Nelly Omar, centenaria
La cantante festejó sus 100 años con una actuación en el Luna Park
Los artistas más notables son los que tienen cierto grado de pudor y modestia. ¿Por qué? Porque eso les permite sosegar el ego y concentrarse en lo verdaderamente importante: el hecho artístico.
Nelly Omar cumplió 100 años el 10 de septiembre pasado. Quiso festejarlo con un espectáculo en el Luna Park, pero no se sintió segura, temió afrontar una hora de canciones por la debilidad de sus rodillas. Pero se ve que lograron convencerla y anteanoche subió al escenario. Cantó y sopló las velitas de una torta enorme.
Ese fue el plan. No hay que entender su espectáculo como un concierto. Nelly no anda de gira para ganar una mención en el libro de los Guinness (aunque quizá los productores lo hayan interpretado como un récord). Simplemente subió a cantar un puñado de temas que fueron clásicos de su repertorio. Ni más ni menos que eso. Un dato curioso. Nelly nació en una estancia llamada La Atrevida, de los pagos de Guaminí, y cien años después se atrevió a subir al escenario del Luna. Lo hizo con todos sus miedos y todas las dudas. Durante los primeros tres temas no se escuchó a sí misma ni escuchó a sus músicos correctamente; se sintió molesta por la luz fuerte e insegura, quizá por eso apoyó su mano en la silla que tuvo junto al micrófono. Temió olvidarse de las letras y se olvidó. Su voz sonó totalmente destemplada y su fraseo fue víctima de alguna clase de apuro. "Estoy fuera de training ", dijo. Pero es artista y tuvo pudor. Se disculpó varias veces de los inconvenientes técnicos del sonido y de un par de olvidos de las letras (en realidad no fueron tan graves, seguramente ella sentía que todo era mucho peor de lo que realmente fue). Y esas disculpas le permitieron concentrarse en las canciones.
Comenzaron a sonar los primeros acordes del tango "Sur" y Nelly Omar entró en una especie de túnel de tiempo. Fue hacia ese San Juan y Boedo antiguo. Después se concentró en la estampa de "Jacinto Chiclana" y cuando llegó el turno de homenajear a un recordado payador con "El adiós de Gabino Ezeiza" su voz estaba totalmente templada. Para el momento de otros clásicos -"Amar y callar" y "Desde el alma" o "La descamisada" que interpretó para despedirse y cerrar el ideario peronista que siempre la rodeó- fue una auténtica Nelly Omar la que se escuchó, con el lógico paso de los años.
Antes de su actuación, como si fueran otros números de una revista musical, hubo dos propuestas bien distintas. La primera llegó de la mano de seis payadores que hicieron una emotiva e ingeniosa semblanza de la homenajeada, a través de su canto repentista.
Luego hubo otro espectáculo, encabezado por el bailarín Juan Carlos Copes y el grupo que dirige la violinista Erica Di Salvo. Era difícil asociarlo a Nelly Omar, más allá del condimento tanguero. Fue, sin dudas, un show para turistas adaptado a los locales que contó con dos curiosidades. Una escena de cuchilleros con música de Piazzolla y una coreografía queer de dos chicas y un malevo que aparece de golpe y le dice a una de ellas: "No te la vas a llevar". Pero, finalmente, su papusa se termina yendo con la amiga que trajo al baile.