisión con las que estoy trabajando o analizando las posibilidades de trabajar en ellas. La verdad es que mi vida no es muy interesante, tal vez pueda dar para una miniserie, pero no mucho más...
-¿Por qué decís que tu vida no es interesante?
-Bueno, porque la verdad es que si uno ve mi vida desde afuera, lo que básicamente estaría viendo es a un oficinista. Me siento en un escritorio y escribo. No hay una historia, es solo eso. Es como que no hay nada, incluso en los días pasados, en los días terribles, había mucha mierda a mi alrededor, pero yo estaba ahí escribiendo. Si uno lo piensa desde mi cabeza, es un mundo imaginativo, fantástico el que está ahí, en mi mente, pero por afuera estoy todo el día sentado en un escritorio escribiendo. Para el que me ve desde afuera, es aburrido, mi esposa ni se me acerca cuando estoy escribiendo.
-El rock ha tenido problemas para envejecer, pero parece que vos resolviste ese problema con una gran producción creativa, ¿fue un proceso consciente?
-Me parece que una de las ventajas que he tenido es que muchos grandes artistas antes que yo pasaron por esto y pude aprender de ellos. Los grandes pioneros, como Bob Dylan, Leonard Cohen, Neil Young, Van Morrison, son muchos en quienes me pude inspirar y ver cómo ellos pudieron perdurar y de una manera tan relevante. Leonard Cohen ha sido a su manera superrelevante e interesante hasta su muerte. Fue muy inspirador para mí ver que todo lo que necesitaba él era ser verdadero y honesto con lo que él era. No le importaba un carajo lo que decían todos los demás de él y, sin embargo, en cuanto a popularidad, subió y bajó, pero siempre se mantuvo firme y marchó hacia adelante, siendo honesto consigo mismo. Lo mismo Bob Dylan, él fue una influencia enorme. Todo el tiempo fue cambiando a lo largo de los años, como algo que no se detiene, sino que se transforma, siempre en movimiento. Para mí esa es la lección a aprender: cómo seguir siendo siempre relevante, estar presente. Otra gente tal vez empieza, arranca y después repite y repite y siempre lo mismo y entonces empieza a caer en picada. La cosa creo que empieza con la audiencia, cuando la gente quiere ver lo que hiciste antes y no lo nuevo. Uno tiene que desafiar a la audiencia para sentirse vivo, si uno logra desafiar a su público sigue siendo una conversación y no simplemente algo que va en picada...
-En tu documental, One More Time With Feeling, dijiste que no había lugar para la creatividad después de todo lo que te había pasado, ¿seguís pensando lo mismo?
-Aquello nos hizo sentir que era imposible relacionarse con el proceso creativo. Después de la muerte de mi hijo, ¿cómo íbamos a seguir con esto?, me faltaba el oxígeno creativo. Era solo ese evento lo que dominaba mi vida. Básicamente, en los últimos años lo que traté de descifrar y entender era cómo podía ser un individuo creativo, pero, a la vez, también tratar de superar toda esa tragedia. Superarla de una manera creativa. Al parecer pude hacerlo, pude llegar a escribir canciones que no son sobre este tema, aunque el espíritu de mi hijo camina en todas las canciones que escribo. Eso va a ser siempre así. Son muchos los espíritus que transitan mis canciones, el de mi hijo y el de mucha gente de todo el mundo. Es interesante, la verdad es que es muy difícil, pero escribimos un nuevo disco y espero que sea un testimonio de la vida después del trauma.